En Chile habitan tres de las seis especies de flamenco existentes en el mundo; de James, chileno y andino, y es esta última especie la que cuenta con la población más baja de los tres: solo 40 mil aves a nivel global y 19 mil habitan en Chile.
Éstas se alimentan y se reproducen en los salares del norte del país bajo la constante amenaza e impacto negativo en la biodiversidad de la zona de la actividad extractiva del litio, el cambio climático y el turismo no regulado.
En el marco del Día Internacional del Flamenco (26 de abril), los equipos de investigadores de Fundación MERI y Zoológico Nacional de Chile, realizaron una expedición científica en la Reserva Nacional Los Flamencos en el Salar Chaxa, ubicado en San Pedro de Atacama, en donde instalaron con técnicas no invasivas mochilas GPS a cuatro flamencos.
Se trata de transmisores de 30 gramos, equipados con panel solar y de un tamaño que no supera el de una caja de fósforo, por lo que no afecta la estabilidad del vuelo de las aves.
Esto permite monitorear sus movimientos migratorios; generar catastros y analizar el uso e interacción con su hábitat, junto con el impacto que tienen en su comportamiento las amenazas externas.
Una de las principales amenazas para estas aves es la minería de litio, mineral que está en los salares donde los flamencos se reproducen, alimentan y crían a sus polluelos. Una tonelada de litio implica extraer 400 mil litros de agua, lo cual genera el aumento de las concentraciones de sales, alterando las poblaciones de microalgas y microcrustáceos, que son la base de la alimentación de los flamencos. Esto provoca que las aves migren en búsqueda de alimento en otros hábitats, provocando un desequilibrio en el ecosistema.
Otra amenaza importante en el norte es el turismo no regulado, es decir, visitas turísticas sin respetar distancias de avistamiento, el acoso a las aves y polluelos con prácticas irrespetuosas para hacerlos volar (como arrojar piedras), entre otras malas prácticas. Además, el riesgo de mascotas que deambulan sin supervisión, que viven en los ecosistemas sin depender de un humano, como los perros y gatos domésticos asilvestrados.
La iniciativa científica es parte del programa SAFE – Andean Highland Flamingo (Salvemos a los Animales de la Extinción- Flamencos altoandinos, en español) apoyada por las organizaciones internacionales, Zoo Conservation Outreach Group (ZCOG) y la Asociación Americana de Zoológicos y Acuarios (AZA en inglés), para fomentar la conservación de la población de los flamencos andinos, chilenos y de James en América del Sur.
El Programa de Conservación de Flamenco Andino comenzó en 2004 y en 2016 se instalaron los primeros transmisores satelitales. En total fueron 9 instalados en el Salar de Surire y en la Reserva Nacional Los Flamencos. Esta tecnología permitió conocer los patrones de vuelo de estas aves. Por ejemplo, uno de los resultados arrojó que en un día un flamenco de James puede desplazarse de 400 a 500 kilómetros entre las grandes lagunas altiplánicas.