Día Mundial del Agua: 5 acciones efectivas para el cuidado del recurso hídrico en un Chile cada vez más seco
Cada 22 de marzo se conmemora un nuevo Día Mundial del Agua, fecha que se recuerda la presente crisis que enfrenta el mundo, así como las acciones que se realizan para enfrentar la situación. Desde el centro al sur del país, la U. San Sebastián cuenta con iniciativas para la sustentabilidad del recurso. Desde la gestión del Agua Potable Rural en la Región Metropolitana; la creación de una webserie infantil para educar a la familia; la medición de contaminantes en lago Llanquihue; la presencia de microplásticos en las costas e investigaciones inéditas para determinar los ecosistemas marinos en la Patagonia.
La crisis del agua es una realidad difícil de esconder y Chile no es ajeno a sus consecuencias. ¿A qué nos enfrentamos este 2024? Expertos meteorológicos aseguran que se instalará a mediados de año el Fenómeno de La Niña -sinónimo de períodos secos–, reemplazando al Fenómeno del Niño que trajo en 2023 un año lluvioso. Lo preocupante es que, habitualmente, La Niña se extiende más de un año, prolongando la situación de escasez de precipitaciones que afecta desde 2009 a gran parte de las regiones del país, lo que implica largas sequías desde Atacama al sur.
“En varios ranking y estudios, Chile aparece como un país altamente vulnerable al cambio climático”, asegura Federico Errázuriz, director del Centro del Agua de la Universidad San Sebastián (USS), uno de los referentes en materia de agua, regulación y políticas públicas. Errázuriz analiza lo sucedido en los últimos 15 años, época en que la crisis particularmente se ha expresado a través de la falta de agua, desde la región de Atacama hacia el sur, llegando incluso a Magallanes, existiendo problemas para el consumo humano.
El diagnóstico del agua en Chile
“Estábamos acostumbrados a tener una cordillera generosa, que acumulaba nieve durante el invierno y el derretimiento que venía en verano nos permitía contar con esa agua en una situación bastante ideal”, señala el experto USS, quien agrega que en el pasado no existía la necesidad de construir embalses o grandes obras para tener agua durante todo el año.
Un hecho que ha cambiado producto de la triple crisis planetaria: el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación; notando diversos efectos a lo largo del país. Errázuriz recuerda, por ejemplo, que la región de Coquimbo está absolutamente seca, generando incluso migración humana a zonas con más agua. “Se han acabado sus reservas de agua en los embalses, ya no queda agua para la próxima temporada y eso es muy dramático”, menciona, contrastando con los casos de las regiones del Maule, O’Higgins o Ñuble, que “están en mejor condición que hace un par de años”.
Distinto es a lo que ocurre en el extremo sur, donde un tema es que llueva y otro que exista agua disponible para la población. Por ejemplo, Chiloé cuenta con sistemas sanitarios rurales que se abastecen con camiones aljibe, dado que “llueve bastante, pero por su geografía no tiene montañas o cordilleras que acumulen agua. Por lo tanto, si en un mes no llueve, empieza a tener problemas”, plantea Errázuriz.
Lo mismo pasa en Aysén y Magallanes, donde si pasan 60 días sin precipitaciones “afecta profundamente la forma en que están acostumbrados a que los pastos crezcan o alimenten a los animales”.
Así, ante el complejo desafío de responder a la crisis del recurso hídrico que afecta al territorio nacional, la USS se ha desplegado a través de sus cuatro sedes, realizando acciones que apuntan tanto a soluciones directas, así como a abordar la crisis del agua desde la investigación y la educación y empoderamiento de las comunidades.
Ante una nueva conmemoración del Día Mundial del Agua, María Emilia Undurraga, decana de la Facultad de Ciencias de la Naturaleza USS, afirma que “si bien las investigaciones e iniciativas que estamos desarrollando en la universidad son distintas unas de otras, todas apuntan hacia lo mismo: aportar y avanzar en la valoración y cuidado del agua y los ecosistemas, porque necesitamos acciones concretas que permitan definitivamente cambiar las situaciones donde persisten brechas”.
