Para Venezuela, 2012 fue la víspera del peor colapso nacional en la historia moderna de América del Sur. Y el periodista de The New York Times, William Neuman, fue testigo de ese proceso. Ese año llegó a Caracas como corresponsal del diario estadounidense para la región andina. Una estadía que se prolongó hasta 2016 y en la cual pudo retratar la primera etapa de esa desgarradora implosión. Y luego regresó en 2019 para ver cómo tocaba fondo.

Ahora esa experiencia se plasma en el recién lanzado libro Things are never so bad that they can’t get worse (Inside the collapse of Venezuela). Aunque el texto aún no se traduce al español, Neuman cree que se llamará “Todo se puede poner peor”. Esto, en referencia al continuo deterioro de la situación venezolana. En entrevista telefónica con La Tercera desde Nueva York, Neuman entrega su visión de la crisis que afecta al país sudamericano y el acercamiento del gobierno de Nicolás Maduro con EE.UU. producto de la guerra de Rusia con Ucrania.

¿Cómo llega a cubrir Venezuela? ¿Cuánto tiempo estuvo asignado a ese país?

Yo estuve 15 años en The New York Times y salí hace tres años para escribir el libro. En 2012 el diario me mandó como corresponsal a Venezuela para cubrir la región andina. Llegué en enero y ese año era clave en la historia de Venezuela, porque era la última campaña de Hugo Chávez que cubría y el precio del petróleo estaba sobre los US$ 100 el barril, entonces uno tenía la sensación en ese año de estar en un país que estaba lleno de dinero. Entonces yo pude ver el país en su auge, en cierto sentido, y también ver a Chávez y conocer el país de antes. Y después viene la muerte de Chávez en marzo de 2013 y ahí empieza la época de Maduro. El año siguiente comienza a bajar el precio del petróleo y el colapso de Venezuela se inicia con dos crisis que se combinan. La primera es la muerte de Chávez, que gatilla una crisis política y la segunda es la crisis económica, que comienza con el desplome del precio del petróleo. Estuve hasta 2016 en Caracas, donde vivía y estaba la base de la corresponsalía. Después de volver a Nueva York, seguía regresando a Venezuela, o bien para visitar a amigos o para trabajar. En 2018 cubrí la reelección de Maduro. También pasé bastante tiempo en el país en 2019, cuando empecé a trabajar en el libro. Bueno, ahora tengo una relación de una década con el país.

El Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, pronuncia un discurso durante un desfile cívico-militar para conmemorar el vigésimo aniversario del golpe de Estado que destituyó brevemente a Hugo Chávez, en Caracas, el 13 de abril de 2022. Foto: AFP

A su juicio, ¿cuánta responsabilidad cree que tuvo el propio Chávez en la crisis que se generó tras su muerte?

Tiene responsabilidad por varias razones. Chávez tuvo mucha suerte, porque llegó a la presidencia con el petróleo a menos ocho dólares el barril y sube encima de 100, entonces fue presidente durante una época de mucho dinero. Yo digo que él no era un socialista, era un populista. Él usaba ese dinero para garantizar su permanencia en el gobierno, pero no creó instituciones sólidas. Llovía dinero del año 2000 en adelante y gastaron ese dinero, los desperdiciaron y lo robaron. Y después paró de llover y la gente pasó hambre. Chávez no ahorró ningún centavo. Entonces cuando bajó el precio del petróleo no hubo ahorro para los tiempos de escasez.

Usted dice que se equivocan quienes reducen a Maduro a un hombre sin mayor pasado que el de “chofer de autobús”. ¿Cómo califica su liderazgo político?

Yo no estoy de acuerdo con esa forma de ver a Maduro. Obviamente es una persona inteligente, con cierto talento político. No es un Chávez, pero él tuvo el talento, al principio, de sobrevivir en el círculo de Chávez, que no era fácil. Chávez era una persona que no quería que surgieran otros liderazgos alrededor de él y cuando veía que el perfil de alguno de sus lugartenientes o ministros estaba subiendo, él sacaba a esa persona de su círculo, lo bajaba de rango o lo mandaba al exilio en un ministerio, en una provincia. Pero Maduro siempre lograba sobrevivir en ese ambiente. Y después de la muerte de Chávez y de recibir el dedazo de él, había mucha gente en la oposición y en el chavismo que pensaba que Maduro no podía durar, pensaban que no tenía ningún talento político. Pero Maduro ha podido consolidar su poder, pese que al comienzo no tenía mucho apoyo en las Fuerzas Armadas. Ahora su gobierno es mucho más militarizado que el de Chávez. Lidió con las otras facciones del chavismo para mantenerse donde está. Tampoco la oposición ha podido con él.

¿Y cuáles son sus críticas hacia la oposición?

Más bien te expreso la crítica que ellos mismos hacen, que su gran debilidad ha sido la falta de unidad. No han podido unificarse, hay muchos partidos pequeños, todos organizados generalmente alrededor de una sola figura y las ambiciones personales y políticas de esa persona. A veces uno tiene la impresión de que tienen más afán por pelearse entre sí mismos que con el gobierno.

