12 recomendaciones para reducir la tasa de suicidios en Chile
El académico de la U. San Sebastián, Álvaro Jiménez, junto a investigadores de la U. de Chile, del Instituto Milenio MIDAP, del Núcleo Milenio Imhay y del Departamento de Salud Mental del Minsal, realizaron un análisis del Programa Nacional de Prevención del Suicidio y presentaron 12 recomendaciones para actualizar la estrategia implementada en 2013.
¿Qué grupos de la población presentan las más altas tasas de suicido en Chile? De acuerdo con estadísticas oficiales, son los adultos mayores, en particular, hombres sobre los 80 años.
El suicidio tiene múltiples causas y no hay una sola explicación. Álvaro Jiménez, psicólogo y académico de la Facultad de Psicología y Humanidades de la Universidad San Sebastián (USS), comenta que una gran parte de las muertes por suicidio están asociadas a cuadros de depresión y ocurren en los hogares, principalmente cuando las personas están solas.
En el país se han ido tomando medidas para hacer frente a esta situación. En octubre de 2013 se publicó el Programa Nacional de Prevención del Suicidio (PNPS), coordinado por el Departamento de Salud Mental de la Subsecretaría de Salud Pública del Ministerio de Salud (Minsal), y que se convirtió en un hito relevante al posicionar a Chile como uno de los pocos países en América Latina que cuenta con una estrategia nacional específica que apunta a la reducción de la mortalidad por suicidio.
El programa nacional fue una respuesta a un aumento significativo en las tasas de suicidio entre 2000 y 2010, alcanzando un peak en 2008 con casi 13 muertes por cada 100.000 habitantes. Luego, entre la década de 2010 y 2019, se observó una reducción significativa en las tasas de suicidio en Chile, e incluso una reducción mayor durante los primeros años de pandemia (2020 y 2021), según un estudio en el que participó Jiménez.
El académico USS, que ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar el fenómeno, reconoce que una década de ejecución del programa era tiempo suficiente para hacer una evaluación, tanto de su impacto como de las principales barreras para su implementación.
“Cada cierto tiempo, el Ministerio de Salud fija metas sanitarias para la década; es decir, se establecen prioridades de las políticas y programas de salud. Durante los últimos años, la reducción de la mortalidad por suicidio en adolescentes fue una de ellas”, señala Álvaro Jiménez.
El docente USS, en conjunto a investigadores de la Universidad de Chile, del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), el Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP) y de Departamento de Salud Mental del Minsal, iniciaron en 2023 un proceso participativo para identificar áreas de mejora del programa, el cual incluyó diálogos territoriales con más de 550 personas pertenecientes a más de 200 organizaciones en todo Chile. En las distintas mesas de conversación participaron profesionales de la atención primaria de salud, del Sistema de Atención Médica de Urgencias (SAMU), de hospitales, de escuelas y distintos sectores del Estado, así como representantes del mundo de las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en prevención del suicidio.
Tras este trabajo, los investigadores realizaron una síntesis de la discusión, complementando con evidencia internacional y los antecedentes de distintos indicadores del programa que se fueron acumulando a lo largo de estos 10 años de implementación. Dicha evidencia se sintetizó en un “Policy Brief”, un documento para orientar el diseño de políticas públicas que fue presentado en abril al Ministerio de Salud como un hito intermedio del proceso de actualización del programa.
12 recomendaciones para reducir los suicidios en Chile
Los expertos plantean 12 recomendaciones que buscan actualizar el programa con un horizonte de una década.
1. Reforzar la colaboración intersectorial y adecuar la gobernanza del programa: adecuar la gobernanza del Programa Nacional de Prevención del Suicidio, estableciendo un organismo coordinador desde nivel central hasta regional; monitorear la implementación del programa y generar indicadores para evaluar la efectividad de sus componentes, además de fomentar la participación del sector privado y las organizaciones de la sociedad civil.
2. Mejorar la capacidad de recolección, monitoreo y acceso de los datos: fortalecer el sistema de vigilancia de la conducta suicida con el fin de mejorar la capacidad de recolección, monitoreo y análisis de datos sobre lesiones autoinfligidas intencionalmente y muertes por suicidio, identificar poblaciones en mayor riesgo y adaptar las intervenciones preventivas de manera eficaz.
3. Fortalecer las acciones de prevención en entornos comunitarios: desarrollar o adaptar estrategias para la capacitación de actores clave y gatekeepers (persona que no es profesional, pero que está capacitada para atender a una persona en crisis de salud mental) en distintos contextos institucionales y psicosociales, focalizando en entornos educativos y en contextos con alta incidencia de conductas suicidas. Por ejemplo, capacitar a personal que trabaja con grupos con alto riesgo psicosocial o incidencia de conductas suicidas, como los servicios de urgencia, policías, bomberos y personal de ambulancias, el personal de residencias para adolescentes y personas mayores, Gendarmería y Servicio de Justicia Juvenil.
4. Reducir el acceso a medios letales y monitorear puntos críticos con mayor incidencia de suicidios: los consejos van desde intervenir puntos críticos como lugares públicos, como el Metro de Santiago, el Morro de Arica o centros comerciales, para luego monitorear esos puntos de mayor incidencia de suicidio. Además, se debe restringir el acceso a medios letales como armas de fuego o sustancias tóxicas a las que algunos acceden de manera ilegal.
