Sólo quedan algunas horas para conocer los resultados del plebiscito de este domingo 17 de diciembre, día clave para la propuesta de una nueva Constitución. Si bien las encuestas -hasta inicios de diciembre, cuando venció el plazo para divulgar los resultados de los sondeos- sostenidamente han dado por ganadora a la opción “En contra”, expertos identifican diversos factores clave a los que hay que poner atención en el referéndum y que podrían estrechar la diferencia entre ambas opciones.
Con todo, hay un grupo que ya decidió su opción: el “voto duro”.
La directora de Estudios Públicos de Ipsos, Alejandra Ojeda, describe que este grupo corresponde a poco más de la mitad del padrón (que alcanza casi 15,6 millones de personas, según el Servel) y son, en gran medida, personas que sufragaban sistemáticamente con el sistema de voto voluntario. “Es un voto más sensible a afinidades políticas para su definición y que tiende a manejar más niveles de educación”, dice.
Quienes están por el “A favor” -describe- argumentan principalmente tres motivos: “La necesidad de estabilidad política para el crecimiento del país, la confianza en el trabajo del Consejo y la presencia de artículos que los representan en el texto”. En la vereda opuesta, quienes están decididos por el “En contra” apuntan a que la propuesta “pone en peligro derechos o garantías existentes, que no confían en ella o que están en desacuerdo con artículos específicos”.
Cristián Valdivieso, director de Criteria, sostiene que “hay dos núcleos duros de votantes que están por el ‘A favor’ y otro por el ‘En contra’, ambos con una alta motivación por sufragar y una alta decisión de voto, que están en torno al 25% o 30% cada uno. El resto son votos bastantes blandos, posiciones que podrían cambiar eventualmente y hay mucho voto indeciso”.
Por su parte, el director del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS) de la UAI y excoordinador del CEP, Ricardo González, señala que por lo general, en distintas elecciones, “hemos observado que hay cerca de 2/3 del electorado que decide un mes antes de la elección. Se trata de personas educadas, que se identifican ideológicamente o se identifican con partidos, que consumen mucha información política. Ese grupo, para este proceso, ya había tomado la decisión antes de que estuviera el texto”.
Paola Assael, socia de Black & White, describe que hay bolsones de votos ya definidos: “Las mujeres tienden más hacia el ‘En contra’, por las temáticas del aborto, la libertad de conciencia; los jóvenes también tienden más hacia esa opción que los mayores. En cambio, sobre todo los mayores de 55 años, son relativamente más afines al ‘A favor’”.
Coincide también Valdivieso que “lo que hemos ido viendo es que en las mujeres ha calado la idea de los retrocesos que podría significar el texto que se está proponiendo y tiende a haber un ánimo más bien ‘En contra’. Y en los hombres tiende a haber un ánimo mayor por el ‘A favor’. No es una diferencia muy grande”.
Los indecisos y obligados
Sin embargo, quizás uno de los principales puntos a tener en cuenta en esta elección es el comportamiento del votante que dice no saber su posición.
Ojeda dice que dos de cada 10 votantes aún no deciden qué votar. “Ese grupo no se va a definir por coordenadas políticas o por el contenido específico de la propuesta, sino por la información que recibirán tanto de sus entornos como de los diversos medios”. Y, de acuerdo a datos de la consultora, este grupo “está más concentrado entre mujeres, personas mayores de 50 años, niveles socioeconómicos bajos, personas que residen en regiones y personas que no se identifican con ninguna postura política. Además, es más de la mitad de quienes anularon, votaron en blanco o no fueron a votar en el plebiscito 2022″.
Pero, advierte Ojeda, el efecto de este voto indeciso contribuye sólo a una disminución de la brecha entre ambas opciones, pero que “la distancia que muestran las encuestas hasta antes del blackout es muy significativa, por lo que resulta poco probable que reviertan el resultado”.
Para Valdivieso, “la incógnita de este proceso es lo que se ha denominado el ‘votante obligado’, que son aquellas personas que con voto voluntario no sufragaban. La gran mayoría del votante indeciso es votante obligado y, además, es el votante menos motivado a participar”.
Con la reincorporación del voto obligatorio -en el plebiscito de salida de 2022- “entraron al electorado 3,1 millones de personas que no habían votado en el plebiscito de entrada y la elección presidencial. Quizás, eran personas que votaban antes del voto voluntario, pero apenas tuvieron la oportunidad dejaron de hacerlo”, añade, por otro lado, González. ¿Su perfil? Tienden a ser personas con niveles educacionales más bajos, con mayor desafección política y desconfianza en las instituciones, dice. “Además, tienden a decidirse hacia el final”.
