El 2 de mayo recién pasado el ascensor Polanco, uno de los 15 que podrían estar funcionando en Valparaíso, presentó una serie de fallas que lo dejaron temporalmente cerrado y hoy, más de un mes después, el aparato sigue sin funcionar. La problemática, en todo caso, no es única. A algunos kilómetros el ascensor Artillería se encuentra paralizado desde 2021 y en la actualidad está abierta su cuarta licitación para que vuelva a funcionar. Y así como esos, los casos se repiten y despiertan la inquietud de la comunidad porteña.
“Nos dirigimos a usted para transmitir nuestra profunda preocupación por la sistemática pérdida de nuestro transporte tradicional, y enfatizar el impacto negativo que tiene en la calidad de vida de los habitantes de Valparaíso”, decía la Asociación de Usuarios y Usuarias de Ascensores de Valparaíso (Ascenval) en una carta dirigida al Presidente Gabriel Boric entregada el 25 de mayo, para el último Día de los Patrimonios.
Y es que la agrupación, así como el resto de la ciudad y sus visitantes, ven con cierta congoja que el problema de sus ascensores se arrastra desde hace años: la ciudad cuenta con los ascensores Barón, El Peral, Reina Victoria, San Agustín, Los Lecheros, Polanco, todos de propiedad de la Municipalidad de Valparaíso; además del Espíritu Santo, Concepción, Cordillera, Villaseca, Larraín, Monjas, Florida, Mariposas y Artillería, cuyo propietario es el Gobierno Regional (Gore). De estos 15, sólo siete están operativos. ¿Cómo se llegó a esto?
Para 2003 Valparaíso contaba con 15 ascensores en funcionamiento, hecho que fue cambiando con los años, lo que llevó a que en 2012 el expesidente Sebastián Piñera anunciara la compra de nueve ascensores, además del terreno donde operaba Santo Domingo -desaparecido en 1977-, con una inversión aproximada de $ 2,2 mil millones, los que serían parte de la iniciativa denominada “Legado Bicentenario”.
Pero de los nueve sólo tres fueron restaurados -Espíritu Santo en 2018; Cordillera y Concepción en 2019- y en 2020 todos dejaron de estar operativos. Ese año, el Concepción sufrió una caída por un problema de mantención, dejando a cinco heridos graves, lo que llevó el cierre de los otros dos ya que todos fueron parte del grupo restaurado por el Ministerio de Obras Públicas.
Al año siguiente, el ascensor Artillería presentó una falla en la chaveta, la cual según Ascenval fue declarada como " irreparable” por el municipio. Desde esa fecha se encuentra inoperativo.
“La implicancia es en el tratamiento que se les ha dado. Desde que se compraron los ascensores se subestimó el problema. Todos han sido por problemas mecánicos, no arquitectónicos”, señala a La Tercera César Andrade, presidente de Ascenval.
Fue en 2022 cuando el Gore le entregó en comodato hasta 2027 al municipio la administración de los ascensores de su propiedad, que son nueve, además de poseer el terreno donde hasta 1977 operó el Santo Domingo. En ese acuerdo se determinó que el municipio es el encargado de la administración, operación y mantenimiento de estos, reportando cada seis meses la situación de los ascensores al gobierno regional.
Los otros siete ascensores que podrían estar funcionando en la ciudad, como se ha dicho, son de la municipalidad, que también tiene el terreno donde hasta 1974 funcionó el Arrayán. Hay, además, un ascensor -La Cruz-, que es de un privado y que no opera desde 1992.
Pero ¿qué institución es la que está a cargo de los ascensores? La respuesta revela en sí misma una de las causas de su estado actual: nadie se siente 100% responsable. Y es que si en respuesta a la carta de la agrupación al Presidente, el gobierno señaló que es competencia de la Municipalidad de Valparaíso, desde esta última institución, en tanto, dicen que los ascensores que sí están recuperados están funcionando correctamente, pero que aquellos que están sin operar y son propiedad del Gore, no están recuperados y que son el Monjas y el Villaseca, cuyas obras están paralizadas desde 2019 con un avance del 60%.
Esos trabajos están a cargo de otra entidad, toda vez que las restauraciones las lleva la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas y que, según Loreto Wahr, directora nacional de Arquitectura del MOP, junto a los otros siete ascensores que pertenecen al gobierno regional son parte de un Convenio Mandato firmado con el Gore en 2013 y que “se traduce en una inversión por cerca de 13 mil millones de pesos del MOP, tanto en las etapas de diseño y de ejecución de las obras de restauración”.
La razón por la que esta entidad tiene la responsabilidad de la restauración es porque los inmuebles patrimoniales cuentan con categoría de Monumento Histórico, por lo que los trabajos de restauración se encuentran bajo el criterio de no modificar su arquitectura y cuidar su imagen urbana histórica, además de que el sistema electromecánico y plano de rodadura tiene trabajos que apuntan a la actualización del sistema de funcionamiento.
“No estamos satisfechos con la respuesta porque quien está a cargo de las restauraciones es el MOP, no la municipalidad”, recalca Andrade, quien también expresa que el Ministerio de Transportes también debiese tener injerencia, dado que los ascensores son medios de transporte público desde 2015.
Pero, asimismo, otro de los obstáculos de la reparación de los ascensores recae en las licitaciones, buena parte de las cuales han tenido procesos fallidos: desde Ascenval, por ejemplo, cuentan al menos 12 fracasos entre llamados desiertos o porque la oferta superaba el monto presupuestado por el MOP.