Dar vuelta la página. Ese es el objetivo que persigue buena parte de los 155 exconvencionales que presentaron la propuesta de nueva Constitución que fue rechazada en el plebiscito del 4 de septiembre. Aunque algunos exconstituyentes han logrado reciclarse en cargos de gobierno, dentro de sus partidos o en su antigua vida académica -donde su rol en la Convención Constitucional no es necesariamente un estigma-, para otros, especialmente aquellos que no militaban en tiendas políticas ni venían de las aulas, ha sido difícil conseguir trabajo, según dicen, debido a la exposición mediática y los prejuicios.
Un caso aparte es el de Rodrigo Rojas Vade, quien será formalizado por el delito de estafas y otras defraudaciones, tras afirmar falsamente en su declaración de intereses que tenía una deuda millonaria por un cáncer ficticio.
No obstante, dentro de los que pasan penurias económicas figura Cristóbal Andrade, mecánico automotriz de profesión, conocido como Dino Azulado por el disfraz que usó durante las manifestaciones de 2019. “Se me ha hecho dificultoso encontrar trabajo, porque estuve en la Convención, eso no lo niego. No nos han querido contratar en el sector público, porque generalmente salimos en la prensa. Dicen que nos están regalando un cargo, pero no están regalando nada, si tenemos todo el derecho a seguir haciendo nuestra vida”, dice el ex Lista del Pueblo.
Por ahora, según cuenta, Andrade no tiene un trabajo remunerado y vive de los ahorros que juntó durante sus meses en la Convención. Sin embargo, se ha mantenido ocupado. Abrió un canal de YouTube en que aborda la contingencia política y formó su propio medio de comunicación: la Golden Radio, dirigida a los adultos mayores. También se sumó a Modatima, organización medioambiental encabezada por la también exconvencional Manuela Royo (Movimientos Sociales), quien está próxima a ser mamá.
Para generar ingresos, a partir de este mes Andrade quiere repartir su currículum, por si alguien llegara a necesitar un mecánico de reemplazo durante el verano.
Su caso es similar al de Giovanna Grandón, quien también se hizo conocida por usar un disfraz en el contexto del estallido social. En su caso, el de Pikachu. Ella cuenta que, tras el plebiscito, ha tenido que enfrentar críticas por el trabajo que realizó. En una ocasión, recuerda, un adolescente le gritó “loser” en la feria. Ella lo cuestionó y le preguntó si había visto el trabajo que hizo en la Convención. “Está en YouTube”, le señaló al joven. “Después me pidió disculpas. Me dijo que uno se queda con las cosas que ve”, asegura.
Según Grandón, quien también integraba la Lista del Pueblo, este tipo de prejuicios también se le presentan a la hora de buscar trabajo. Dice que intentó encontrar empleo por las tardes, pero no pudo. “Me ha sido imposible buscar otro trabajo para poder solventar los gastos (...). A mí me siguen preguntando por mi mea culpa, yo les digo que fue ponerme un disfraz en mi hora de almuerzo (...). Mi trabajo lo hice impecable, pero eso nadie lo ve”, lamenta.
Por la mañana -y solo en la mañana, enfatiza-, ella conduce un furgón escolar. Dice que así lo ha hecho desde marzo, cuando aún era convencional, pese a que la Comisión de Ética prohibía tener un trabajo remunerado adicional al de convencional. En los últimos meses, su trabajo se le ha hecho más difícil, debido al costo del petróleo. De hecho, asegura que hoy en día gana menos del sueldo mínimo.
El caso de Margarita Vargas, la representante kawésqar de la Convención, es más crítico, pues por el momento está cesante. Dice que buscar empleo en Chile “está difícil, porque hay tantos prejuicios, no se valora la parte laboral o profesional”. De hecho, descarta poner que fue convencional en su currículum.
Se le ha hecho tan difícil conseguir trabajo, que incluso piensa postular a foros permanentes de Naciones Unidas e irse de Chile. “Estoy mirando otras fronteras, porque, desde el resultado negativo, siento que hemos retrocedido muchos años de lucha de derechos fundamentales básicos (...). Está complejo para nosotros (los exconvencionales), porque hay un gran porcentaje de la población que no valora tu trabajo. Sin embargo, afuera, en Europa, en otros países, es valorado el trabajo”, afirma Vargas.
Retomar rutinas
Elsa Labraña está contenta de estar de vuelta en su casa, en Curicó. Dice que quiere retomar “lo que dejó tirado” por la Convención. Se refiere a sus huertos, pues no alcanzó a sembrar acelgas, lechugas, zanahorias ni ajos la temporada pasada, cuando trabajaba como convencional. Además, cuenta, los conejos le dañaron el terreno durante el tiempo que estuvo ausente, lo que hace más difícil retomar sus actividades como agricultora independiente. “Estoy preparando la tierra para volver a sembrar”, dice.
Junto con volver a sembrar, Labraña también ha trabajado activamente para lograr tener un diagnóstico sobre el resultado del plebiscito. Para eso, ha conversado particularmente con quienes votaron Rechazo. Así, concluyó que la principal causa fue la desinformación y la “poca participación democrática en el proceso”. “A la gente le llegaba la información tergiversada y el proceso fue demasiado rápido. Para nosotros, que estábamos dentro de la Convención, era difícil llevar el ritmo. El que estaba fuera no entendía nada, excepto lo poco y nada que se lograba informar por los medios, que tampoco era muy veraz”, lamenta.
