Martes 6 de septiembre. El reloj casi marca las 13 horas. El Presidente Gabriel Boric realiza el primer cambio de gabinete de su administración. Ese mismo día, unas horas antes, la doctora Ximena Aguilera recibió el llamado del Mandatario preguntándole si quería ser ministra de Salud. Después de meditarlo un rato y conversarlo con algunos cercanos, le contestó a Boric que sí.

Desde que asumió la cartera sanitaria han pasado 32 días, marcados de reuniones y anuncios. El más importante, quizás, sucedió a los 15 días de haber asumido, cuando se oficializó la fase de “Apertura”, que desde el sábado pasado liberó a los chilenos de mascarillas, Pase de Movilidad y aforos.

Tras dos años de evolución de la pandemia, la sucesora de Begoña Yarza deberá hacerse cargo del manejo del Covid-19 y, principalmente, de sus consecuencias: las abultadas listas de espera, la realidad de quienes sufren secuelas por la enfermedad y de nuevos pacientes crónicos que han postergado diagnósticos y atenciones por la crisis sanitaria. Asimismo, como también otros puntos clave: “Yo me estoy enfocando en lo que me encargó el Presidente: las listas de espera, la salud mental y la reforma de salud”, afirma la secretaria de Estado.

Ahora que la crisis sanitaria está más controlada, ¿cuáles son las prioridades de su administración?

El desafío principal son las listas de espera. Tenemos que recuperar la capacidad de producción del sector. La atención primaria deriva muchos pacientes, porque tiene menos capacidad de la que uno quisiera. Hay una separación muy grande entre la capacidad de la atención primaria y los hospitales y faltan situaciones intermedias que permitan resolver algunos procesos. Este problema ya existía, pero la pandemia agravó las listas de espera. Primero, porque la gente dejó de consultar y también porque la producción del sistema cayó, porque los médicos estaban dedicados a atender el Covid-19. Y esto es un fenómeno global. También está el impacto en la salud mental y eso se ve reflejado en los niveles de ausentismo, porque han estado muy sobrecargados, arriesgando su vida y visto fallecer a sus conocidos.

¿Cómo ha sido trabajar con los subsecretarios? ¿Se conocían?

Al subsecretario de Salud Pública sí lo conocía de antes, pues teníamos la misma especialidad. Al doctor Araos solo lo conocía de referencia, pero ha sido una instalación buena. Tenemos que adaptarnos a los estilos. Inmediatamente, yo traté de asignar responsabilidades muy claras, entonces el tema de reforma que estaba disperso dentro de las distintas instituciones, se lo asigné a un encargado para que viera todo el tema de reforma y así los subsecretarios se concentraran en sus labores.

Bernardo Martorell llegó como coordinador de la reforma de salud. ¿Usted lo nombró?

Yo lo designé. Se lo planteé a la gente de La Moneda y estuvieron de acuerdo, pero yo fui la que tuvo la idea de tener un encargado de reforma y que fuera el doctor Martorell. Él es una persona que tiene experiencia en el sector y tiene facilidad de relacionarse con otros, y eso da la oportunidad de tener a alguien con quien vaya hablar la gente.

¿Cuál es su labor?

Él está trabajando todos los diseños de reforma, y así deja que los subsecretarios se encarguen de la contingencia. Porque estar a cargo de la contingencia y del futuro es muy complejo. Actualmente, hay dos temas grandes: listas de espera, que son responsabilidad del subsecretario de Redes Asistenciales, y salud mental que es del subsecretario Cuadrado. Hemos estado organizando eso para que cada uno de ellos lidere unos de esos temas grandes y yo tengo que preocuparme que cada uno de ellos avance en esos temas, facilitar las coordinaciones y estar controlando que cada una de esas cosas ocurra.

Llegó a ordenar.

Sí. Lo primero que hice fue ordenar y asignar claramente las responsabilidades, porque eso también facilita el trabajo. Igual hay que seguir ordenando porque en el período pandémico el ministerio creció mucho y eso hay que ir ajustándolo.

Dos semanas después de haber asumido, anunció el fin de la mascarilla y del pase. ¿Cree que se pudo haber hecho antes?

Yo creo que algunas medidas se pudieron haber tomado antes, como por ejemplo terminar con la homologación de las vacunas. Ahora, las restricciones en las escuelas, yo creo que fue adecuado tener el primer semestre así, para ir convenciendo a las personas de que se podía retomar la presencialidad con seguridad, porque igual la gente tenía temor. Mucha gente tomó muy bien el fin del Pase de Movilidad y que la mascarilla sea recomendada, pero hay gente que ha interpretado que nosotros poco menos que dimos por terminada la pandemia, aunque repitamos que la pandemia no termina hasta que la OMS lo diga.

Pero, en el caso de un rebrote o de un aumento de casos, se puede retroceder...

Sí, por supuesto. Si hay rebrote se puede retroceder y eso es lo que uno tiene que tratar de transmitir, aunque cueste. Este virus ha sido especialmente educador en la humildad, pues evoluciona no siempre en la forma que esperamos y hay que seguir monitoreando y adaptando las medidas. Eso sí, en todos los escenarios es esperable que surjan variantes que sean más transmisibles y que gatillen un aumento de los casos.

¿Será necesario extender la alerta sanitaria?

Si la situación sigue como ahora, no, pero hay que evaluar cómo sigue evolucionando la situación.

También tenemos la viruela del mono. ¿Cuándo llegan las vacunas y cuándo iniciaría el proceso de inoculación?

Ya llegó la primera remesa y la aplicación debería iniciar a mediados de mes. Dado que la disponibilidad es bastante restringida -somos el primer país en la región que va a empezar a usar la vacuna- vamos a inocular a los contactos de riesgo de los casos. Eso implica trabajo de identificación de los contactos y ver quiénes son de alto riesgo, porque la enfermedad en sí es autolimitada y no debería tener consecuencias graves.

