Todas las restricciones fuera: así se puede resumir el enfoque de Ron DeSantis para enfrentar la pandemia, siendo gobernador de Florida. En julio de 2020, cuando ese estado era un epicentro mundial del virus, DeSantis le dio la espalda a las voces de los expertos, rechazando las mascarillas obligatorias y abriendo todo: las playas, las tiendas, las escuelas. Así, desafió a Washington, y al menos para un grupo importante de republicanos, esto lo volvió un héroe.
La escalada de Ron DeSantis, en un principio apoyada por Donald Trump, tuvo su punto de quiebre durante la pandemia, cuando su postura le valió reconocimiento nacional dentro de los conservadores estadounidenses. También comprometido en las llamadas “guerras culturales”, el gobernador ha firmado legislaciones para limitar la educación sexual en los colegios, impulsando la llamada ley “Don’t say gay” (No digan gay), que implica demandas para los profesores que enseñen a los alumnos acerca de orientación sexual y cuestiones de género.
Este nuevo referente del Partido Republicano ya comienza a mirar a las elecciones presidenciales de 2024. De hecho, DeSantis ya se le empieza a aparecer en las encuestas al exmandatario, que todavía quiere su revancha contra Joe Biden.
El “Trump con cerebro”
Este año, a DeSantis le corresponde ir a la reelección por Florida, pero su ascenso ha sido tal que ya no son solo las encuestadoras estatales las que lo sondean, sino que las nacionales: incluso en algunas mediciones, empata con Trump para las primarias republicanas. Por lo demás, fuera de ellos dos, no hay otro político de la colectividad que se les acerque.
Pero, además de su novedad, DeSantis tendría una ventaja fundamental contra el expresidente, y un perfil de The New Yorker lo describe así: “Ambos aseguran canalizar la rabia de un electorado que se siente burlado y disminuido por las instituciones liberales. Pero mientras Trump, con su personaje perezoso y circense, proyecta una falta de seriedad fundamental, DeSantis tiene una intensa ética de trabajo, una inteligencia formidable y un detallado entendimiento de la política. Articulado y rápido de piernas, ha sido descrito como el Trump con cerebro”.
La historia de DeSantis, de 43 años, empieza en un barrio de clase trabajadora de Jacksonville, Florida, hijo de una madre enfermera y un padre que instalaba cajas de televisión a domicilio. Aficionado al béisbol, fue a Yale y jugó en el equipo de la universidad, luego se graduó de la Escuela de Leyes de Harvard y fue a Irak a servir en el Ejército, siendo asesor legal del SEAL Team One durante los años más sangrientos de la guerra.
En 2012, fue elegido como representante por el sexto distrito de Florida, cargo al que renunció para postular a gobernador en 2017. En aquella temporada, estaba en boga la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la “trama rusa”, la injerencia electoral del Kremlin en las elecciones presidenciales de 2016 que ganó Trump. En ese entonces, DeSantis empezó a salir regularmente en Fox News, mostrándose en contra de la investigación, cosa que llamó la atención del entonces mandatario.
Un poco después de eso, Trump le dio su apoyo en Twitter a DeSantis en la carrera por Florida, llegando a acompañarlo en un mitin en Tampa. Con tal respaldo, DeSantis ganó su primaria por lejos, y de ahí, el puesto como gobernador. En sus anuncios propagandísticos, el originario de Jacksonville no dudó en usar el apoyo del presidente a su favor: se mostró jugando con su hijo pequeño, diciéndole que “construya la muralla” con legos, y leyéndole a su otro hijo de cuatro meses el libro de Trump, The Art of the Deal.
Aunque no es un odio mutuo, hoy los medios norteamericanos ya especulan con una rivalidad en ciernes entre Trump y DeSantis. “Si la estrategia legislativa de DeSantis es polarizante, parece ser ese el punto. Cuando ataca, es sin cuartel, le responde agresivamente a los periodistas. A diferencia de Trump, él habla en frases claras y completas”, señala The New Yorker en su reciente perfil. En el mismo artículo, el expresidente señala tener una “muy buena relación” con el gobernador de Florida, asegurándose “orgulloso de Ron”. Sin embargo, Trump marca su jerarquía: “Si no lo hubiera respaldado a él, no habría ganado”.
Sin ser un quiebre claro, la relación empezó a enfriarse luego de la derrota presidencial de Trump en 2020. En la misma entrevista, el expresidente señala que “estaba muy cerca de decidirse” sobre si ir o no a las próximas elecciones. “No sé si Ron irá a las primarias, y no le he preguntado. Es su prerrogativa, pero creo que ganaría yo”. Esto no solo lo dice el exmandatario: en la mayoría de las encuestas por las primarias republicanas, Trump mantiene una ventaja sólida sobre DeSantis, 51% a 23%, según un sondeo del Chicago Sun-Times.
Pero ya las cosas comienzan a moverse: el portal Politico informó que muchos de los millonarios donantes que apoyaron a Trump en su campaña fallida en 2020, ahora empezaron a contribuir en el comité político de DeSantis.
Otro espaldarazo para DeSantis vino del magnate y CEO de Tesla, Elon Musk. Cuando le preguntaron el mes pasado por quién votaría en una primaria republicana, respondió “tbd” (“to be decided”, por decidirse), para luego responder que por el momento se inclina por DeSantis. El tuit le vino bien al gobernador de Florida, que en plena conferencia de prensa fue consultado al respecto. “Me encuentro enfocado en lo que va a ser el 2022, pero antes que nada, sobre Musk es algo muy importante que contemos con el apoyo de afroamericanos”, señaló DeSantis haciendo alusión del origen sudafricano del CEO de Tesla.
Por ahora, enfocado en su carrera por Florida, DeSantis se perfila para la Casa Blanca en dos años más. Sus números en las encuestas siguen subiendo, aunque requerirá de un gran salto para quitarle el lugar a Trump. Si no le gana políticamente, puede que la investigación relativa al asalto del Capitolio el 6 de enero de 2021 saque al expresidente de la carrera, ya que podría darse que se le prohíba la postulación por haber sido parte de un intento de insurrección. b