5. Cobertura mediática responsable: se apunta a mejorar la forma en que los medios de comunicación cubren los suicidios, evitando el sensacionalismo. “Cuando la prensa chilena cubre las muertes por suicidio, sobre todo cuando son personas famosas, vemos que no cumplen con los estándares internacionales de la OMS. Los incentivos están puestos en relatos del suicidio que generan más clicks”, sostiene Jiménez, argumentando que existe un efecto de contagio social de la conducta suicida.
6. Implementar campañas de sensibilización en medios de comunicación y redes sociales: diseñar campañas multiplataforma (radio, televisión, periódicos, redes sociales) en conjunto con usuarios, adaptando mensajes según género y edad, para sensibilizar sobre la prevención del suicidio, reducción del estigma, identificación de señales de alerta y promoción de la búsqueda de ayuda.
7. Fortalecer las líneas de ayuda en crisis: en 2016, el Ministerio de Salud creó la línea Salud Responde, una línea telefónica de ayuda para distintos problemas de salud que pueden presentar la población, como consulta de la localización de centros de salud, reconocimientos de síntomas de una enfermedad y, entre ellos, también cubre la contención a personas que podrían presentar una crisis suicida. Dicha herramienta se especializó como servicio particular a partir del 2023 con la línea de prevención del suicidio *4141. “No son muchos los países en el mundo que tienen una línea como ésta. Esta plataforma cuenta con profesionales entrenados en la detección del riesgo suicida, en la contención y en la derivación a servicios de salud”, detalla el investigador USS, subrayando que en promedio esta línea telefónica recibe más de mil llamadas mensualmente. En este caso, las recomendaciones tienen que ver con cómo fortalecer los sistemas de ayuda en crisis, lo que incluye también servicios de chat en línea para población juvenil.
8. Mejorar el sistema de continuidad de cuidados para personas en riesgo de suicidio: se refiere al flujo de atención a personas en riesgo de suicidio, entre el contacto con servicios de salud y el acceso a tratamiento y seguimiento, mediante una mejor coordinación y articulación entre la intervención en crisis, los servicios de urgencia, hospitalarios y ambulatorios, así como con las diversas organizaciones de la sociedad civil que participan en la prevención del suicidio. Por ejemplo, se plantea reforzar la obligatoriedad del sistema de notificación de intentos de suicidio para una identificación y acción temprana de seguimiento a las personas post alta.
9. Estrategias y acciones de postvención (después de la muerte por suicidio): implementar estrategias para apoyar a las personas, familias y comunidades afectadas por suicidios de un ser querido. Actualmente, el programa pone mayor énfasis en la prevención, pero no ha desarrollado lo suficiente estrategias de postvención, es decir, qué ocurre después de una muerte por suicidio. Jiménez manifiesta que “el impacto que tiene un suicidio en las personas, en las familias, en las comunidades e instituciones, como las escuelas, los lugares de trabajo, es significativo, con efectos sobre la salud mental a nivel individual y colectivo que pueden ser profundos y prolongados”. En Chile se requieren más espacios de contención y acompañamiento para las personas o comunidades expuestas a una muerte por suicidio. “Luego de una muerte por suicidio, aumenta el riesgo de nuevos comportamientos suicidas. En ese momento, es relevante identificar a personas que estén potencialmente en riesgo. La postvención es también una forma de prevención”, considera Jiménez.
10. Ajustar contenidos y focalizar acciones en grupos específicos: priorizar grupos de alto riesgo, como hombres en edad laboral, adultos mayores, y personas de la diversidad sexo-genérica. “El programa actual entiende el riesgo suicida de manera más o menos homogénea en la población. Sin embargo, sabemos que hay grupos que presentan mayor riesgo”, dice el experto USS frente a los grupos antes mencionados. El psicólogo también considera a dos poblaciones particularmente críticas: aquellas que están en situación carcelaria y los niños, niñas, adolescentes bajo cuidado del Estado, como aquellos en hogares de Mejor Niñez (ex Sename).
11. Aumentar el presupuesto del programa: el equipo a cargo del “Policy Brief” estimó que el programa necesita al menos siete veces más recursos para cumplir con sus objetivos. “Si no se tienen los recursos para ejecutar el programa de manera correcta, no se van a lograr todos los objetivos esperados, y es lo que probablemente está ocurriendo hoy con el programa”, señala Jiménez, dando cuenta que opera con escasos recursos humanos, particularmente en regiones.
12. Colaboración con la investigación en suicidalidad: el documento hace un llamado a integrar los hallazgos de investigaciones locales e internacionales en la política pública. En Chile existen distintos equipos de investigación que trabajan en torno a comportamientos suicidas y su prevención. El académico cree necesario establecer un diálogo más fluido entre el conocimiento producido por distintas universidades u organizaciones y el programa que hoy coordina el Ministerio de Salud.
Descarga el documento completo Recomendaciones para la Actualización del Programa Nacional de Prevención del Suicidio en este link.
Si tienes ideas suicidas o crees que estás enfrentando una crisis de salud mental, puedes pedir ayuda a profesionales especialmente capacitados en las siguientes líneas de asistencia gratuita:
-Llama a la Línea Prevención del Suicidio al *4141. Es completamente gratuita y se puede llamar desde celulares de lunes a domingo, las 24 horas del día.
-Chat para jóvenes “Hablemos de todo” del INJUV en hablemosdetodo.injuv.gob.cl
-Si te identificas con la comunidad LGBT+, Fundación Todo Mejora cuenta con canales de ayuda especializados en www.todomejora.org/apoyo
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.