Reconocida como una de las voces más importantes en cuanto a Derechos Humanos en Argentina, la muerte de Hebe de Bonafini el domingo pasado no fue indiferente para la política trasandina. Tenía 48 cuando, de un día para otro, pasó de ser una dueña de casa a reclamar justicia por las madres cuyos hijos habían muerto en dictadura.
Fallecida a los 93 años, pasó 45 de ellos en esa búsqueda, tiempo en el que dirigió a las Madres de Plaza de Mayo buscando, según Ulises Gorini, una respuesta que ni los sindicatos ni los partidos políticos pudieron entregarle. En esta entrevista con La Tercera su biógrafo y autor de Los caminos de la vida, analiza la figura de De Bonafini y su rol al interior de la agrupación Madres de Plaza de Mayo.
Usted trabajó tanto en la biografía de Hebe de Bonafini como en las Madres de Plaza de Mayo. ¿Cómo fue el proceso para abarcarlas?
Era un tema difícil de abordar. En contraste con la trascendencia política nacional e internacional que han tenido las Madres de Plaza de Mayo, ha habido pocos trabajos académicos que abordarán la historia de la organización. Algunos trabajaban basándose en que eran madres y que eso explicaba su valentía considerando su presencia en la Plaza de Mayo bajo el mayor terror que conoció la Argentina, porque bueno, cómo no lo iban a hacer si eran madres, y una madre no le quedaba otra alternativa que continuar con los deberes de madre, exponían ellos. Pero el cuidado de sus hijos en la casa ahora estaba abocado a la plaza. Y ahí hay una obviedad, que en realidad es un gran error asumido sobre ellas, porque en realidad la mayor parte de los familiares de desaparecidos, incluida la mayor parte de las madres de desaparecidos en Argentina, no salieron a pelear. Las Madres de Mayo siempre fueron un grupo numéricamente muy pequeño. En el mejor momento no pasaron de las 3000 mujeres. Acá hubo más de 30.000 desaparecidos, miles de asesinados y presos políticos, casi dos millones de exiliados. Numéricamente, las Madres de Plaza de Mayo fue un grupo muy pequeño.
Entonces, ¿qué pasó con esas otras madres? La maternidad por sí misma no explica de ningún modo el fenómeno de las Madres de Plaza de Mayo. A veces incluso explica lo contrario, y hay representaciones en el contexto de la desaparición de hijos donde se las muestra encerradas en sus casas, deprimidas y muriendo de angustia, de cáncer, o de tristeza, sin poder dar el paso de la lucha política. Pero las Madres de Plaza de Mayo se transformaron en un sujeto político.
Precisamente sobre esa condición de sujeto político, ¿qué fue lo que hizo de Hebe de Bonafini en la representación de esta agrupación?
Ahí está la pregunta clave, porque un arma política, como lo es la desaparición forzada de personas con blancos políticos, que eran los sectores de la izquierda de revolucionaria, con objetivos políticos, que era el rediseño de la estructura política, social y económica de Argentina, no es respondida desde los partidos políticos o de las organizaciones sindicales o sociales, sino de un movimiento originado en las relaciones de familia. Esto lleva a preguntarse sobre qué estaba pasando con los partidos políticos. Eso tiene una explicación: la profunda derrota de la izquierda revolucionaria, tanto en el plano político como en el militar. La aparición de Hebe de Bonafini y las Madres de Plaza de Mayo no se debe solo a la dictadura y al terrorismo de Estado, sino también al fracaso de los sectores democráticos, la derrota de la izquierda revolucionaria, que era incapaz incluso de defender a su propia militancia, entonces es un fenómeno muy complejo. Y de golpe, mujeres que no tenían experiencia política irrumpen. Hebe de Bonafini hasta los 48 años había vivido como una ama de casa. Con su imaginario, su ideal y su proyecto de vida vinculados solo al progreso familiar y al ascenso social, de espaldas a la política. No solo siendo indiferente, sino que a veces rechazando la política. Casi medio siglo de espaldas incluso a lo que la había beneficiado. Ella venía en un lugar muy humilde, había nacido en una casa de chapa de zinc y madera, de una sola habitación que hacía las veces de dormitorio, cocina y comedor, con una letrina afuera y, sin embargo, había podido formar su propia familia y enviar a estudiar a sus hijos. Tenía otro nivel social y económico que sus hijos, ella era de una familia de trabajadores, sus hijos llegan a la universidad, se crían en un colegio de élite, uno de los mejores de la ciudad de La Plata. Su familia era producto de un Estado de Bienestar muy pujante en la Argentina, que la dictadura quiso exterminar. Bonafini vivió casi medio siglo sin prestar atención a ese Estado de Bienestar que la había beneficiado tanto. Y de golpe le revientan a ese mundo. Se lo vuelan por los aires a los 48 años, y tiene que cambiar absolutamente frente al silencio de los partidos políticos de Argentina. Así surgen estas mujeres, desde la ignorancia más absoluta de lo que era la práctica política.
