El mes pasado, fotos satelitales revelaron hardware ruso, incluidos cañones autopropulsados, tanques de batalla y vehículos de combate de infantería, en movimiento en un campo de entrenamiento a aproximadamente 300 kilómetros de la frontera con Ucrania. Los movimientos militares rusos desde por lo menos octubre, han generado preocupación tanto en Europa como en Estados Unidos frente a la posibilidad de que Moscú se esté preparando para lanzar una ofensiva a gran escala en Ucrania a principios del próximo año.
Hasta el momento no se ha dado a conocer mayor información que respalde la acusación de las potencias occidentales de una mayor amenaza. En ese sentido, Kiev y sus aliados occidentales acusan a Rusia de haber concentrado decenas de miles de hombres en la frontera de Ucrania en un movimiento considerado previo a una invasión, que el mando militar ucraniano considera posible a partir de fines de enero próximo. Moscú calificó estos despliegues como rutinarios. “Todo lo que hace Rusia se hace en el territorio de la Federación”, destacó el miércoles el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
En la misma línea, el Ministerio de Defensa de Rusia dijo el 1 de diciembre que había iniciado simulacros militares de invierno “regulares” en su región sur, parte de la cual limita con Ucrania. Los ejercicios involucraron a más de 10.000 soldados, señaló el ministerio.
Mientras, las regiones de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, que limitan con Rusia, un área conocida como Donbás, han estado bajo el control de separatistas respaldados por Rusia desde 2014. Las líneas del frente del conflicto prácticamente no se han movido en cinco años, aunque se producen frecuentes enfrentamientos a pequeña escala y ataques de francotiradores.
Rusia se molestó cuando las fuerzas ucranianas desplegaron un avión no tripulado de combate de fabricación turca por primera vez en octubre para atacar una posición mantenida por los separatistas prorrusos. En esa oportunidad, señaló que existen “líneas rojas” y subrayó que Ucrania se aproxima peligrosamente a ellas al desplegar ese tipo equipamiento. Kiev también ha reafirmado su ambición de adherirse a la OTAN, al tiempo que reclama más armas occidentales.
En ese sentido, la revista Foreign Policy señaló en un artículo que el ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Reznikov, se ha reunido con funcionarios del Pentágono para pedir armamento. El encuentro realizado a mediados de noviembre incluye la solicitud de apoyo para la defensa aérea y naval y la guerra electrónica, un escudo potencial contra bombardeos devastadores y ataques electromagnéticos que probablemente acompañarían a cualquier avance.
En tanto, Moscú cuenta con fuerzas que ascienden a decenas de miles en su enorme base naval en Crimea, el territorio ucraniano que anexó en 2014. La península de Crimea, que se encuentra al sur del resto de Ucrania, ahora está conectada con Rusia mediante un puente de carretera.
La escalada de tensión llevó a que el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, conversara telefónicamente con su par ruso, Vladimir Putin, a quien se le advirtió sobre la aplicación de sanciones “nunca vistas” en caso de una ofensiva contra Ucrania. Washington también se declaró dispuesto a reforzar su presencia militar en Europa del Este. Pero Biden descartó el envío de tropas estadounidenses en apoyo a los ucranianos.
Putin exigió “garantías jurídicas” que excluyeran la posibilidad de que Ucrania se adhiriera a la Alianza Atlántica, acusando a los occidentales de traicionar su promesa del fin de la Guerra Fría de no ampliar la OTAN hacia el este. “Rusia lleva a cabo una política exterior de paz, pero tiene derecho a proteger su seguridad”, declaró el miércoles Putin, estimando que dejar que la OTAN se acerque sin reaccionar sería “criminal”. El Kremlin denuncia además las actividades de la OTAN en la zona del Mar Negro.
“La respuesta de la administración Biden ha sido increíblemente fuerte y prudente. Por un lado, le ha dejado claro al Kremlin que invadir Ucrania será una ruina para Rusia económica y diplomáticamente. Además, ha reunido a los aliados europeos de EE.UU. para transmitir mensajes similares. Por otro lado, también ha dejado en claro que Estados Unidos no tiene intención de intervenir militarmente para defender a Ucrania y que Estados Unidos y la OTAN no tienen planes militares en Ucrania, lo que con suerte aliviará las preocupaciones y la paranoia de Rusia”, dijo a La Tercera, Max Bergmann, analista del think tank Center for American Progress.
Origen reciente de la tensión
Si bien las tensiones entre Ucrania y Rusia tienen una larga data, éstas se intensificaron a finales de 2013 producto a un histórico acuerdo político y comercial con la Unión Europea. El entonces Presidente prorruso, Viktor Yanukovych, suspendió las conversaciones, presuntamente bajo la presión de Moscú, lo que gatilló semanas de protestas en Kiev, que derivaron en la represión contra los manifestantes.
