Ansiedad, depresión y autolesiones irrumpen en la vida de niños y adolescentes post pandemia
Revive el conversatorio “SOS: La salud mental impacta el sistema educativo”, con la participación de Mary Guinn Delaney, asesora regional de Educación para la Salud y el Bienestar para América Latina y el Caribe de UNESCO; y Klaus Droste, decano de la Facultad de Psicología y Humanidades de la U. San Sebastián.
El 10 de octubre pasado se conmemoró un nuevo Día Mundial de la Salud Mental y en este contexto, la Defensoría de la Niñez reveló un estudio que encendió alarmas al indicar altos niveles de problemas de salud mental en niños, niñas y adolescentes, con la ansiedad, depresión y autolesiones como tres factores preponderantes.
Para hablar sobre esto -y más específicamente sobre el impacto que esto ha tenido en las salas de clases-, se efectuó el conversatorio “S.O.S.: La salud mental impacta el sistema educativo”, organizado por La Tercera y la Universidad San Sebastián (USS), bajo la conducción de Bárbara Pezoa, directora de Práctico LT, con la participación de Mary Guinn Delaney, asesora regional de Educación para la Salud y el Bienestar para América Latina y el Caribe de UNESCO, y Klaus Droste, decano de la Facultad de Psicología y Humanidades de la USS.
Dentro de esas circunstancias, una fundamental ha sido la pandemia y el confinamiento. Según indica Mary Guinn Delaney: “Una de las buenas cosas que el COVID-19 nos ha mostrado es una sensibilización y más conocimiento de la situación y la importancia de la salud mental y lo frágil que es”, a la vez que puntualizó que uno de los problemas que se advierten es que las redes sociales y la tecnología hacen que los jóvenes piensen que el mundo es instantáneo y la vida no es así, y cuando se enfrentan a las dificultades viene la frustración y el no saber manejarlo. Agregó que los estudios internacionales como los de UNICEF revelan que los jóvenes no visualizan el futuro con optimismo, sino que por el contrario hay desesperanza. Ejemplificó que en eso influyen temas como “el cambio climático y el mundo que les va a tocar vivir cuando sean adultos”.
Acciones concretas
Pensando en acciones más concretas, tanto Droste como Delaney lanzaron ideas que aportan a esta importante discusión.
“No está de más que (los profesores) tengan mayores conocimientos acerca del funcionamiento afectivo de los estudiantes. Esas cosas no se estudian; están más bien enfocados en algo más técnico, pero son aspectos que se tienen que incorporar a los planes de estudio”, indicó Klaus Droste, mientras que Delaney agregó: “Tenemos que aprovechar el tiempo que los niños, niñas y adolescentes están cautivos en las escuelas, para no sólo entregarles conocimientos, sino que herramientas para enfrentar la vida”. Complementó señalando que debe haber una articulación entre Salud y Educación para no abordar la sintomatología desde la consulta con el especialista, sino de manera preventiva. “No solamente invitar al siquiatra para que se junte con el niño con problemas. Hay que ver qué está pasando con el clima escolar, que permite que sucedan hechos de violencia, maltrato o marginalización”.
En ese sentido, tanto desde organizaciones como la UNESCO como desde el Gobierno e iniciativas de la ciudadanía se está trabajando por abordar estos problemas, entregando herramientas que permitan a niños, niñas y adolescentes identificar las emociones y problemas para luego darles posibilidades terapéuticas u otras, para que no sólo se quede en la identificación, sino que se inicie un proceso sanador.
“(La pandemia) nos ha enseñado que el colegio es mucho más de lo que pasa en el aula. Y esa relación entre familias, escuelas y docentes es fundamental consolidarla”, indicó Delaney, mientras que el académico de la USS añadió que “tienes que disponer de un sistema que se pueda hacer cargo de un problema que se multiplica, pero eso te va a servir durante un tiempo para contener una crisis, pero tenemos que ir a preguntarnos más bien por las causas que va produciendo este deterioro en salud mental, y ahí tiene que ser un conjunto bien equilibrado entre las medidas contingentes que permiten hacerse cargo del problema y cómo vamos pensando las cosas y ponemos otro tipo de recursos para que esta olla a presión ya no se suscite”, sostuvo Droste.
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