La muerte del Presidente iraní, Ebrahim Raisi, el domingo pasado, en un accidente de helicóptero -junto a otras figuras del gobierno- supuso un gran impacto en el país justo en un momento en que la República Islámica enfrenta una frágil situación económica y una creciente tensión en Medio Oriente. Si bien Raisi no era la máxima autoridad, representaba la cara más dura del régimen. Los expertos concuerdan que su fallecimiento va a tener un efecto en el proceso de sucesión para el liderazgo del ayatolá.

En sus casi tres años como Presidente, Raisi ejerció una influencia considerable en la política, la sociedad, la economía y las relaciones exteriores del país, llevando al régimen de Teherán hacia una línea aún más conservadora y dura. De hecho, bajo su mandato reforzó el cumplimiento de la ley para los códigos de vestimenta de las mujeres, llegando a reprimir duramente a quienes se negaban a cumplir. También en su mandato el país estuvo al borde de un conflicto regional, siendo un claro antagonista de Estados Unidos.

Su prematura muerte eleva al primer vicepresidente Mohammad Mokhber, exjefe de una enorme empresa estatal controlada por el Líder Supremo, a asumir las responsabilidades del Presidente. También precipitará nuevas elecciones en 50 días, lo que requerirá una improvisación inusualmente apresurada por parte de un régimen que se ha vuelto cada vez más impopular a medida que se acerca a su medio siglo.

“Se trata de un acontecimiento sin precedentes que perturbará los asuntos internos del país durante unos dos meses. El Presidente no es el máximo responsable del poder en Irán, sino el Líder Supremo. Y Ebrahim Raisi no era un Presidente popular ni influyente. Además, lo más probable es que el próximo Mandatario sea de línea dura, ya que no espero un cambio importante en las políticas clave del país”, dijo a La Tercera Negar Mortazavi, periodista iraní-estadounidense e investigadora principal del Centro de Política Internacional en Washington.

El personal maneja el ataúd del difunto presidente iraní Ebrahim Raisi durante su ceremonia de entierro en el santuario sagrado del Imam Reza en Mashhad, Irán, el 23 de mayo de 2024. Foto: Reuters

Para Ali Vaez, director del Proyecto Irán del centro de estudios belga Crisis Group, el mandato de Raisi puede ser considerado como tenso, “aun reconociendo las limitaciones de la capacidad del poder ejecutivo para dictar políticas, dados los centros de poder en pugna y la autoridad decisoria última del Líder Supremo”.

“El legado más importante de su truncado mandato fue un fuerte deterioro de las relaciones de Irán con Occidente, debido al fracaso de los esfuerzos por negociar la vuelta al acuerdo nuclear de 2015, a las relaciones militares cada vez más estrechas con Rusia durante la guerra de Ucrania y al peligroso ataque con misiles y drones de Irán contra Israel el 14 de abril. Al mismo tiempo, a pesar de las medidas destinadas a aliviar una economía en dificultades mediante el estrechamiento de las relaciones con China y la pertenencia a organizaciones multilaterales como la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y un BRICS ampliado, la elevada inflación, el debilitamiento de la moneda y los recurrentes casos de corrupción han mostrado los límites de una ‘economía de resistencia’ capaz de prosperar bajo las sanciones”, añadió el experto en conversación con La Tercera.

Irán es una teocracia con un sistema paralelo de gobierno en el que los órganos elegidos son supervisados por consejos designados. El ayatolá Alí Jamenei y el Consejo Supremo de Seguridad Nacional deciden las principales políticas estatales en materia nuclear, militar y de asuntos exteriores, mientras que la Guardia Revolucionaria ha ido aumentando con los años su influencia en la economía y la política.

Se consideraba que Raisi estaba preparado para suceder potencialmente al Líder Supremo, que a sus 85 años ha tenido problemas de salud por lo que su posible sucesor cuando muera es una conversación que ronda en los círculos de poder en Teherán. El fallecido mandatario era un leal incondicional de Jamenei y su visión del mundo. Ahora, sin un candidato claro al que respaldar, el ayatolá podría enfrentarse a luchas internas dentro de su base conservadora, estiman los expertos.

Uno de los candidatos es el hijo de Jamenei, Mojtaba, quien ha ido adquiriendo poder en el último tiempo. “Para la mayoría de los iraníes, el hijo es un enigma. No ocupa ningún cargo público, rara vez aparece en público y no da discursos. Con vínculos de décadas con figuras clave del sistema de inteligencia y seguridad de Irán, el joven Jamenei se ha vuelto poderoso en las sombras, particularmente bajo Raisi, quien era visto como un presidente dócil sin una base de poder personal”, escribió el diario The Wall Street Journal.

El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, ora durante una reunión con un grupo de niñas que alcanzaron la pubertad en Teherán, Irán, el 3 de febrero de 2023. Foto: Reuters

“El candidato claro en este momento es el hijo de Jamenei y en Irán circulan rumores de que su hijo tuvo algo que ver con el accidente de helicóptero. Lo creamos o no, lo único que importa es que la línea dura del régimen lo cree. Y cada vez que hay agitación y caos, hay una oportunidad para aprovecharse de ello. Aunque habrá competencia. Los cuchillos están fuera en la base conservadora”, explicó a La Tercera, Michael Pregent, analista del Hudson Institute.

Sin embargo, los analistas creen que al carecer de un historial ejecutivo y de gobernanza, Mojtaba sería una elección controvertida, porque daría una señal de que Irán reemplazó en 1979 una monarquía y ahora tendría un sistema hereditario. De hecho, una cita atribuida a Alí Jamenei se opone a esta opción debido a esas preocupaciones.

En una encuesta de opinión publicada el 2 de marzo pasado por BBC Persian, se preguntó a expertos y analistas a quién probablemente nombraría la recién elegida Asamblea de Expertos como sucesor de Jamenei. En aquel momento, la mayoría estaba dividida entre Raisi y Mojtaba.

En un análisis realizado por el centro de estudios Stimson, se señala que la elección de Mojtaba podría provocar una reacción violenta de otros clérigos influyentes dentro del régimen islámico, particularmente dada la dura campaña psicológica emprendida contra él después de que su nombre fuera mencionado por primera vez como candidato al liderazgo por Mir-Hossein Mousavi, un líder reformista que ha estado bajo arresto domiciliario sin cargos ni juicio desde febrero de 2011.

Otro de los posibles sucesores es un clérigo de alto rango, Alireza Arafi.

Mohsen Kadivar, profesor de Estudios Islámicos en la Universidad de Duke, señaló: “Dadas las muertes, descalificaciones y marginación de algunos exjefes de los poderes ejecutivo y judicial, existe una gran posibilidad de que el próximo líder sea seleccionado entre los actuales o futuros jefes de estas dos ramas que tengan antecedentes ejecutivos”.