En la Edad Media, Venecia fue azotada por varias plagas que llevaron a la gente a enterrar a miles de personas en fosas comunes, muchas de las cuales creían que eran vampiros.
Según las creencias, estos fingían que estaban muertos y, una vez enterrados en las fosas comunes, extraían la sangre de los demás cadáveres. Después, cuando ya habían recuperado las fuerzas suficientes volvían a la calle para seguir expandiendo la enfermedad y tener más víctimas a las que chupar su sangre.
La creencia nace cuando en tiempos de epidemias, los sepultureros volvían a abrir estas fosas para enterrar más cadáveres topándose con cuerpos a los que les salía sangre por la boca. En 2006 un antropólogo desenterró una de estas fosas donde se encontró el cuerpo de una mujer que se creía era un vampiro y fue enterrada con un ladrillo en la boca.
Según su conclusión, los sepultureros lo pusieron ahí para evitar que siguiera chupando la sangre de sus vecinos y luego volviera a la calle a expandir más plagas. Ahora, un científico reconstruyó su rostro para saber cómo lucía esta mujer, descubriendo que era de ascendencia europea y tenía alrededor de 61 años cuando falleció.
Aunque la mujer vivió 300 años antes de la publicación del libro Drácula, este período de la historia europea vio un aumento de historias de vampiros, buscan una explicación a la pestes que azotaban a la población.