Este grupo obligado -de electores que no iban a las urnas con voto voluntario-, dice Eugenio Guzmán, decano de la Facultad de Gobierno de la UDD, no se definiría desde un punto de vista ideológico: “Uno no podría decir que son más conservadores o más progresistas. No es tanto eso lo que los identifica, sino que más bien tienden a caracterizarse por ciertas temáticas más cotidianas, como la seguridad”. A esto agrega que son personas que no tienen interés en la política o incluso conocimiento de este último proceso constitucional y que muchas veces pueden ser “antipolíticos”.
Indecisos, ¿voto encubierto?
Por otra parte, Paola Assael enfatiza que “hay estudios que sobreestiman la gente que dice estar indecisa o que no sabe por qué opción votar, simplemente porque no quiere decirlo. Porque en el fondo, dado que hay desinterés y rabia contra el proceso, contra los políticos, fácilmente te deslizan un ‘no sé' cuando en realidad sí saben, pero no quieren entrar en el tema”.
Assael agrega, por otro lado, que se tiende a aludir a que este grupo -indeciso o que podría no querer dar su opinión- es más conservador, pero que “también hay un voto que no expresa su opinión, que no quiere saber del proceso y vota ‘En contra’. Hay de ambos”.
Un tema que también aborda Valdivieso: “Desde el punto cualitativo, he visto que es gente que está perdida y confundida con el proceso, que tiene una suerte de inseguridad en decir qué es lo que le gustaría, porque no sabe si está diciendo la posición que efectivamente quiere expresar. Dicho de otra forma: gente que, por ejemplo, dice que piensa en votar ‘En contra’ porque está en contra del gobierno. Pero también es cierto que hay un bolsón grande de indecisos -que ha ido cayendo-, que no tiene información suficiente”.
Sobre la idea que haya una tendencia ideológica en el voto indeciso, González dice que “se tendía a pensar que efectivamente era un grupo más cercano a la derecha, precisamente por lo que pasó en las dos elecciones anteriores, pero no es eso”. En ese sentido, sostiene que es un grupo “valóricamente conservador en el margen”, pero que, sobre todo, son muy “antiestablishment, muy desafectado de la política y desconfiado de las instituciones políticas”.
¿Y qué pasa con el voto migrante? De acuerdo a datos del Servel, se incorporaron más de 61 mil nuevos votantes extranjeros desde el plebiscito de septiembre de 2022. Con ello, la cifra de migrantes autorizados para votar este domingo será de 676.028. ¿Cuánto influirá? Tanto para Valdivieso como para González esta cantidad de electores aún no es tan decisiva, sin embargo, el director del LEAS afirma que estos subgrupos podrían influir cuando el resultado termina siendo estrecho.
Los pisos de votantes por sector
Si bien las encuestas antes de la “veda” arrojaban resultados positivos para el ‘En contra’, Valdivieso menciona algunos puntos que hay que observar. Por ejemplo, si la opción ‘A favor’ logra llegar a una cifra similar a lo que obtuvo José Antonio Kast en la segunda vuelta presidencial (44%), “es un buen resultado para republicanos. Se podría decir que tienen una buena hegemonía en la derecha. Si el ‘En contra’ gana por un resultado estrecho, ello legítimamente podría decir que subieron su votación y que Chile Vamos no aportó la diferencia”.
Ahora -continúa el director de Criteria-, si el triunfo del “En contra” es abultado, “eso sí que afecta a Kast, porque claramente va a ser enjuiciado como uno de los que tuvieron la principal responsabilidad de llevar adelante el proceso constituyente y no les resultó”.
Para el gobierno, en tanto, “el escenario ideal sería quedar en paridad con el otro plebiscito. Es decir, que el resultado fuera 60%-40% (o 62%-38%, como fue el proceso anterior) a su favor, lo que sería un resultado muy elocuente para ellos. Con eso tienen el relato de que el problema no fue la propuesta de su sector, sino que también la de la derecha”, dice.
