A casi un mes de las primarias oficialistas, en las que se impuso Sebastián Sichel, en el círculo más íntimo de Joaquín Lavín -la carta favorita para imponerse en esa instancia- ha primado el silencio. Ni el propio exabanderado se ha animado a explicar con sus propias palabras las razones de una derrota inesperada. “Nos dolió mucho”, explica el exvocero del comando de Lavín, Rodolfo Carter, el primer miembro de ese equipo que comienza a delinear qué explica el triunfo de Sichel -un independiente, ex DC- en la competencia de Chile Vamos.
Usted fue uno de los voceros más activos de la campaña de Lavín, sin embargo, tras la derrota casi todo el entorno de Lavín guardó silencio, ¿por qué?
Porque nos dolió mucho la derrota. La derrota de Joaquín Lavín representa no solo la derrota de un proyecto político, sino de alguien que es muy querido para quienes estábamos alrededor de él. Y además, las circunstancias en las que perdimos, que fue una derrota demoledora, apabullante, por un margen mucho mayor al que se esperaba, también significa para él un tema humano muy profundo.
¿A qué atribuye la derrota?
Muchas cosas. Primero, no nos dimos cuenta o no nos quisimos dar cuenta, que lo que representaba Joaquín ya no era lo que el pueblo chileno estaba buscando. Probablemente, porque los que conocíamos a Joaquín, sabíamos las buenas intenciones que habían detrás, las necesidad de incorporar la integración social como el gran motor de cambios, la necesidad de sanar al país, nos hizo ignorar de que la gente también quería un cambio generacional, que quería un cambio de rostros, quería un proyecto distinto. Y, probablemente también, hubo una pasada de cuenta de un sector de la centroderecha más tradicional frente a las posiciones cambiantes que ha tenido Joaquín Lavín en los últimos 10 años. Creo que el socialdemócrata o el bacheletista-aliancista finalmente generó mucha desafección en el elector más duro, que curiosamente terminó votando por alguien que venía del mundo de la democracia cristiana antes que por Joaquín Lavín.
¿Y por qué cree que eso le pesó a Lavín y no a Sichel? Él también ha cambiado de posturas: fue DC, Ciudadanos…
Bueno, tuve una opinión categórica respecto de eso. Pero, finalmente, en las elecciones quien determina el ganador es la gente, no lo que pueda decir un vocero. La mayoría de la gente consideró que era menos delicado, menos complejos los cambios que había tenido Sebastián Sichel que los que tuvo Joaquín Lavín. Por las razones que sea, tal vez porque los cambios de Joaquín Lavín fueron más agresivos para nuestro sector político, tal vez porque Sebastián Sichel es un rostro más nuevo y, por tanto, quizás la gente estuvo más dispuesta a disculpar los cambios de Sebastián Sichel y no los de Joaquín Lavín, o porque finalmente la gente siente, en la centroderecha hay una tendencia cultural a buscar nombres de emergencia. Nos ha pasado siempre, que a última hora, cuando se ve el riesgo de perder, estamos buscando el gran salvador. Probablemente, Sebastián Sichel por su biografía y justamente, porque viene de otro mundo, del mundo más de la centroizquierda para mucha gente le hizo sentido que podía ser el gran puente para salvar la República frente a la embestida de la extrema izquierda.
¿Sichel era mejor candidato que Lavín?
No.
¿Por qué no?
Si nos referimos a capacidad para hablar con la gente, creo que Joaquín es de los mejores candidatos que hay en Chile. Pero, pero lo que él significaba o lo que él representó en este minuto probablemente era mucho más débil que Sebastián Sichel. Sebastián Sichel logró concentrar sobre sí una energía que nosotros no tuvimos y eso no se puede discutir.
¿Ha hablado con Lavín tras la derrota?
Sí.
¿Y cómo lo ha visto?
La gran Bachelet, paso. Es una conversación de amigos.
¿Cree que él ya cumplió un ciclo en la política?
Sí. Creo que el ciclo presidencial o de primera línea de Joaquín Lavín ha terminado. Y eso no es fácil, me va a pasar a mí también. Hay un momento en la biografía personal que uno llega al final de su carrera y, probablemente, se está produciendo en Chile una jubilación anticipada de un grupo de liderazgos políticos que si bien es cierto no son personas tan mayores, para lo que hoy día Chile está pidiendo, han pasado a ser jubilados por el electorado.
¿Lavín está consciente de este término de ciclo?
De lo que puedo contar de la conversación que he tenido con él, en algún minuto me dijo: ‘tú sabes que yo tengo fe’. Y todos sabemos que tiene fe, entiende que aquí hay una señal en su vida. Y tendrá que buscar su camino, será la universidad, será trabajo político con alguna responsabilidad distinta, pero el ciclo presidencial terminó.
¿Pero en otro tipo de cargo de elección popular?
Lavín necesita espacio y tranquilidad. Creo que se va a dedicar al servicio público, pero no desde el mundo electoral, por lo menos por un buen rato.
¿Fue un error enfocar la campaña en Daniel Jadue? De alguna manera se ignoró a Sichel y muchos decían que eso fue una estrategia más de primera vuelta.
