El auge de la simulación clínica para formar a los futuros profesionales de la salud
La simulación clínica para la enseñanza en ciencias de la salud ya ha sido adoptada por las más prestigiosas universidades del mundo, siendo incluso aconsejada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para prevenir daños en los pacientes. En Chile, las nuevas tecnologías ya están siendo usadas en la formación de las y los futuros profesionales de la salud, destacando el avance que exhibe la Universidad San Sebastián, en cuya sede De la Patagonia, en Puerto Montt, se efectuará el séptimo Congreso Chileno de Simulación Clínica, el próximo 7 y 8 de noviembre.
Alrededor de 1 de cada 10 pacientes puede sufrir un evento adverso cuando recibe atención de salud y, cada año, más de 3 millones de personas fallecen como consecuencia del proceso de atención, según diferentes investigaciones. La OMS propone que trabajar en sistemas de salud seguros, además de prevenir el daño y mejorar los desenlaces en salud, podría disminuir costos económicos y sociales.
Cuando se trata de profesiones de la salud, la práctica no solo es necesaria, sino que requiere delicadeza y tino a la hora de realizar una labor que se relaciona con personas de diversas generaciones, creencias y realidades, por lo que espacios seguros para avanzar en la formación de los futuros profesionales sanitarios se han vuelto una prioridad, sobre todo de la mano de la irrupción de nuevas tecnologías.
Una acción defendida por la OMS, que ha planteado para esta década la importancia de la simulación clínica en la seguridad del paciente, especialmente en su enfoque y contribución. Por ello han generado el “Plan de Acción Mundial para la Seguridad del Paciente 2021-2030″, junto con impulsarlo como prioridad estratégica fundamental ligado a la cobertura sanitaria universal.
Así, la Educación Basada en Simulación Clínica (EBSC) es uno de los tantos apoyos a la seguridad de los pacientes. Referentes mundiales como el Reino Unido han hecho de esta práctica un camino a seguir, luego de la actualización de los estándares del Consejo de Enfermería y Partería (NMC por sus siglas en inglés), que permite a las y los estudiantes de enfermería contabilizar hasta 600 horas de simulación como parte de sus horas clínicas requeridas, destacando el papel de la simulación para cubrir brechas ante la falta de espacios de práctica clínica.
Otro caso internacional es el Johns Hopkins Medicine, que integra la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins en Estados Unidos, y que tras la creación de un centro de simulación en 2016, se ha convertido un referente mundial al impulsar la seguridad en la atención al paciente mediante la práctica y perfeccionamiento de habilidades en un entorno simulado, con tecnología de vanguardia, investigación sobre seguridad del paciente, con más de 1.400 estudiantes en diferentes grados que estudian bajo este nuevo paradigma.
La simulación clínica en Chile
El desarrollo de la simulación clínica en Chile no es la excepción. Reflejo de ello es la séptima versión del Congreso Chileno de Simulación Clínica, el próximo 7 y 8 de noviembre en la sede De la Patagonia de la Universidad San Sebastián, en Puerto Montt, donde expositores internacionales pondrán al tanto a la comunidad especialista a nivel nacional.
Esta casa de estudios superiores ha impulsado y desarrollado la simulación clínica, la que es obligatoria en la formación de sus 11 carreras del área de la salud. La institución cuenta con 3.609m2 dedicados a la simulación clínica y contempla un crecimiento en el corto plazo de un 24% para el aprendizaje y desarrollo de habilidades técnicas y no técnicas de sus estudiantes, constituyéndose así en una de las instituciones de educación superior con mayor infraestructura para la educación basada en simulación de pregrado en Latinoamérica.
La USS cuenta con cuatro Centros de Simulación e Innovación en Salud, distribuidos en sus cuatro sedes: Santiago, Concepción, Valdivia y De la Patagonia, disponiendo de equipos de simulación como fantomas de características humanas, pabellones de cirugía, hospitalización y pediátrica, box de atención, entre otros, para que las y los estudiantes puedan llevar a la práctica sus conocimientos antes de enfrentarse a un escenario real.
El Dr. Andrés Díaz-Guio, director general de simulación e innovación de la USS y vicepresidente de la Asociación Colombiana de Simulación Clínica, ha sido un promotor regional de la educación basada en simulación clínica. Una “metodología activa” que permite que tanto los estudiantes de pregrado como los profesionales que están en su proceso de educación permanente, tengan la posibilidad de entrenarse en escenarios complejos y cada vez más parecidos a la realidad, donde tienen “la posibilidad de equivocarse”.
Díaz-Guio da cuenta que una visión del factor humano ante eventos adversos en salud plantea la posibilidad de cometer errores, porque son “humanos atendiendo humanos”. La forma de llegar a desarrollar habilidades transferibles en un entorno seguro es a través de la educación basada en simulación. La atención segura es un tema de máxima importancia internacional: cada 17 de septiembre se conmemora globalmente el Día de la Seguridad del Paciente, así como el que se refiere a la Simulación Clínica.
Su contribución es completa desde la formación de pregrado hasta postgradual, y no solo aporta a entender los procedimientos propios de la profesión, sino que además trabaja la educación interprofesional; es decir, una forma de aprendizaje que considera el conocimiento de todos los involucrados buscando colaborar entre ellos ante las tareas que enfrentan.
