El sacerdote estadounidense Thomas Reese es un reconocido experto sobre la Iglesia Católica. Se educó en la Escuela Jesuita de Teología en Berkeley y en la Universidad de California Berkeley, donde recibió un doctorado en Ciencias Políticas. En 2014, el entonces Presidente Barack Obama lo nombró en la Comisión de Libertad Religiosa Internacional, una comisión del gobierno federal que revisa las violaciones de la libertad religiosa y hace recomendaciones de política al mandatario. Actualmente escribe en el portal Religion News Service. En conversación con La Tercera analiza la influencia del sacerdote y teólogo suizo Hans Küng, quien falleció el martes en Alemania.

¿Cuál es su visión sobre el impacto que tuvieron los cuestionamientos que Hans Küng realizó a la Iglesia Católica?

Hans Küng fue una de las voces teológicas más importantes a finales de la segunda mitad del siglo XX. Él fue brillante, era claro. Habló de temas que le preocupaban a la gente común. No tenía miedo de desafiar el pensamiento de ese entonces, así que era un muy, muy buen académico. Quiero decir, es raro que tengas la combinación de ser un académico brillante y también ser un gran escritor y comunicador. Sus libros en Alemania se vendieron muy bien y sus traducciones se venden en todo el mundo. Entonces, lo que escribió tuvo un impacto no solo en los teólogos y académicos, sino también en la gente común y en la iglesia. Él tenía una serie de cosas críticas que decir sobre la iglesia, especialmente algunas de cuando trabajaba en el Concilio Vaticano II. Algunas de esas críticas llevaron a cambios en la iglesia. En el Concilio Vaticano II, él era un asesor de los obispos alemanes. Escribió discursos para los obispos, los aconsejó. Y su influencia era muy fuerte, a pesar de que era un hombre muy joven. En el momento posterior al Concilio, continuó escribiendo y continuó deseando ver más cambios en la iglesia. Y fue entonces cuando se metió en problemas porque la gente que dirigía la iglesia después del Concilio Vaticano II no estaba interesada en más cambios. Así que tuvo problemas con el cardenal Ratzinger, con el Papa Juan Pablo II. Creo que influyó en el pensamiento de la gente en la iglesia para influir en los teólogos, pero no tuvo influencia en las personas que tomaban las decisiones. En otras palabras, los cardenales y obispos y papas.

¿Cuán influyente fue para los sectores progresistas de la iglesia?

Él era considerado por los progresistas en la iglesia como uno de sus líderes intelectuales, porque simplemente no daba opiniones, entregaba una erudición en la que respaldaba sus llamados a una mayor reforma y cambio en la iglesia. Así que estableció una especie de base intelectual para las reformas que pedían los progresistas. Entonces él fue muy importante por eso.

Hans Küng, miembro de la Academia de Yuste. Foto: Europa Press

¿Quién podría ser el Hans Küng de la actualidad?

No creo que conozca a nadie. Este fue un momento único en la época del Concilio Vaticano II, porque había mucho que cambiar en la iglesia. Y tenías a estas personas brillantes hablando en ese momento, y él era una de ellas. No puedo pensar en nadie que sea de su calibre hoy en la iglesia.

¿Cree que se adelantó a su momento?

Sí, absolutamente. Creo que estaba muy adelantado. Estaba en sintonía con mucha gente en la iglesia, pero no con la jerarquía. Digámoslo de esta manera, ciertamente la jerarquía pensaba que estaba muy adelantado a su tiempo, de hecho, había mucha gente en la iglesia, especialmente progresistas, que pensaban que estaba acorde con los tiempos y lo que los tiempos exigían de la iglesia. Entonces la pregunta es: ¿Estaba adelantado a su tiempo o la jerarquía de la iglesia estaba atrasada?

Küng hablaba de la crisis de la iglesia, ¿considera que la institución enfrenta el riesgo de un quiebre?

Creo que la iglesia tiende a premiar la estabilidad y que no haya cambios. La jerarquía pensaba que el cambio era un problema y era algo que debía evitarse, y el resultado fue que estábamos congelados y, ya sabes, esta retórica de la contrarreforma y la actitud hacia el mundo como amenazante. El resultado fue que cuando el Concilio Vaticano II finalmente fue convocado y el Papa Juan XXIII planteó la pregunta de cómo hacemos para una reforma a la iglesia, había una lista enorme de cosas que simplemente se habían ignorado durante siglos. Y tuvimos que ocuparnos de todo a la vez. Y eso fue muy traumático para la iglesia. Entonces, en cierto sentido, estaría de acuerdo con él en eso, este período ha sido tan traumático como la Reforma, aunque en cierto sentido, mueve a la iglesia de forma contraria a la Reforma. Las iglesias están en realidad más juntas que nunca desde la Reforma, al menos no nos estamos matando entre sí. Creo que lo nuevo que ha ocurrido en la iglesia, es lo que pasó a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, que es la creciente secularización de la sociedad en general. A principios del siglo XX todos pertenecían a una iglesia, puede que no haya sido la Iglesia Católica, pero pertenecían a alguna iglesia. Ahora tenemos un número cada vez mayor de personas que simplemente dicen que no se ven a sí mismos como afiliados a ninguna iglesia, y ese es un fenómeno nuevo en el mundo de hoy. Así que es un nuevo mundo con el que la iglesia tiene que lidiar ahora. Y creo que Hans Küng estaba lidiando con esos problemas. Estaba muy interesado en el diálogo de las religiones del mundo, con el budismo y el islam, el hinduismo y todas esas cosas y también dialogar con los incrédulos. Y estaba muy interesado en desarrollar una ética para todo el mundo.