¿Cuáles fueron las sombras de Hebe de Bonafini?
En los últimos tiempos Hebe me insistía en que no la pintara como una heroína. No se me había pasado por la cabeza. Era una persona muy contradictoria, que podía querer lo mejor, tener la mayor valentía, y también explotar en exabruptos. Se la comparó mucho con Maradona, con ese liderazgo plebeyo que no viene de la tradición política ilustrada, que no viene como heredera de la Revolución Francesa y la Revolución Rusa, el republicanismo y la democracia. Viene de espaldas a la política e irrumpe con lo que pudo y como pudo, puestas en un escenario que nunca habrían imaginado.
¿Habría sido posible la existencia de las Madres de Plaza de Mayo sin Bonafini?
Es muy difícil separar la historia personal de Hebe de las Madres porque fue su líder principal, su mayor encarnación, y su entrega era total. Incluso te diría que desde ese paradigma personal que vivió hasta los 48, ella pasa a relegar todo lo que había sobrevivido de su familia. Es muy duro decirlo así, porque sobrevivió una hija. Se entregó tanto a la política que desplazó finalmente a su familia. Yo creo que Hebe le dio a Madres una dimensión que de otro modo no hubiera tenido. Poseía una potencialidad creativa y una efectividad creativa impresionante. Es creadora de frases que quedaron para siempre en la historia de Argentina, como “la única lucha que se pierde es la que se abandona”, o “somos las únicas madres paridas por nuestros propios hijos”. Esa frase no es solo metafóricamente ocurrente. Es una imagen potente, pero a su vez es muy real: ella, buscando a sus hijos físicamente, termina encontrando los ideales y las luchas de los hijos, asumiéndolos en una referencia permanente. Cuando hacíamos la biografía sobre Hebe, estábamos con el editor sobre la mesa pensando sobre las fotos y yo estaba obsesionado con la cronología. El editor empieza a juntar fotos de distintas épocas, del 78, del 83, el 93, del 2001 y yo digo “no, pero son todas de distintas épocas”. “Fíjate en esto”, me responde. En una foto, Hebe está arrinconada por un caballo de la policía contra una pared. En otra, un policía le pega con una porra en la cabeza. Una de otro año muestra a Hebe atravesando una valla policial. Otra se ve en medio de una nube de gases lacrimógenos. Eran 30 años de historia, ¿qué político o qué dirigente social podría exhibir eso? No es que sea un mérito ser reprimido, pero poner el cuerpo como lo había puesto Hebe de Bonafini, no hay político en la Argentina.
Especialmente durante los últimos meses, la dirigente se mostró especialmente crítica de la gestión del Presidente Fernández, pero siempre tuvo palabras de cariño para Cristina Kirchner. ¿Por qué se da esta diferencia?
Hebe es la expresión de la política más radicalizada en Argentina. Ella surge de la derrota de la izquierda revolucionaria, pero, como te decía antes, hija de sus propios hijos, empieza a seguir un curso político de radicalización, identificación con el socialismo, salta la figura del Che Guevara tan importante en la Argentina, viaja a Cuba y se abraza con Fidel Castro, apoya a Lula, a Chávez, etc. En ese proceso de radicalización no encuentra en la Argentina, creo yo, un equivalente revolucionario como había existido en el pasado. Lo que sí encuentra es el kirchnerismo, que no es el socialismo. Es un capitalismo nacional, un movimiento político que en el mejor de los casos se puede considerar como redistribucionista, que a veces no lo logra, como no lo está logrando hoy. Pero Cristina (Kirchner) encarnó uno de los mejores momentos de este distribucionismo y de cierto reformismo en la Argentina. Ella se mantiene como un referente, incluso bastante solitario, porque se paraba en la plaza, y frente a un pequeño grupo decía de todo. Fue la primera que criticó al Presidente Fernández, antes que el kirchnerismo saliera a criticarlo. Creo que esa es la explicación del rol complejo de Hebe, por muchos años se mantuvo sola. Las Madres no solo estuvieron solas en la época de la dictadura. Estuvieron solas frente a (Raúl) Alfonsín, frente a (Carlos) Menem, ante (Fernando) de la Rúa, y ahora han sido críticas frente al presidente Fernández al principio en soledad. Para las derechas es la encarnación del diablo. Para las izquierdas fue siempre un referente muy importante. Nos acercábamos a ella también como un faro. Era una académica, no era un intelectual ilustrada de la izquierda. Aprendió de la política a la fuerza. Hebe nos enseñó que la única lucha que se pierde, es la que se abandona, así que a pesar de nuestros límites, no abandonamos.