Todo el mundo se encuentra expectante frente a la caída de Tiangong-1, la estación espacial china, de 8 toneladas y con un tamaño similar al de un bus, que está cayendo desde el año 2016 cuando se perdió el control absoluto de su trayectoria. Éste, orbita alrededor de la Tierra cada una hora y media y se desplaza a una velocidad de 28 mil kilómetros por hora, es por esta razón que el impacto puede variar en miles de kilómetros el lugar.

Los fragmentos de la estación espacial podrían impactar en una franja situada entre las latitudes de 42,8° norte y 42,8° sur, lo cual incluye África, Oceanía, buena parte de América, el sureste asiático y el sur de Europa, siendo, según la Agencia Espacial Europa, las líneas amarillas los lugares más probables.

Expertos aseguran que casi en su totalidad Tiangong-1 se desintegrará al entrar en la atmósfera. Sin embargo, existe la posibilidad que ingresen algunos fragmentos que podrían llegar a la superficie, aunque lo más probable es que caigan en el océano o en zonas deshabitadas. Cabe destacar que hay antecedentes de 1998, cuando un trozo del cohete norteamericano Delta II golpeó a Lottie Williams, una mujer de Oklahoma.

En su ingreso a la atmósfera, primero la fricción con el aire desprenderá los paneles solares. En solo cosa de segundos, y producto de las altas temperaturas, se calentará hasta desintegrar por completo sus principales componentes. Finalmente, las piezas que logren sobrevivir y alcancen la superficie terrestre caerán en un área de más de 100.000 kilómetros cuadrados, según The Aerospace Corporation.

Las proyecciones y predicciones serán cada vez más certeras a medida que pasen los días. No obstante, aún cuando queden 7 horas para la caída, el margen de error permanecerá, ya que la posible área de impacto es de miles de kilómetros cuadrados; hasta los últimos momentos no se sabrá cuál será el destino final de Tiangong-1.