Cómo evitar que un hijo realice retos virales peligrosos en redes sociales
Los retos o desafíos virales o challenges que pueden provocar daños a los menores han ido en franco aumento de la mano del mayor acceso a la tecnología, incluso llegando a la muerte de menores por asfixia o intoxicaciones alrededor del mundo. Tres psicólogas especialistas en esta materia explican qué son y cómo enfrentar de manera certera este fenómeno para resguardar la salud y la vida de niños, niñas y adolescentes.
El 7 de abril de 2022 fue un día trágico para la familia de Archie Battersbee. Hollie Dance y Paul Battersbee –padres del británico de 12 años– entraron a la habitación y encontraron a su hijo inconsciente y con una cuerda alrededor del cuello. ¿La razón? Un reto viral de TikTok, que consistía en aguantar la respiración durante el mayor tiempo posible, en el que se podía utilizar cualquier elemento que ayudase en esa tarea, como una cuerda, un cinturón o incluso una corbata.
El “Blackout Challenge”, como denominaron al reto, le produjo al pequeño Archie una grave lesión cerebral que lo dejó en coma en el hospital Royal London. Fueron meses de sufrimiento, incertidumbre y batallas legales, pues luego de realizarle resonancias magnéticas, se descubrió que había sufrido de muerte del tronco encefálico y el Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra determinó que el tratamiento de soporte vital podía retirarse. La familia apeló para reconsiderar el caso; pero, el 6 de agosto, fue desconectado y Archie falleció.
El dolor de la familia ha sido incalculable, en especial después de que la madre dijo tras la investigación que el menor había sido constantemente intimidado por redes sociales previo a la catástrofe. No solo eso, pues meses después del episodio que le costó la vida Archie, la familia siguió recibiendo mensajes a través de WhatsApp con hostigamiento e incitaciones a que ellos se suicidaran.
Así como la tragedia de la familia Battersbee, son varios los niños y niñas que han perdido la vida tratando de cumplir estos retos o desafíos de las redes sociales digitales. De hecho, a mediados de enero, en la ciudad argentina de Capitán Bermúdez, Santa Fe, Milagros Soto, también de 12 años, fue encontrada sin vida en su dormitorio producto de una asfixia producida por un ahorcamiento. Aunque la investigación que se llevó a cabo determinó que no había indicios de que la muerte haya sido incitada por terceros a través de un reto, la escena sí quedó registrada en el celular de la menor.
Niños, niñas y adolescentes
María Bernardita Celis es psicóloga infantojuvenil y académica de la Facultad de Psicología y Humanidades de U. San Sebastián (USS), está convencida que “hoy existe mucha información circulando, y estos grupos pueden acceder a lo que sea para establecer comunicación con menores de edad. Internet es un riesgo para las niñas, niños y adolescentes, por lo cual los padres deben tener el control de lo que ven y cómo interactúan sus hijos en las redes sociales”.
Por lo mismo, la académica refuerza la idea de que es fundamental que los padres puedan explicarles a sus hijos los riesgos a los que se exponen, de manera de “tratar de hacer un filtro previo, pues se pueden encontrar con cosas muy sexualizadas o muy violentas”.
Por su parte, Valentina Colina, psicóloga clínica infantojuvenil de Psy Alive, explica que la tecnología es un canal de comunicación para este segmento etario, en especial de los adolescentes. “Hay tres redes que más utilizan: TikTok, YouTube e Instagram. TikTok es una de las más peligrosas, porque no tiene casi ningún filtro, mientras que Instagram sí tiene respecto de violencia o de malas palabras, según el país; y YouTube tiene control parental”.
No a los retos o desafíos
Para Celis, académica USS, no hay una sola explicación para abordar las causas que pueden motivar a un menor o adolescente a hacer un reto viral, pero “si vemos a un niño, niña o adolescente con baja autoestima que desea ser aceptado, va a buscar dónde el resto también es aceptado, y actualmente lo más popular son las redes sociales, donde buscan seguidores o me gusta. Es una aceptación un poco vacía, porque no está basada en los afectos ni en la propia valoración, sino en lo externo. Entonces, no hay autocuidado ni amor propio, porque importa más la aceptación del resto”.
Valentina Colina subraya que en estos grupos etarios susceptibles de ser manipulados, el concepto de autoestima está muy ligado a la percepción social; es decir, validar lo que son respecto de lo determina el resto más que en la autenticidad propia de los menores. “Mis pacientes adolescentes se validan por la respuesta de un mensaje, de un me gusta o si le dejan solo el visto a un mensaje. Finalmente, se llenan de ansiedad buscando esa validación externa en las redes sociales”, señala la especialista.
Consejos para padres
A fines de enero, en Guanajuato, México, al menos 15 estudiantes de primaria, de entre 10 y 11 años, se intoxicaron por consumir clonazepam, medicamento para tratar convulsiones, trastornos de pánico, ansiedad, entre otros padecimientos siquiátricos. El ganador del desafío consiste en quién se duerme último después de ingerir varios de estos ansiolíticos.