1.- Educación e innovación en Agua Potable Rural
Entendiendo que más del 10% del país vive en zonas rurales, se ha generado un Sistemas de Agua Potable Rural (conocidos por la sigla APR) que son “el equivalente a las empresas sanitarias que operan en las zonas urbanas, pero para abastecer a los sectores alejados”, explica Ray Gallegos, director nacional de Vinculación con Empresas y Empleabilidad de la Facultad de Ingeniería, Arquitectura y Diseño de la USS, dirige los proyectos USS de desarrollo de asistencia técnica para los APR en las provincias de Melipilla y Talagante, en la Región Metropolitana. El ingeniero destaca que son organizaciones sociales las encargadas de abastecer de manera autogestionada a sus poblaciones. Según datos del Ministerio de Obras Públicas (MOP), existen cerca de 1.897 sistemas de APR repartidos por todo el territorio, alcanzando a 1.740.639 habitantes.
Si hacemos un zoom en la Región Metropolitana (RM), la población rural equivale a cerca del 11,4%, los cuales enfrentan problemas producto de las condiciones actuales. El recurso es escaso y enfrenta problemas de distribución y descontaminación de las aguas servidas. “Hacia Melipilla, donde hay bolsones de agua, existe un problema de tratamiento y descontaminación de las aguas servidas. La mala recolección de éstas provoca que se infiltre la napa y que, por ende, se ensucie”, ejemplifica, tomando otros casos en sectores como Alhué o San Pedro, donde simplemente no hay agua. “Normalmente se abastecen de camiones aljibe, con racionamiento del recurso”, señala el académico USS.
Otro tema que afecta a los APR es la Ley 20.998 que regula los servicios sanitarios rurales, modificada por última vez en diciembre de 2021, que busca estandarizar y mejorar los servicios hasta llevarlo a un nivel de sanitaria en zonas urbanas, dando un nuevo enfoque a este sistema que nació en la década de los 60′s. Sin embargo, a ojos de los expertos, los estándares que se exigen dificultan la creación de los APR, los que pueden demorar un promedio de 10 años de construcción.
“Cuando tú ves la realidad de los APR, además de ser dispar, hay otros que son menores y tienen problemas de gestión, donde una misma persona es la que opera la bomba, cumpliendo muchos roles sin mayor experticia en el tema”, puntualiza Gallegos. Ante ello, el trabajo de la USS partió con un análisis de las brechas en términos de transferencia y capacitación, lo que generó un programa para apoyar a quienes están detrás de los APR.
La idea partió en Puerto Montt, para luego proyectarse en la RM. Tras adjudicarse un Fondo Nacional para el Desarrollo Regional (FNDR), lograron generar un trabajo en terreno con 14 APR de tres comunas de la RM, creando escuelas enfocadas en sustentabilidad, gestión, ámbito legal, innovación y tecnología. “La primera generación tuvo a más de 60 personas que fueron capacitadas y que ya están implementando todo lo que aprendieron”, cuenta Gallegos, siendo esta generación la que utilizó por primera vez la “escuela móvil”, camión con la capacidad de moverse con el equipamiento necesario para impartir clases. “Ahora podemos asegurarnos de que ellos ya tienen las competencias en todos estos ámbitos”, resume.
El siguiente nivel es que ellos apliquen en el tiempo los conocimientos adquiridos, por lo que los siguientes pasos de la USS será crear espacios de acompañamiento para que ellos puedan implementar su gestión de manera práctica. Ya existe un piloto en marcha, con un equipo de asesores en ámbitos legales, tecnológicos y de gestión. Otra idea visible es el trabajo del Centro del Agua USS, con la redacción de un informe de acompañamiento al uso de un desinfectante distinto al que utilizan habitualmente los APR, así como informes del proceso de pre-inversión pública, buscando agilizar la instalación de estos, en coordinación con la Dirección de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas, ente que regula los APR.