Es difícil saberlo, porque también ahí hubo un efecto movilizador en la primaria de la centroderecha el temor al comunismo. O sea la participación que tuvo el sector fue mucho más alto de lo que los cálculos más optimistas sostenían. Y es porque había mucho temor a lo que podía pasar si Jadue finalmente ganaba la primaria en la vereda del frente. Eso puede explicar incluso gente puede haber ido a votar por Boric, siendo de derecha o gente que votó por Sichel porque veía como el que podía competir mejor con la extrema izquierda. No es posible saberlo hoy. Respecto de si se tendría que haber enfocado más en discutir más a Sebastián Sichel, puede ser, pero sería ser contrario a lo que es Joaquín Lavín. Tal vez esa es una debilidad.
¿Y usted hace alguna autocrítica? En La Florida Sichel sacó más votación de lo que sacó Lavín.
Por supuesto, fue un fracaso también personal. Y que duele mucho. Pero también es cierto que es parte del nuevo Chile. Si alguien cree que es dueño de los votos y puede endosarlo porque 90 mil personas votaron por mí, el 59% de la gente y yo era el dueño de esos votos, está claro que no. Yo nunca he creído eso. Hay que aprender a escuchar el mensaje de la ciudadanía, en términos de que quieren otra cosa. El punto es, y eso es lo que va a haber que determinar durante todo este tiempo, es qué es esa otra cosa...
¿Y esa otra cosa es Sichel? Usted fue bien duro con él, decía que él era la continuidad de Sebastián Piñera….
Creo que hay que ser muy hidalgo y respetuoso de la voluntad popular. El triunfo de Sebastián Sichel es inobjetable. Fue una paliza electoral. Creo que él tiene todo el mérito. Más allá de mi opinión personal respecto a lo que él representaba o representa. Creo que su historia personal, lo que él transmitió convocó a mucho más gente que todos los otros candidatos del sector y eso es inapelable. Qué hay detrás de eso, no lo sabemos. Si alguien cree que solo la historia personal de un individuo en particular, sería preocupante, porque esos son los caudillismos que le han hecho muy mal a América Latina. Ahora si detrás de esa historia hay otras historias, hay algo que contar al pueblo chileno, como un camino de salida a estos años oscuros que estamos viviendo, claro que hay una oportunidad. Y ojalá Sebastián Sichel sea capaz de lograrlo. Porque el temor que generalmente tengo es que continuemos con lo mismo de este gobierno. Yo nunca he pensado que el Presidente Piñera sea una mala persona, en ningún caso. Tengo una buena opinión humana de él, pero en la forma de ver el mundo, que es una forma bastante vertical, que fue muy en la línea ‘lo estoy mirando a todos’, creo que es nefasta.
¿Se refiere al tema de la advertencia de Sichel por el cuarto retiro?
Claro, a eso me refiero, porque fue una frase muy poco feliz. Yo creo que Sebastián Sichel está bastante arrepentido de haberla dicho.
Usted dice que el triunfo de Sichel es inobjetable, pero dice que eso es más allá de lo que usted piensa que él representa. ¿Qué representa Sichel para usted?
No voy a criticar al candidato presidencial del sector. Voy a votar por Sebastián Sichel. Yo perdí y la palabra empeñada se cumple. Y de verdad me quiero tener que arrepentir de lo que pensaba. Tengo los dedos cruzados de que en un par de meses pueda decir que estaba equivocado.
¿Pero lo sigue pensando todavía?
Es que no se trata de seguirlas pensando. Yo lo dije, para mí es superdifícil entender a una persona que cambia tanto de opinión en tan poco tiempo y que se ha peleado con todos con quienes estuvo. Yo he cambiado de opinión, todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión. Pero me complican esas personas que queman todos los escalones por los cuales ascendieron al poder. Pero tal vez yo estoy equivocado, ojalá esté equivocado y ojalá por Chile que yo esté equivocado. Porque si Sebastián gana la presidencia yo espero que nos conduzca a salir de esta crisis.
¿Y ha hablado con Sichel?
No.
¿Hará campaña por él?
No lo sé, pero lo que sí tengo claro es que voy a votar por él.
¿Se sumaría al comando si se lo pide?
La decisión del candidato presidencial es de él. Me da la impresión que tiene dos caminos bastante definidos. Uno, siguiendo un poco el modelo de Michelle Bachelet, ser un fenómeno en sí mismo, con una historia muy centrada en sí mismo, y eso ha resultado antes, resultó en Estados Unidos con Obama, resultó en Chile con Michelle Bachelet, probablemente en el entorno de Sebastián Sichel puede estar esa idea, legítima, creo que equivocada sí, es muy peligrosa. Porque su liderazgo es tan mesiánico y tan autorreferente, es tan demasiado hipotecado sobre sí mismo.
¿Es un riesgo esa estrategia?
Muy riesgosa. Porque cuando uno se autoerige como un referente moral, o de virtud, la gente también exige demasiado, no perdona nada. No olvidemos que la Presidenta Bachelet se había convertido en algo realmente mágico para la sociedad chilena y bastó con que su hijo cometiera un error garrafal para que ese proyecto se viniera al suelo. Y digamos que la biografía de Michelle Bachelet es mucho más impactante (que la de Sichel).