Los vientos cruzados provocan una fuerte desestabilización en las aeronaves obligando a los pilotos a realizar verdaderas proezas para poder aterrizar de forma segura. Así lo hicieron los experimentados aviadores de una línea aérea que llevaban a cientos de personas a bordo, y se encontraron con fuertes ráfagas de viento que golpeaban la máquina al momento de descender.