Otros encontraron nuevos trabajos, y de forma rápida. En este grupo están los seis exconvencionales que, tras el plebiscito, comenzaron a ejercer funciones para el gobierno del Presidente Gabriel Boric. Se trata de Ricardo Montero (PS), César Valenzuela (PS), Constanza Schönhaut (Convergencia Social), Tomás Laibe (PS), Beatriz Sánchez (cercana al Frente Amplio) y Patricio Fernández.
Otro grupo -Alejandra Pérez, Manuel Woldarsky, Tania Madriaga y Eric Chinga- entró en julio, días después del fin de la Convención, a la municipalidad de Valparaíso. Natividad Llanquileo, en tanto, según reveló Ex-Ante, trabaja en el municipio de San Antonio.
Para algunos, el paso por la Convención incluso fue positivo a la hora de reintegrarse al mundo laboral. Actualmente, el abogado Rodrigo Logan está en negociaciones para volver a la televisión y ya está inscrito en dos casas de estudios para hacer clases desde el próximo semestre: la Universidad Bernardo O’Higgins y la Diego Portales. Además, dice que haber sido convencional le ha ayudado a buscar nuevos clientes para su estudio jurídico. “La percepción que la gente tiene de mi participación personal es bastante buena, no he recibido gente que me diga: ‘Oye, fuiste a puro w.. a la Convención’”, comenta.
En esta misma línea, Bessy Gallardo -militante comunista desde julio, tras la Convención- también identifica ventajas de haber pasado por el órgano constituyente. “Empezar como abogada es difícil, porque no te conocen (…). Es difícil abrirse camino, pero el paso por la Convención trajo algo bueno: la gente cree que tengo mucho carácter y lo otro que me han dicho es que no miento”, afirma.
Tras la Convención, Gallardo se tituló como abogada y actualmente trabaja como asesora del sindicato de la Casa de Moneda. Además de eso, lleva causas relacionadas a medidas de protección para niñas, niños y adolescentes, y violencia intrafamiliar. También formó una empresa de auditorías y planea hacer un diplomado y un magíster en la Universidad de Chile.
Dentro de la derecha también han llegado a nuevos lugares de trabajo. El abogado Pablo Toloza (UDI) fue elegido esta semana en la nómina de abogados integrantes de la Corte de Apelaciones de Antofagasta en 2023. El también UDI Arturo Zúñiga es parte del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad San Sebastián y está alejado de la contingencia política.
Eduardo Cretton (UDI) pasó de ser uno de los redactores de la propuesta de nueva Constitución a hacer la práctica profesional previa a convertirse en abogado. Actualmente cumple funciones en la Corporación de Asistencia Judicial de la Región Metropolitana. “Después de un año tan intenso, uno valora volver de a poco a la normalidad. La Convención nos dejó a todos un poco dañados, y es bueno darnos cuenta que la vida sigue y que no todo gira en torno a la política”, dice.
Así como él, Guillermo Namor (independiente) y Pedro Muñoz (PS) están próximos a dar su examen de grado en Derecho.
La mesa directiva
“Qué bueno que volvió, doctor (...). Lo echábamos de menos”. Esas fueron algunas de las reacciones con las que se encontró el médico y exvicepresidente de la Convención, Gaspar Domínguez, al regresar a su hospital rural en Palena, en la Región de Los Lagos, luego del año que pasó en Santiago. Dice que está feliz, pues volvió a su rutina de cocinar a diario, andar en bicicleta y atender pacientes. También está entusiasmado por volver a estudiar, pues en 2023 empezará un programa de especialización en neurología, en el hospital clínico de la Universidad de Chile.
A diferencia de Domínguez, el resto de quienes encabezaron las directivas del órgano actualmente se dedican a la academia. La expresidenta Elisa Loncon, por ejemplo, cuenta con un permiso sabático de un año en la Universidad de Santiago, que incluye la mantención del total de sus remuneraciones. En concreto, según se detalla en el permiso -al que tuvo acceso La Tercera-, Loncon visitará California, Massachusetts, Santa Bárbara, París y Auckland.
La también expresidenta María Elisa Quinteros regresó a la Universidad de Talca para integrar el staff permanente del departamento de Salud Pública de la casa de estudios. Además, es directora del diplomado en Salud Pública. Antes de eso, participó del 34° congreso anual de la Sociedad Internacional de Epidemiología Ambiental, en Atenas, Grecia, instancia donde expuso como científica “ligada a lo social” y también sobre su trabajo como constituyente.
El abogado constitucionalista y exvicepresidente Jaime Bassa está de regreso en la Universidad de Valparaíso, donde hacía clases antes de convertirse en convencional. Ahí imparte el ramo de Derecho Constitucional en el departamento de Derecho Público, donde trabaja su par Christian Viera, quien también fue parte del colectivo Frente Amplio. Eso sí, el regreso a sus actividades previas a la Convención incluyó un trago amargo. A través de redes sociales, Bassa informó que fue expulsado de su banda de rock, Rábula.