2.- Medición de contaminación en lago Llanquihue
Desplegados principalmente en Los Lagos, el programa territorial Hito Más Azul de la USS se encarga, entre sus variadas tareas, del monitoreo ambiental para la Protección de la Bahía de Puerto Varas y el Lago Llanquihue. El académico de la Facultad de Ingeniería, Arquitectura y Diseño USS, Alberto Fernández, líder del programa ha aprendido a querer y cuidar esta zona, dada la relevancia del lago para la región, no solo por su enorme extensión que supera los 850 kilómetros cuadrados y su profundidad de más de 330 metros, sino por las comunidades que viven alrededor de este, entre ellas la comuna de Puerto Varas, Frutillar y Puerto Octay.
La presión antrópica que sufre el lago; es decir, la que ejerce el ser humano por la manera en que habita el espacio, genera algunos impactos, entre estos se han dado eventos de contaminación en áreas urbanas cercanas a su cuenca, por coliformes fecales entre otros contaminantes. Por ello nace este plan colaborativo que reúne a instituciones públicas, empresas y comunidad universitaria para conocer qué tan grave es la situación, para así tomar decisiones en consecuencia.
Junto con la Municipalidad de Puerto Varas, se tomaron muestras en 16 puntos de la bahía de Puerto Varas. Mes tras mes, se analiza la concentración de coliformes fecales y se publica en la plataforma “Lago en línea”, de manera que la ciudadanía, los tomadores de decisión y las empresas puedan ver cuáles son las concentraciones a lo largo de la bahía y cómo han ido variando durante el periodo.
“Por fortuna, el lago Llanquihue no presenta una situación de extrema gravedad y de extrema urgencia, pero sí es el momento de encargarse de este tipo de cosas”, señala Fernández, siendo realista que el lugar se encuentra en “un punto de inflexión”, dado que se han observado áreas que presentan eutrofización, el proceso en el que se empiezan a aparecer algas, lo que a su vez aumenta la turbiedad del agua, como ha ocurrido en otros lagos, como el Villarrica durante la reciente década.
El trabajo en terreno de la USS ha permitido que estudiantes sean conscientes de la realidad en la que ejercerán, a lo que el académico sustenta al decir que “no es necesario inventarnos problemáticas para que los estudiantes los puedan resolver y aprendan, si ya en el territorio tenemos este tipo de situaciones y se pueden focalizar en los mismos”.
3.- Investigación sobre la presencia de microplásticos en las costas
Fue en enero pasado cuando la Dra. Karla Pozo zarpó a mar abierto, liderando el primer grupo de científicos de la U. San Sebastián a bordo del Centinela I, la embarcación multipropósito que se utiliza para docencia, investigación y vinculación con la comunidad.
La travesía científica, liderada por la investigadora de la Facultad de Ingeniería, Arquitectura y Diseño de la USS, le permitió avanzar en su investigación para determinar la presencia y el impacto de los microplásticos en los ecosistemas marinos y fluviales del centro-sur de Chile. Un trabajo de más de una década, y que conecta con el Día Mundial del Agua por su preocupación tanto por las especies que habitan el mar de Chile, así como por los humanos que consumen los alimentos del océano.
La Dra. Pozo explica que el trabajo realizado en dicha expedición fue monitorear el tránsito de microplásticos desde los ríos hacia el océano: un estudio crucial para entender cómo estos afluentes actúan como canales de transporte de estos contaminantes hacia los ecosistemas marinos.
“Los seres vivos interactúan también con el aire, el agua y el suelo. El 62% del agua dulce en el mundo recircula a través del suelo y la vegetación mediante procesos ecológicos”, menciona, preguntándose qué pasaría si un día de estos no tuviéramos más agua. “Los ecosistemas forestales y de montaña estarían en peligro de eliminación y destrucción. Y consecuentemente conlleva a la pérdida de especies, que es un claro indicador de cambios irrecuperables en los ecosistemas”, agrega la académica USS.