El Presidente Vladimir Putin saluda a su par venezolano, Nicolás Maduro, durante una reunión en Moscú.

¿Considera que Washington cometió un error de cálculo al no prever que Venezuela buscaría ayuda en China y Rusia tras la imposición de sanciones económicas?

Sin duda. Hace poco estuve hablando con Thomas Shannon, que es un diplomático ya jubilado estadounidense que trabajó mucho en Venezuela y América Latina, y me dijo que la política de Donald Trump, sobre todo, ese approach de presión máxima y las sanciones, empujó a Venezuela y Maduro hacia China y Rusia, sin duda. ¿Dónde más iba a ir?

Como resultado de la guerra entre Ucrania y Rusia, se ha generado un inesperado acercamiento entre EE.UU. y Venezuela.

Ucrania ha cambiado los cálculos. La Casa Blanca con Trump no tenía una política exterior hacia Venezuela, tenía una estrategia electoral en el estado de Florida, que utilizaba Venezuela. En ese sentido, Venezuela se ha convertido en la nueva Cuba, donde todo pasa por el lente de las elecciones en Florida, que es un estado muy importante a nivel nacional en las elecciones presidenciales. En efecto, la política de Trump no logró ninguna mejora en la vida de los venezolanos, pero sí obtuvo resultados políticos importantes, porque Trump ganó en Florida. Entonces llega Biden y es un asunto político muy difícil cambiar las sanciones y entrar en diálogo con Maduro, porque le puede costar votos a los demócratas en Florida. Biden no ve la forma de salir de ahí con ninguna ventaja, ninguna ganancia. Entonces ahora con Ucrania todo es distinto, tal vez los dos lados tienen beneficios. Dentro de la administración Biden hay dos corrientes, una que quiere seguir con lo de antes, porque les puede costar duro Florida, y otra que dice que si sigue subiendo el precio de la gasolina en la bomba no solo vamos a perder Florida, sino los otros estados también. Y la administración de Biden quiere a los menos convencer a la gente en Estados Unidos que están haciendo algo para suministrar más petróleo para controlar el precio de la gasolina.

¿Ve este acercamiento como un triunfo para Maduro?

En Caracas también hay presiones nuevas. Maduro, a pesar de las presiones de Estados Unidos y el embargo petrolero, estaba vendiendo el petróleo a unas refinerías pequeñas en China, pero por una ruta naviera muy oscura y los pagos se hacían en un banco en Rusia. Y ahora con la guerra de Ucrania y las sanciones contra Rusia, Moscú no tiene dónde vender su petróleo y ahora lo está vendiendo a las mismas refinerías pequeñas chinas donde Maduro estaba vendiendo el suyo, y el petróleo ruso es de mejor calidad que el venezolano. Entonces es posible que Maduro ya haya perdido ese mercado, no va a tener dónde vender su petróleo, y ya también perdió a su banquero por las sanciones financieras contra los bancos rusos. Entonces hay un incentivo fuerte para Maduro de buscar un trato con Estados Unidos para reiniciar las ventas petroleras. En las semanas previas a la invasión de Ucrania, Maduro se convirtió en el líder más visible en darle apoyo a Vladimir Putin en América Latina. Obviamente estaba hablando a favor del que es su patrón, porque Maduro ha convertido a Venezuela en un Estado clientelar de Rusia, pero al mismo tiempo es posible que quisiera llamar la atención de la Casa Blanca y en eso sí tuvo éxito, porque poco después de eso llegó la misión de enviados de la Casa Blanca a Caracas.

Portada de "Things are never so bad that they can’t get worse (Inside the collapse of Venezuela)", el recién lanzado libro de William Neuman.

¿Estos acercamientos de Maduro con la Casa Blanca podrían dañar la relación de Venezuela con Rusia?

No lo sé, supongo que en este juego extraño de las grandes potencias en este momento casi todo es posible. Putin no puede insistir en que Maduro no venda su petróleo a Estados Unidos si no tiene donde más venderlo, pero, al mismo tiempo, Maduro puede seguir gritando e insistiendo en la bondad de Putin y Rusia y vender el petróleo a Estados Unidos si este lo acepta. Es interesante, porque qué le da Rusia a Maduro. Le da cierta presencia internacional, es un patrocinador, le da apoyo en la ONU o en otros foros internacionales, le daba mucha ayuda en evadir las sanciones de Estados Unidos, ayuda que ya no puede dar. Rusia le ayudaba a blanquear o canalizar sus ingresos petroleros, además de cierto apoyo militar, pero eso era simbólico.

¿Y qué pasa con la amenaza que Rusia hizo de instalar bases militares en América Latina?

Yo creo que eso jamás fue algo real. Eso es como Trump, cuando decía que estaba viendo todas las opciones, incluso las opciones militares. Trump decía eso, pero el Departamento de Defensa se negaba a hacer cualquier plan para una intervención militar en Venezuela. Yo te lo puedo decir, porque yo hablé con gente que estaba en el gobierno en ese momento. Era una pantalla eso de la supuesta base militar en Venezuela.