Durante la noche del 25 de julio de 2016, una línea violeta apareció en Columbia Británica, Canadá. Los observadores la llamaron "Steve" y por años los científicos creyeron que habían descubierto un nuevo tipo de aurora boreal, pero no lo era.
Según un estudio publicado esta semana, investigadores de las universidades de Calgary y California aseguran que Steve no contiene partículas de plasma: aquellas que viajan cargadas con los vientos solares y chocan con la atmósfera en los polos de la Tierra, produciendo las auroras boreales.
Además, las "luces del norte" tienden a brillar en amplias franjas de luz verde, azul o rojiza, dependiendo de su altitud. Steve, en cambio, suele aparecer como una cinta delgada de luz morada, y abarca más de mil kilómetros.
Steve, por lo tanto, no es una aurora en absoluto. Es un fenómeno que los investigadores denominaron "resplandor del cielo", del que aún no se sabe mucho.
El equipo de científicos cree que puede tratarse de un proceso de la ionósfera, la parte de la atmósfera que se extiende por 80 a 1000 kilómetros sobre la superficie de la Tierra, y está directamente debajo del campo magnético del planeta. Por lo tanto, necesitarán más observaciones registradas a diferentes niveles de la atmósfera para descubrir completamente las causas de este "misterio".