Por eso, las especialistas entregan varias recomendaciones para abordar los peligros que existen en las redes sociales y así poner límites, además de claves para fortalecer la comunicación con los menores.
Yasna Amaro, psicóloga educacional de Dreamoms, refuerza la idea de que es fundamental la comunicación dentro del hogar. “Si nunca he tenido una conversación con mis hijos sobre esto, nunca he podido entender qué les preocupa, sus temores, sus conflictos, probablemente tampoco voy a saber qué está haciendo detrás de una pantalla”, contextualiza. Por eso, afirma que es relevante fortalecer la comunicación desde pequeños, para así entender más de su personalidad a medida que crecen.
En la misma línea, la académica USS María Bernardita Celis, agrega que “no es solamente que cuenten qué hicieron, por ejemplo, sino cómo se sintieron con lo que hicieron. Es importante que niños, niñas y adolescentes aprendan a expresarse desde sus propias emociones frente a una situación de enojo, frustración o alegría; es decir, que se sientan libres de expresarse. Cuando hay esa libertad, pueden contar sus errores sin esperar que haya un regaño, sino una conversación y una orientación, y que sí puede haber un castigo y una consecuencia, pero no desde la violencia, sino desde el amor; que sientan que son acogidos incluso en esos momentos”.
Su recomendación es que los padres puedan conversar de los contenidos de las redes sociales, en especial de los retos virales. “Uno puede contarle con sus propias palabras de qué se trata el viral y preguntarle qué les parece a ellos. Es clave destacar en los niños el afecto, que los vínculos se fortalecen en la presencialidad y no por cuantos seguidores o me gusta consiguen en una publicación”, complementa Celis, subrayando que “se puede cuestionar cuál es el fin de estos retos, y conocer cuál podría ser la motivación de un niño para hacerlo. En base a eso, hacer un acompañamiento desde el amor, que se sienta acogido”, subraya.
Para Valentina Colina, en tanto, la gestión de emociones y la autoestima son algunos de los principales aspectos que deben potenciarse: “Lo primero es no enjuiciar; la clave es validar sus emociones, escuchar lo que les pasa, aun si ellos creen que no están en lo correcto. Si son enjuiciados o criticados, los niños se van a cerrar. La comunicación se construye mostrando interés en sus emociones”.
Educar sobre las redes sociales
Para la psicóloga Yasna Amaro, “el rol de los adultos es guiar, decir qué es lo que pueden ver y no ver los niños. El acceso es muy precoz y, por lo tanto, la familia debe centrarse y ponerse de acuerdo en qué es permisible y qué no. Deben existir acuerdos respecto de horas y también sobre los accesos a Internet que pueden tener los menores”.
Las expertas coinciden en que debe haber horarios de uso de los dispositivos tecnológicos, tanto para niños como adolescentes, y también establecer reglas de qué pueden ver y qué no.
Por lo mismo, las psicólogas argumentan que una de las decisiones que se debe tomar es no darles acceso a niños muy pequeños, y si ya lo tienen, debe ser bastante limitado según sus edades. “Debe servir para comunicarse con familiares y amigos, pero nunca con personas desconocidas. Esto se consigue a través de conversaciones, de explicar por qué tiene acceso a ciertas cosas y por qué a otras no. A un niño no se le debe decir ‘porque no’ como argumento, sino hacerle entender que hay contenidos que no son adecuados, y hablar respecto de estos retos o desafíos”, explica la académica USS.
Y Colina complementa la idea e indica que, por lo mismo, “no es una opción quitar un teléfono”. Por el contrario, debe existir una explicación y enseñar cómo funcionan y cómo se deben utilizar correctamente las redes sociales y otras aplicaciones. La especialista argumenta que “si se lo prohíben, cuando tenga la oportunidad de acercarse a una red social va a cometer más errores, porque nadie le está enseñando”. Por eso, la experta recomienda que los padres conozcan estas aplicaciones y a partir de eso eduquen en los pros y contras.
Otro consejo que entregan es estar al tanto de qué ven en estas redes, a quienes siguen, a quienes admiran. “Si a un papá o una mamá no le gustan las redes sociales, va a tener que involucrarse igual para saber en qué están sus hijos, pero sin invadir el espacio, sin revisar a escondidas. Se le puede dar acceso, pero decirles ‘puedes tener celular, pero debes saber que debo tener acceso a lo que ves y con quiénes hablas’”, sugiere Celis.
Finalmente, Valentina Colina recomienda tres aplicaciones: Locategy, que permite ver la localización, recibir informes respecto del tiempo que han usado en el celular y limitar aplicaciones; Qustodio, que permite filtrar sitios webs, establecer límites de tiempo, bloqueo de aplicaciones e informes de actividad; y Google Family Link, que permite establecer reglas con límites de tiempo de uso, aprobar uso de aplicaciones y conocer la ubicación.
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