Frente a la crisis climática, Pozo configura que desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor de esta crisis, con la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas. El cambio climático se manifiesta a través del agua mediante la alteración de su ciclo natural, lo que a su vez provoca lo que ha sido visible en los últimos años: altas precipitaciones, inundaciones, sequías, incendios y otros. “Nuestro país posee una de las líneas costeras más extensas del planeta, de aproximadamente 100 mil kilómetros desde Arica a Cabo de Hornos, y unos 500 asentamientos costeros”, señala, y agrega que “nuestro territorio es muy vulnerable a los impactos de la crisis climática, lo que significará un alto riesgo de inundación y peligro para las personas”.
4.- Creando conciencia ambiental: la webserie Guardianes de la Cuenca
Un punto esencial en la tarea por la preservación del agua es la educación, sobre todo a tempranas edades, pensando en quienes deberán liderar esta causa en el futuro. Bajo esa premisa se espera que sean los más pequeños quienes disfruten la webserie “Guardianes de la Cuenca”, que cuenta la historia de seis personajes: Metal Clank, Vermi Compost, Polly Plast, Lulo, Masc Mascarilla y Click, los que recorrerán el “lago Siemprelimpio”.
Un proyecto innovador y entretenido liderado por la USS sede De la Patagonia, ubicada en Puerto Montt, y financiado por el Programa Ciencia Pública del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. Una idea original y coproducida por Indaga, que estará prontamente disponible en YouTube.
Bajo su enfoque de educación ambiental, buscará cautivar a niños y niñas de entre 7 a 11 años, aunque Alberto Fernández, quien incluso participó en uno de los capítulos, cree que abarca un público familiar. “Los niños son el futuro y es hacia donde nos tenemos que centrar. No obstante, la serie está diseñada y pensada para que los papás y las mamás puedan ver esta serie y también les resulte interesante”, complementa acerca de esta producción que cuenta con una doble lectura, mezclando sin problemas la comedia con la ciencia lúdica y amena.
“Es un público familiar que puede disfrutar, con prioridad en quienes quieren tomar el relevo”, puntualiza, teniendo la convicción que el cambio tiene que venir desde ahora.
Cada capítulo de la webserie contará con las aventuras de sus personajes y entrevistas a expertos, abarcando temáticas orientadas al cuidado y protección de las cuencas lacustres; el rol de la infraestructura verde y azul; la tenencia responsable de mascotas y más. Alberto Fernández participó en la dirección del proyecto en compañía de la productora Indaga. Entre ambos identificaron el problema, junto con asesorarse mutuamente en temas científicos para el desarrollo de personajes y guiones. “Supervisamos paulatinamente el material, trabajando de manera conjunta para llegar a este producto tan atractivo y lúdico”, manifiesta el académico USS.
5.- Descubriendo nuevos ecosistemas marinos en la Patagonia
Si en el pasado, naturalistas como Rodulfo Amando Philippi, Ignacio Domeyko o Claudio Gay reflejaron la belleza y riqueza de la flora y fauna chilena, en los tiempos actuales ese trabajo sigue presente, pero ahora en la profundidad de las aguas.
Es el caso de Vreni Häussermann, científica y bióloga alemana, quien se enamoró del mar de Chile por su biodiversidad, cuando después de cursar estudios en Concepción a mediados de los 90‘s, hizo una expedición de Arica a Punta Arenas buceando cada 200 kilómetros. Pero fue la Patagonia, entrando al sur de Puerto Montt, donde encontró no solo su lugar en el mundo, sino un universo que para un biólogo es un paraíso.
“Descubrimos no solamente muchas especies nuevas, sino hasta comunidades nuevas como los bancos temporales de aguas frías que no se conocían de Chile”, se explaya Vreni, quien se quedó a explorar las gélidas aguas del sur, de las cuales aún se sabe muy poco. “Yo creo que la Patagonia es uno de los lugares menos conocidos del planeta”, refleja, tras años dedicada a aportar a la ciencia mundial, con el descubrimiento de especies y reflejar la situación crítica que vive esa zona del país.