Luego, en marzo de 2014, Rusia anexó Crimea , una península en el sur de Ucrania con fuertes lealtades rusas, con el pretexto de que estaba defendiendo sus intereses y los de los ciudadanos de habla rusa. Primero, miles de tropas rusoparlantes, apodadas “hombrecitos verdes” y luego reconocidos por Moscú como soldados rusos, entraron en la península de Crimea. En cuestión de días, Rusia completó su anexión en un referéndum que Ucrania y la mayor parte del mundo calificaron de ilegítimo.
Poco después, los separatistas prorrusos de las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk declararon su independencia de Kiev, lo que provocó meses de intensos combates. A pesar de que Kiev y Moscú firmaron un acuerdo de paz en Minsk en 2015, negociado por Francia y Alemania, se han producido repetidas violaciones del alto el fuego.
Según las últimas cifras de la ONU, más de 3.000 civiles han muerto debido al conflicto en el este de Ucrania desde marzo de 2014. La Unión Europea y Estados Unidos han impuesto una serie de medidas en respuesta a las acciones de Rusia en Crimea y el este de Ucrania, incluidas sanciones económicas dirigidas a personas, entidades y sectores específicos de la economía rusa. El Kremlin acusa a Ucrania de provocar tensiones en el este del país y de violar el acuerdo de alto el fuego de Minsk.
Putin ha estado endureciendo su retórica sobre la situación en Ucrania, diciendo que la guerra en el este del país parece un “genocidio”. Sus comentarios de el jueves tuvieron como objetivo abordar el problema de la discriminación contra los rusoparlantes más allá de las fronteras de Rusia, muchos de los cuales viven en la región de Donbás.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, rechazó los comentarios y dijo que Rusia era conocida por aumentar su retórica y desinformación.
Biden informó al Presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, en una llamada telefónica de una hora y media, sobre su reciente conversación con Putin. Los dos líderes discutieron “la situación de seguridad en Ucrania y las perspectivas de activar el acuerdo de paz”, dijo un comunicado presidencial ucraniano.
Pese a los esfuerzos diplomáticos, el jueves ambos países habrían tenido un impasse cuando un buque de guerra ucraniano se dirigió hacia el estrecho de Kerch, que separa Rusia y Crimea, no reaccionando a una solicitud rusa de cambiar su curso, dijo el servicio de inteligencia ruso (FSB). Las autoridades de Rusia han tachado el incidente de “provocación”.
Asimismo, el Kremlin ha advertido de posibles consecuencias “graves” ante lo ocurrido. “Lo sucedido muestra otra vez el posible perjuicio y las posibles consecuencias que pueden derivar de estas acciones provocadoras. Cualquier pequeña provocación puede acarrear consecuencias muy graves”, dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, según informaciones de la agencia de noticias Sputnik.
El ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Reznikov, explicó que se trata de un buque de búsqueda y rescate sin armas que realizaba su trabajo en el mar de Azov.
Para Bergmann, quien también ha trabajado en el Departamento de Estado, “Putin está considerando invadir porque había perdido Ucrania. La guerra en el Donbás ha vuelto a Ucrania contra Rusia. Ucrania quiere estar más cerca de Europa, Estados Unidos y la OTAN, no Moscú. Por lo tanto, una invasión rusa significa tratar de obligar a Ucrania a permanecer conectada a Moscú”. “Lo que la está impulsando ahora es una combinación de paranoia acerca de que Ucrania se fortalezca militarmente y se acerque más a la OTAN y los altos precios de la energía que han hecho que la economía rusa se llene de efectivo y le haya dado influencia sobre Europa”, indicó.
A su juicio, existen paralelos con lo ocurrido en 2014. Entonces, dice, “Rusia estaba reaccionando a una revolución dramática. Rusia también estaba muy nerviosa por la reacción global y trató de fingir que no había invadido Ucrania y que las fuerzas rusas en el terreno eran sólo insurgentes locales. Hoy, han acumulado una fuerza de invasión equivalente en tamaño a la invasión estadounidense de Irak”, añade Bergmann.
Desde el lado ucraniano existe gran preocupación. Con casi 100.000 soldados ahora concentrados en las fronteras este, norte y sur de Ucrania y más en camino, incluso los funcionarios ucranianos responsables de la defensa de su país reconocen que sin una afluencia significativa de recursos, sus fuerzas no tienen muchas posibilidades.
“Desafortunadamente, Ucrania debe ser objetiva en esta etapa”, dijo el general Kyrylo O. Budanov, jefe del servicio de inteligencia militar de Ucrania, a The New York Times. “No hay suficientes recursos militares para repeler un ataque a gran escala de Rusia si comienza sin el apoyo de las fuerzas occidentales”, advirtió.