La exministra Yarza dijo que la conversación sobre las reformas se haría posterior a la Convención Constituyente. ¿Cuándo ingresarán al Congreso las grandes reformas del programa de gobierno relativas a salud?

La reforma no es un proyecto de ley, sino que es un proceso que incorpora varias iniciativas. Hay distintos elementos que están dentro de la reforma. Primero, la Universalización de la Atención Primaria, de hecho, el proyecto piloto iniciará el próximo año y para eso no se necesita una modificación legal y se está preparando con apoyo del Banco Mundial un proyecto de infraestructura para eso.

¿Qué más hay en los planes?

También vamos a tomar una iniciativa legal, que era el seguro de clase media protegida que ya está en el Congreso y que se hizo en el gobierno anterior. Eso sí, le vamos a hacer indicaciones para darle protección económica a la gente que usa modalidad libre elección y eso también es parte del paquete. El Copago Cero es parte de lo que es el sistema universal de salud y eso ya está vigente. Alrededor de 126 mil personas se han beneficiado, y han salido del hospital sin tener que pagar una cuenta.

Finalmente, hay que llegar a la ley para la mancomunión de fondos y asignación según riesgos para así superar la segmentación que hoy tenemos entre el seguro público y privado. Nunca habíamos tenido tanto consenso entre los distintos actores políticos y actores del sector de que es necesaria una reforma. Quizás no estamos todos de acuerdo en exactamente cuál es la reforma, pero sí en la necesidad de superar la segmentación entre Fonasa y las isapres para avanzar hacia un sistema universal que siga la regla de la seguridad social.

¿Se va a parecer a la propuesta constitucional?

No tan parecida. En el borrador se habla de que iba a ser aumentando el aporte vía impuesto y hay discutir primero si va a ser a través de las cotizaciones o vía impuesto. También hay que separar lo del subsidio de incapacidad laboral y sacarlo del juego. Existe la posibilidad de avanzar en esa posibilidad que es un poco distinta, pero tiene el mismo espíritu de llegar a un sistema universal, pero un sistema en el que existen seguros privados y públicos y donde también existen prestadores privados y públicos. Hay mucho fantasma en lo que realmente quiere ser la propuesta de la reforma, por eso tenemos que darnos el tiempo de ordenar esa información y de tener borradores con documentos que expliquen cuál es la propuesta y no alimentarse de fantasmas o teorías.

El director de Fonasa dijo que la idea es que las isapres desaparezcan del mapa de la seguridad social. ¿Será así?

Depende. Las isapres también están con la idea de avanzar hacia una reforma del sistema de salud, lo que pasa es que la propuesta que tienen es avanzar hacia un sistema en el que existan distintos seguros que funcionen con modalidad de seguridad social. La propuesta de gobierno y que está en el programa es que haya un seguro social de salud público y que las isapres se transformen en seguros de segundo piso. Entonces, en cualquiera de las modalidades va a haber seguros privados de salud y tenemos que llegar a una propuesta donde la gente entienda que es una mejoría, que es para todos y que hay espacio para los prestadores y seguros privados, pero el detalle tenemos que discutirlo y hay que llegar a acuerdos.

¿Hay una fecha para la reforma?

La reforma no es solo el proyecto del Fondo Único de Salud, sino que también es el Copago Cero que ya está y la Atención Primaria Universal. El fondo depende mucho de la tramitación de la ley tributaria, porque necesitamos más recursos y, además, la reforma previsional, que está antes de la reforma de salud. Esos plazos tienen que ajustarse, y por eso hay un comité político. La lógica del diseño de la reforma previsional de alguna forma tiene relación con la lógica que va a seguir la reforma de salud.

¿Qué pasaría si caen las isapres?

Hay una ley que define qué pasaría con las isapres, pues hay un procedimiento legal cuando existen quiebras. Nosotros tenemos una mesa de trabajo con las isapres y vamos a trabajar con ellos los distintos elementos para ver cómo sigue la situación y monitorear cómo sigue la respuesta al alza. Nosotros no queremos que las isapres quiebren.

La exministra Yarza cuestionó la situación de las isapres y no creía en la crisis.

Para mí no es un acto de fe. Ellos están en una situación financiera que en algunas isapres es crítica, sin embargo, con lo que se ha hecho hasta el momento esperamos que se logre una estabilización. Igual hay situaciones que no dependen de nosotros, que es el tema de judicialización y, si finalmente se va a lograr, no seguir judicializando, pero la Superintendencia ya verificó las alzas.

¿Se agotó el modelo?

Las isapres llevan 40 años y su modelo de negocio se ha ido agotando, pues transferían todo el costo hacia el paciente y era inflacionario, en el sentido que las clínicas les cobraban mucho a las isapres y ellos se lo transferían a los afiliados y eso tenía límites porque aumentar los planes no es algo que todo el mundo pueda soportar y por eso nunca volvieron a crecer en la cantidad de personas que estaban afiliadas. Además, durante todo este tiempo tampoco se invirtió en medicina preventiva y la judicialización también comenzó a producirles problemas. Ya con la pandemia vinieron las licencias médicas, lo que las desestabilizó más y se les fijó el precio y ahí comenzó la situación más crítica, pero no es algo que se haya producido solo a raíz de la pandemia, sino que viene del mismo modelo de las isapres y eso es importante entenderlo, porque la gente cree que el gobierno llegó a matar a las isapres y no. Aquí hay una situación que se ha prolongado y la mesa de negociación ha tratado de responder y hay que ver cómo sigue la situación. A nosotros nos interesa que los tres millones de afiliados de las isapres no se vean afectados por la quiebra de la isapres.