Los biólogos de Stanford, Xianrui Cheng y James Ferrell, por años han estudiado el proceso por el que una célula se autodestruye. Sin embargo, el tiempo que demora era una interrogante que aún no se despejaba, hasta ahora. Lograron medir la velocidad con que se desarrolla este proceso biológico: la señal viaja a 30 micrómetros por minuto. Para entenderlo, se podría mencionar que 1 micrómetro es la millonésima parte de un metro o la milésima parte de un milímetro. Es decir, la muerte se mueve a 2 milímetros por hora.
Como se ve en las imágenes, la célula no explota ni nada parecido, ya que esto podría dañar a las que están a su alrededor. Lo que realiza es una implosión de manera ordenada, colapsando su propia estructura y guardándola en pequeños fragmentos fáciles de limpiar para el organismo.