Aumento del colesterol en el embarazo: investigan posibles problemas cardiovasculares en los hijos
Expertos de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Sebastián recopilan y analizan evidencia científica respecto de cómo el incremento de los niveles de colesterol en la gestación puede generar efectos negativos sobre la salud cardiovascular del hijo.
La experiencia de vivir un embarazo es tan única para cada mujer que, si tuviéramos que buscar un punto de encuentro, ese sería el estrés que provocan los exámenes y controles médicos a los que deben someterse las madres durante los nueve meses. La lista es larga: hemograma, urocultivo, orina completa, VIH, glicemia y ultrasonido para cada semana de gestación, son solo algunos de ellos.
Si bien durante el proceso del embarazo los médicos intentan tener todo bajo control y evitar cualquier situación de riesgo para la madre y el bebé, pueden presentarse situaciones riesgosas que deben tratarse a tiempo. Una de ellas podría ser el aumento de los niveles de colesterol en la madre que, aunque es normal en el período de gestación, hay estudios que demuestran que podría ocasionar enfermedades cardiovasculares futuras en el hijo.
“Históricamente, no se mide el colesterol en el embarazo porque se ha pensado que no se asocia a ningún problema, lo que aparentemente no es así”, señala Mauricio Fernández, cardiólogo de Clínica Alemana.
“Si una mujer tiene el colesterol normal previamente a embarazarse, habitualmente no se controla en el embarazo. Ahora, si una mujer tiene el colesterol alto y toma estatinas, debe dejar el tratamiento si quiere embarazarse por el potencial daño que puede provocarle al feto; en ese caso, lo más efectivo es una dieta saludable”, afirma el profesional.
Al respecto, Sabrina Wigodski, nutrióloga de Clínica Las Condes, señala que: “No hay guías claras sobre si tratar o no los aumentos de colesterol que sobrepasen a lo esperado, ni tampoco cómo tratarlos. Lo mejor es mantener una alimentación saludable y balanceada, evitar aumentos de peso excesivos e ir monitoreando el crecimiento del feto y los exámenes de la madre”.
Nuevos hallazgos científicos
A Andrea Leiva, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Sebastián (USS) y doctora en ciencias médicas, siempre le interesó estudiar el metabolismo del colesterol y cómo los cambios de los lípidos afectaban el desarrollo de aterosclerosis (acumulación de grasa en las paredes de las arterias) en modelos celulares y animales.
La experta cuenta que tuvo la fortuna de hacer una estadía en la Universidad de Kentucky, en Estados Unidos, donde se relacionó con investigadores muy conocedores del mismo tema.
Andrea Leiva recuerda que “al terminar el doctorado, me trasladé al Departamento de Obstetricia y Ginecología de la UC, y en búsqueda de un tema que uniera mi mundo anterior y el nuevo, encontré el gran vacío en el que hemos trabajado los últimos nueve años: encontré que los lípidos, que son altamente relevantes en la población no embarazada, no eran considerados en las embarazadas, y lo más interesante es que en 1997 se había descrito que los hijos de mujeres con niveles altos de colesterol nacían con lesiones ateromatosas (situadas en las arterias), trabajo desarrollado por profesor Wulf Palinski de la Universidad de California”.
Una inquietud científica que la hizo seguir investigando el tema, llegando hoy a liderar una investigación en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Sebastián. Trabajo que inició en 2011, y cuyas etapas han sido financiadas con recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Científico Tecnológico (Fondecyt). Estos proyectos han demostrado que un porcentaje importante de mujeres chilenas presentan niveles muy elevados de colesterol durante el embarazo, lo que se asocia con alteraciones tanto en el tráfico de colesterol desde la madre al hijo a través de la placenta, como también con disfunción de vasos sanguíneos fetales, lo que podría asociarse con el desarrollo de alteraciones cardiovasculares en los hijos de estas mujeres, tema que se encuentra actualmente en desarrollo por el grupo de investigación de la Dra Leiva.
Para poder estudiar puntualmente los efectos del alza de colesterol durante el embarazo, la profesional explica que solo han trabajado hasta el momento con mujeres sin antecedentes de colesterol elevado. De esta forma, si bien han reclutado a más de mil mujeres en los diferentes proyectos, sus estudios se han centrado en las que comienzan el embarazo con niveles normales de colesterol, que no son obesas, que no tienen patologías como diabetes, que no desarrollan diabetes gestacional o preeclampsia durante el embarazo; es decir, mujeres que podríamos considerar normales.
“En este grupo de mujeres hemos descubierto que aproximadamente el 20% de ellas desarrollan una hipercolesterolemia (presencia de colesterol elevado en la sangre) que va más allá de los rangos que se han descrito normales para el embarazo”, afirma.
Como referencia muy general -sostiene la profesional de la USS-, una persona no embarazada no debiera tener niveles de colesterol total superiores a 200 mg/dL; una embarazada -en promedio- tiene aproximadamente 260 mg/dL, y un 20% de ellas presentan niveles superiores a 300 mg/dL. Lo más interesante es que esto es desconocido, ya que, de rutina, el perfil lipídico no se determina durante el embarazo y, por lo tanto, si estos niveles elevados afectan a la madre o al hijo, tampoco.
Sobre por qué no es obligatorio el examen de colesterol en madres embarazadas, pese a que existen estudios sobre sus posibles consecuencias futuras en el hijo, la profesional manifiesta que: “Es un tema que he conversado con diferentes especialistas. No se mide, porque se sabe que durante el embarazo -y como consecuencia de alteraciones fisiológicas en los niveles hormonales- el colesterol aumenta. Además, no hay evidencia científica suficiente que demuestre que en ciertas mujeres aumenta más que en otras, es por eso que nuestra investigación es relevante”.
Por otra parte, afirma que los estudios enfocados en determinar si en el grupo de mujeres con niveles altos de colesterol hay consecuencias, ya sea en la madre o el hijo, son escasos. De esta forma, no hay investigación suficiente que sustente la necesidad de monitorear los lípidos, menos todavía que sea efectivo controlarlos, y de esta forma evitar las consecuencias sobre la diada.
Por eso, el sentido de la investigación es entregar antecedentes que fundamenten que sí sería relevante medirlos, porque que hay consecuencias que, eventualmente, podrían prevenirse.
-¿De qué forma el aumento del colesterol en las embarazadas podría evitarse, y con ello las repercusiones en la salud cardiovascular de los hijos?
-Hoy no lo sabemos, pero podemos suponer que el control de los niveles de colesterol y, además, el estado oxidativo materno sería una estrategia que podría contribuir al control de esta condición. Junto a una investigadora de la Universidad de Los Andes, un ginecólogo y una ingeniera de la UC, hemos desarrollado un proyecto aún no financiado en el que proponemos evaluar los beneficios de una dieta mediterránea sobre esta condición. Lo interesante de ella es que es saludable, y que ha demostrado efectos beneficiosos en pacientes con antecedentes de dislipidemia (niveles excesivamente elevados de colesterol) y en mujeres embarazadas con otras patologías, como la diabetes gestacional.
-¿Cuál es tu misión de vida con esta investigación?
-Mi misión de vida es demostrar que la salud de la mujer durante el embarazo es un factor clave en la salud futura del hijo. En particular, mi misión es demostrar que la hipercolesterolemia que ocurre en el embarazo puede descontrolarse en algunas mujeres, con efectos negativos sobre la salud vascular del hijo y de la madre; y que, eventualmente, esto podría prevenirse como ya se ha demostrado en modelos animales. De esta forma, si cuando yo me jubile se monitorean y controlan los niveles de colesterol, habré hecho una gran contribución.
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