Si bien hay un alto porcentaje de especies que no conocemos, dada la puntualidad de las expediciones realizadas en el pasado, específicamente en su caso el fiordo Comau, donde Vreni trabajó 20 años, la investigadora USS es enfática al explicar que “las cosas cambian mes a mes y año a año”, donde la normalidad es la desaparición producto de la triple crisis planetaria. “Comparado con cuando llegué, hay mucho menos. La diversidad está desapareciendo de forma dramática”, señala la bióloga, quien desde 2021 realiza clases y avanza en sus investigaciones desde la sede USS De la Patagonia.
De forma muy resumida, la información recopilada demuestra que la expansión y multiplicación de la acuicultura en los fiordos ha provocado la extinción de especies escondidas en las aguas frías. “En 2002, había tres salmoneras chiquititas y en 2013 había 23 gigantes. En un tiempo corto hubo una explosión de concesiones y de jaulas, mientras bajaban las especies. Las condiciones son tan malas que ya no se pueden reproducir”, menciona preocupante.
A ello, se suma que son pocos quienes trabajan en biodiversidad en el sur de Chile. “No hay financiamiento y no es fácil conseguir fondos para conocer lo que hay en la Patagonia”, confiesa, siendo gran parte de su trabajo apoyado en el pasado por ONGs internacionales. Sin embargo, desde la USS ella busca utilizar los datos recopilados desde hace 20 años para generar dos análisis de gran magnitud.
Uno es de biogeografía, para así entender por región cuáles son las comunidades marinas y dónde hay barreras, donde cambia la composición de las especies, para luego definir zonas que tienen especies similares; y así decidir, por ejemplo, si se necesitan áreas protegidas, y reconocer límites, definir dónde es importante conservar algo y dónde es quizás similar si uno tiene un área protegida.
El segundo aporte de la reconocida investigadora USS será un análisis a partir de un programa de apoyo de decisiones, el cual permite estudiar grandes cantidades de información, con la cual el mismo dispositivo entrega propuestas para definir, en este caso, espacios donde se puedan proteger el máximo número de especies.
“Son decisiones demasiado complejas para un humano definir cuáles son los lugares más eficientes de protección. Son programas que calculan por días y después te dice que tienes que priorizar la protección de ciertas especies”, desarrolla la científica, comparando que en el pasado, gran parte de las áreas protegidas han sido seleccionadas sobre la base de propuestas de ONG’s locales que conocían cierta parte del territorio.
El trabajo de Vreni Häussermann no termina ahí. “Estoy enfocándome en la educación y diseminación de información, porque yo creo que siempre se puede salvar algo todavía y es esta década la que va a ser decisiva para los próximos miles de años o más”, señala ante la creación de tanto una página web como un programa de divulgación en relación a la triple crisis planetaria, abarcando temas como la situación crítica de la selva amazónica, la desaparición de los arrecifes de corales producto del calentamiento del planeta, entre otras situaciones que cambiarán el mundo para siempre.
A pesar de que no esconde la peor cara de la crisis, Häussermann cree necesario enfocar la crisis del agua no solo al consumo humano, sino a la biodiversidad que nos rodea. “Encuentro extremadamente egoísta que nuestra generación no quiera sacrificar sus comodidades, sin tomar conciencia que estamos cambiando el planeta para todas las generaciones que vienen”, dice.
Actualmente, la experta imparte clases en la Facultad de Ciencias de la Naturaleza de la USS, mientras avanza en sus investigaciones. “Es súper positivo que la USS está agrandando el equipo de investigadores; y también de la creación de la facultad, porque para mí eso es un gran vacío en Chile que no existen este tipo de instituciones que sean multidisciplinarias”, fundamenta ante esta mirada amplia que busca entender los problemas desde otras perspectivas.
Antes de despedirse, la bióloga marina analiza su futuro: “A mí me gusta mucho que me dejen hacer mis investigaciones, aquí no me dicen qué debo hacer. Yo trabajé 20 años a cargo de un centro científico y por eso disfruto mucho de tener esta libertad y al mismo tiempo poder trabajar en conjunto con colegas y poder asegurar que se use el conocimiento, que se distribuya la información”.
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