Geográficamente, por otra parte, Valdivieso asegura que hay que fijarse en lo que ocurra en el Distrito 11, donde la derecha debería poder sacar el 80% por el “A favor”. “Si no saca una buena votación -o parecido a lo que sacó el Rechazo- va a surgir la pregunta de si efectivamente los grupos más a la derecha, como republicanos, lograron entrar en ese distrito”. Pero si aumenta la otra opción, en su opinión, significaría que aquellos de la derecha que llamaron a votar “En contra” -como anunció un grupo de senadores y diputados de oposición- penetraron en el electorado.
Por el otro lado, “la pregunta es qué pasa en la Región Metropolitana y Valparaíso. Si en esas dos regiones el ‘En Contra’ saca una diferencia, la va a tener muy difícil el “A favor”, por muy bien que le vaya en las regiones del norte y del sur”. Y, a propósito de los votantes indecisos, agrega que es clave lo que ocurra en las comunas populosas de la capital, como La Florida, Puente Alto, San Bernardo y Maipú.
“Habría que estar pendientes de lo que pase en sectores rurales en regiones, pero también qué pasa con Santiago, en los sectores más populares. Ahí yo creo que va a ser interesante lo que va a ocurrir”, adelanta, por su parte, Eugenio Guzmán.
Participación: otra de las claves
La participación es otro de los puntos claves que, según los expertos, hay que considerar. Si bien con el restablecimiento del voto voluntario la participación registró una evidente alza -con un récord en el plebiscito de salida del año pasado, con un 85,7% del padrón-, se estima que en esta oportunidad el porcentaje de votantes baje.
“El voto obligatorio parece haber sido aceptado por parte considerable de la población, pero el porcentaje final de participación siempre es una clave importante para el resultado, pues mientras más personas voten, menor será la brecha entre ambas opciones”, sostiene Alejandra Ojeda.
Federica Sánchez, académica de la U. Alberto Hurtado e integrante de la Red de Politólogas, cree que hay dos principales factores que podrían afectar los niveles de participación: que el Estado no haga cumplir las sanciones -por lo que “pierde credibilidad- y que hay una parte de la población que “está apática” ante este proceso. “A los apáticos más duros, que no les importa realmente que el sistema electoral haya cambiado de voluntario a obligatorio, no los vas a movilizar”. A esto se suma, en su opinión, que hay un claro desgaste electoral.
Si bien sostiene que la participación será menor que en la elección de consejeros constitucionales de mayo de este año, afirma que esta podría rondar el 80%. Mientras que la socia de Black & White afirma que el porcentaje que se abstendrá de sufragar alcanzaría un 15%. Y el director de Criteria, en tanto, asegura que se deberían esperar “al menos 11 millones de votos. Si es menos que eso, sería un fracaso respecto de las elecciones anteriores”.
Los nulos, los blancos y el empujón final
Por otra parte, una de las lecturas que se realizaron en el proceso del pasado 7 de mayo fue el alto número de votos blancos y nulos -más de 2,6 millones de sufragios, el 21,6% del total-, y aunque se estima que en esta oportunidad la cifra no alcance ese nivel, sí podrían sobrepasar los números del plebiscito anterior.
“Dada la cantidad de indecisos que se registran a pocos días del plebiscito, es probable esperar una mayor cantidad de votos en blanco o nulos que en el plebiscito de salida 2022. No obstante, estos no corresponderán a votos que respondan a posturas políticas o votos de castigo para el proceso. Con el menor interés que ha generado este segundo proceso constituyente, los votos blancos o nulos responderán principalmente al desinterés y a la desinformación”, concluye la directora de Estudios Públicos de Ipsos. Coincide en esto el director del LEAS, quien agrega que el que el voto sea binario -a diferencia del proceso anterior, con varios candidatos- favorecería también a que no haya una tasa de sufragios nulos y en blanco tan alta.
A juicio del director de Criteria, en este último tramo de la carrera, lo que eventualmente pudo haber ayudado al “A favor” -y que asegura que el comando sí hizo en el último tiempo de campaña- fue “subirle el costo a la otra opción. Decir, por ejemplo, ‘si usted vota “En contra” quiere decir que está dándoles espacio nuevamente a las ideas que aparecieron en la Convención anterior”.
Para el “En contra”, en cambio, “lo que ha tenido que hacer el comando es que el gobierno no cometa errores no forzados, porque la derecha está tratando de ponerle el costo a esta opción posicionando la elección como un plebiscito al Ejecutivo, y eso está estrechando la diferencia entre ambas opciones”, finaliza.