El jueves 25 el Hospital Carlos Van Buren -el principal recinto médico de la V Región- comenzó a derivar pacientes a otras regiones por falta de camas.
La medida supone un revés tras las duras medidas de confinamiento que se han decretado en la zona: el Gran Valparaíso suma dos semanas de cuarentena total y Viña del Mar siete días. A ese escenario hay que sumar que ya se cumplen 90 días en que ambas comunas están bajo confinamiento los fines de semanas.
Pese a todo, a mediados de esta semana - miércoles 24- en Valparaíso se batieron récord de contagios en lo que va de toda la pandemia con 200 positivos en un día, lo que llevó a sumar 1168 casos activos. En Viña del Mar el panorama es similar: esa jornada se registraron 135 nuevos casos llegando a 913 contagiados activos.
Desde el Colegio Médico, Ignacio De la Torre, expresó que la situación de Valparaíso “es muy compleja porque vemos que 90 días de confinamiento no lograron impacto porque los permisos de lunes a viernes fueron suficientes para los rebrotes. Las medidas y las modificaciones de éstas no le hacen sentido a la ciudadanía, ni a los expertos. Moverse en plazas , parques y playas con respectivos aforos no tienen tanto riesgo. Las empresas esenciales en confinamiento deben ser redefinidas y se deben restringir aforos al transporte público, aunque al intendente no le parezca”.
¿Qué pasa en estos balnearios a diferencia del resto de la Región?
La comparación con el resto de las provincias que componen la Región de Valparaíso es significativa. Incluso en ciudades de balnearios concurridos como Algarrobo, Zapallar o Puchuncaví los casos activos no han alcanzado los 200 diarios. Actualmente la comuna que más podría acercarse a la realidad de Viña y Valparaíso es San Antonio, que registra 166 casos activos, es decir, diez veces bajo los números más rojos de la costa central.
Las autoridades vinculadas al área de la salud apuntan principalmente a los permisos de vacaciones del verano. Y es que en diciembre los casos activos de ambas comunas eran de 527 en Valparaíso y 446 en la Ciudad Jardín. En tanto, al inicio de marzo, los casos ya se habían duplicado.
Para el infectólogo de la Universidad de Valparaíso Rodrigo Cruz, “está claro que las modificaciones en el verano, haber permitido las reuniones esporádicas en pubs, mall, restaurantes contribuyó a incrementar los contagios, ya que esos lugares son los de más alto riesgo de infección por ‘superpropagadores’”. El experto suma a ese escenario que “la fiscalización de estas medidas ha sido deficiente, por lo que hubo escaso cumplimiento y adhesión a ellas de parte de la gente. Era atendible la idea de ayudar a las personas a salir del hogar para despejar la mente, después de varios meses de encierro, pero las cosas no se hicieron bien, ya que esta decisión no apuntó en definitiva a evitar las aglomeraciones y además ayudó a relajar las medidas básicas de prevención”.
La sicóloga y doctora en neurociencia de la Universidad de Playa Ancha , Lilian Pérez, suma otra variable: el aumento sistemático de contagio obedece a “un concepto errado del autocuidado. El andar con mascarilla no garantiza el no contagio, sino que todo lo que se toca sin protección se contagia. Evitar salir contrasta con el concepto vacaciones que la gente tiene como definición que es pasarlo bien, no cumplir horarios. O sea, bajar la guardia y divertirse. Así el virus se esparció desde la ciudad origen hasta todo el contacto en la casa de la playa”.
Al relajo que supuso el periodo de vacaciones hay que agregar factores socioculturales.
El sociólogo Luis Henríquez, por ejemplo, sostiene que “hay una dimensión de la pobreza con distintas características, como el hacinamiento de viviendas, malas condiciones laborales, y que la mayoría de éstos es por cuenta propia: Trabajan por hora o en condiciones informales como los vendedores ambulantes, ellos no tienen protección, ni obligación de cuidado sanitario. Ejemplo claro, lo que pasó en el Mercado Cardonal recientemente cerrado por brote”.
Pérez, en tanto, apunta al relajamiento de sectores socioeconómicos altos. “Hay personas con muchísimo dinero, pero tienen mal comportamiento en la pandemia. Yo hablaría de carencia en el respeto al otro y de valores. Diría que el mal control de los traslados para los trabajos esenciales, atender servicios, ha influido y sería el gran factor de riesgo”