Una cinematográfica fuga: los detalles del escape de seis presos de la Cárcel de Valparaíso

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Al interior de su celda, la Nº 30 del módulo 104, ubicada en el tercer piso del penal, hay un baño con una placa metálica pegada a un muro, la que los reos desgastaron de a poco hasta sacarla. Ingresaron por un ducto de 50 por 50 cm, donde se encuentran las cañerías de la cárcel, saltaron tres mallas y lograron salir a la calle a pie. ¿Hubo ayuda de un gendarme? Aquí algunas pistas de esta fuga.


En la vía pública, en Cachagua, la PDI detuvo el 28 de julio pasado a Felipe Osvaldo Escobar Flores (23). Iba con dos personas más que no tenían órdenes de arresto pendientes. Cinco días antes el joven, apodado “El Metralleta”, había protagonizado una cinematográfica fuga junto a otros cinco reos desde la Cárcel de Valparaíso. En ese recinto cumplía condena hasta abril de 2023 por robo en lugar no habitado y robo con fuerza. Escobar abrazó la libertad, pero sólo por unos días.

“No tuvimos ningún problema en la detención, fue tranquila, el muchacho estaba consciente de su incumplimiento penitenciario y no puso ningún tipo de resistencia”, dijo el jefe de la Prefectura de Valparaíso, Marco Olivarí. Tras su aprehensión, fue trasladado por Gendarmería al Complejo Penitenciario del Biobío, donde continuará cumpliendo su pena, aunque ahora en un módulo de alta seguridad. Sus compañeros de fuga han corrido mejor suerte, hasta el momento.

El “gran escape” se concretó cerca de las 7:00 del 23 de julio. A esa hora una funcionaria del Centro de Educación y Trabajo (CET) La Pólvora junto a un grupo de internos, llegó en un vehículo de Gendarmería hasta el patio de maniobras de la unidad penal para entregar el pan para la población penal. Cuando ingresaron -en medio de la neblina- fueron sorprendidos por seis reos. Cinco de ellos se abalanzaron encima del gendarme que custodiaba el portón, le quitaron su arma de fuego y dieron disparos al aire y, de esta forma, lo obligaron a abrirlo, concretando su huida a pie.

Pero para llegar hasta ese patio, primero tuvieron que salir de la celda, la Nº 30 del módulo 104, ubicado en el tercer piso del penal, donde vivían únicamente tres de los fugados. Al interior de esta tenían un baño que contaba con una placa metálica pegada a un muro, la que fueron desgastando de a poco. Quienes conocen la infraestructura de ese lugar sostienen que la platina ya estaba bastante dañada por años de corrosión por efecto de la salinidad de la costa.

Fuentes del caso sostienen que la noche previa a la fuga el gendarme Marcelo Serrano, quien además es el presidente de la Asociación de Gendarmería Técnicos Profesionales de Chile (Agetpro) en Valparaíso, ingresó en la misma celda Nº 30 a los otros tres internos. En este contexto, se investiga una eventual colaboración en la evasión por parte de este funcionario.

Luego, a las 6.00 del día siguiente, entre los seis internos sacaron la platina e ingresaron por un ducto que mide 50 por 50 cm, aproximadamente, y donde se encuentran las cañerías de la cárcel. Uno a uno fueron ingresando por este angosto espacio hasta llegar al primer piso del penal. Luego, saltaron alrededor de tres cercos de mallas metálicas con concertina en la parte superior (tipo de alambre de púa para evitar las fugas) hasta llegar al patio donde concretaron su escape.

Tras la fuga, se inició un sumario administrativo y el Ministerio Público abrió una investigación penal. Así, a las 15:28 de ese día, la fiscal de Valparaíso Lorena Ulloa pidió al tribunal despachar una orden de detención en contra de los reos. “Estimada magistrado, respecto de los condenados (se está investigando) el delito es quebrantamiento y lo que también se está investigando es si se cometió el delito de evasión de detenidos del artículo 302 del Código Penal”, explicó la fiscal vía e-mail al tribunal. Además, el juzgado le autorizó la interceptación telefónica, grabación de llamadas y georreferenciación de dos teléfonos: uno de la pareja de uno de los fugados, y otro, de un familiar de otro de los internos que se escapó.

El jefe de la Biro de Valparaíso de la PDI, Christián Soto, dijo que además se levantó “una alerta en las entradas y salidas del país para evitar que estas personas salgan y evadan la justicia. En estos casos, se hace un análisis criminal de cómo poder ubicar el paradero de estas personas, quienes generalmente se contactan primero con familias o amigos cercanos”.

Un factor común: los robos

Todos los internos que se escaparon tienen un denominador común: están condenados por diversos robos. Matías Peralta Parra estaba por robo con violencia, delito por el que fue sentenciado hasta el 3 de agosto de 2021. Felipe Escobar Flores, quien fue capturado en Cachagua, fue declarado culpable de dos robos en lugar no habitado y un robo por sorpresa y cumpliría su sentencia el 16 de abril de 2023. En el caso de Maximiliano Fuenzalida Leiva, estaba preso desde octubre de 2018 y recién iba a a salir de la cárcel en octubre de 2037. Su hermano, Edward Fuenzalida Leiva, estaba en la cárcel por robo con violencia y robo con violencia e intimidación e iba a salir libre en siete años más. En tanto, Christian Lucka Cortés fue condenado por dos robos en lugar no habitado y hurto simple e iba a ser liberado en diciembre de 2024. Y Kevin Mondaca Rojas estaba cumpliendo sentencia por maltrato de obra a gendarme, receptación y robo con violencia y estaría en prisión hasta marzo de 2027.

Dos horas y media después del escape, cerca de las 9:30, personal del Subdepartamento de Servicios Especializados Penitenciarios de Gendarmería hizo un allanamiento en los módulos N° 103, 104 (a este pertenecían los fugados) y 105.

Durante el procedimiento, encontraron varios elementos prohibidos. En el módulo 103 había 10 celulares, 13 cargadores, tres chips y dos baterías de celulares, 19 armas blancas, un pendrive y dos router de wifi. En el módulo 104 encontraron 73 armas blancas, 12 pipas artesanales, dos pendrive, 20 cargadores de teléfono, 11 celulares, tres sierras para cortar metal, una batería de teléfono, dos router de wifi y un decodificador de televisión. Y en el 105 había 55 armas blancas, tres litros de licor artesanal, siete pipas artesanales, un pendrive, 38 cargadores de teléfonos, 14 celulares, un disco de sierra eléctrica y cuatro baterías de teléfonos.

A raíz de la fuga, Gendarmería implementó una intervención en las cárceles de Valparaíso, la que quedó a cargo del subdirector operativo, Pablo Toro Fernández. La idea es poder hacer un diagnóstico de las operaciones, recursos y situación de los establecimientos penales de la zona.

Además, el 26 de julio pasado el director nacional, Christian Alveal, aceptó la renuncia del director regional subrogante a la fecha de la fuga, coronel Luciano Chávez; la alcaide y jefa operativa del establecimiento penitenciario, teniente coronel Romina Campos; y la directora regional de la V Región, coronel Sandra Toledo. Y se designó a cargo de la investigación interna al coronel Gonzalo Hermosilla.

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