Federico Ferrero, presidente de la Federación Latinoamericana de Simulación Clínica y Seguridad del Paciente (FLASIC), complementa esta visión, indicando que las experiencias simuladas cuentan con evidencia disponible, que asegura la posibilidad de empoderar al estudiante que está aprendiendo, lo que genera a futuro que un paciente no será atendido por alguien que está recién dando sus primeros pasos, ya que “la simulación clínica es un espacio educativo esencial para la transición entre la parte de los aprendizajes iniciales al trabajo con pacientes”.
“No solo hay una seguridad del paciente porque se demora en el estudiante el trato con pacientes reales, sino que se entrenan explícita y directamente habilidades que tienen que ver con las metas de seguridad del paciente que señala la OMS”, añade Ferrero.
El presidente de la FLASIC, frente a los avances tecnológicos que hoy acaparan la atención del mundo, considera que la enseñanza basada en simulación es una estrategia de enseñanza y una metodología educativa, más que una tecnología como tal. A ello, complementa que es importante incorporar tecnología, pero el tema de fondo radica en “cómo enseñamos y cómo utilizamos los simuladores para enseñar”, priorizando una mayor formación docente, capacitación de investigación y habilidades que fomenten lo educativo.
USS: 13 mil simulaciones por semestre
En América Latina, la simulación en la enseñanza médica ha crecido aceleradamente en las últimas dos décadas, integrándose en universidades, organizaciones civiles y centros privados. Chile, México, Brasil, Colombia y Argentina lideran el desarrollo -según el presidente de FLASIC-, con grandes centros de simulación que facilitan la formación de habilidades prácticas y la capacitación de docentes en la metodología de simulación. En Perú, la expansión de estos centros va acompañada de un creciente enfoque en la investigación, destacando cómo la simulación permite una preparación educativa más inmersiva.
Los entrevistados comparten que, si bien hay al menos 20 años de desarrollo regional, hasta que la pandemia paró el mundo, la inserción curricular de la simulación clínica no era tan amplia, en parte por el desconocimiento de las personas sobre sus metodologías. Sin embargo, no era tan común en las diferentes carreras de la salud.
La necesidad obligada que trajo el período del Covid-19 de mantener distanciamiento físico, llevó a que las instituciones a nivel global impulsaran el uso de herramientas como la simulación virtual, la simulación a distancia, o la tele simulación. “Fue un catalizador importante la pandemia en el desarrollo de la simulación clínica en América Latina en general. Y Chile, pues, no es la excepción”, rememora el Dr. Díaz-Guio.
El colombiano, que hace poco dejó de presidir la Federación Latinoamericana de Simulación, llegó a trabajar a Chile con la misión de comenzar una transformación del modelo, incorporando a educadores, profesionalizando sus labores, formando así al equipo previo al trabajo en los cuatro centros que posee la USS en sus sedes.
“Comenzamos a hacer investigación, desarrollo, innovación e incorporamos otras disciplinas dentro del staff, como ingeniería mecatrónica, psicología cognitiva y ingeniería industrial”, complementa, lo que permitió mejorar los procesos internos y ampliar el dominio de aprendizaje que adquiere el alumnado.
Reflejo del impacto es que los cuatro centros USS han crecido en un 24% con respecto a años anteriores, lo que aumentó la capacidad formadora en cerca del 20%, según cifras internas. “En el primer semestre hicimos cerca de 13 mil simulaciones, casi 24 mil horas de simulación”, destaca.
Bajo ese escenario, tan solo queda que los estudiantes practiquen el máximo posible y reflexionen sobre su práctica y su desempeño antes de egresar. “Está demostrado que esas habilidades son transferibles a la práctica. Acá se pueden equivocar, para minimizar la posibilidad de que se equivoquen en el mundo real”, afirma el Dr. Díaz-Guio.
La experiencia en el pregrado busca ser replicada en proyectos de simulación avanzada hacia el posgrado, lo cual será un mix de infraestructura, tecnología y equipo profesional con alta formación, para que equipos clínicos reales entrenen a través de la simulación avanzada.
Los caminos de la Inteligencia Artificial
Entre los desafíos que la USS y otras instituciones discutirán en el nuevo congreso de simulación clínica, está la incorporación de la Inteligencia Artificial (IA) a las prácticas de formación. Entre sus múltiples formas, ya sea el uso de realidad virtual inmersiva, realidad mixta, o fórmulas para que la IA generativa se conecte con preguntas, dudas o comentarios que los estudiantes puedan hacer en tiempo real, son algunos de los posibles caminos.
Los expertos comparten que los últimos dos años han sido cruciales para conseguir el impulso y reconocimiento que este avance tecnológico necesitaba para ser considerado. “Se ha comenzado a utilizar en la parte clínica, incluso para la seguridad del paciente, como los grandes modelos del lenguaje”, describe Díaz-Guio, agregando más ejemplos de su productivo uso, como es el desarrollo de programas basados en software para evaluar el desempeño, o para personalizar las clases en función del dominio y nivel educativo de cada uno de los estudiantes.
Actualmente, están usando la IA para diseñar casos a través de guiones para facilitar y optimizar el tiempo de los educadores en pro de dedicar ese tiempo a la reflexión con los practicantes. También existen equipos que incorporan IA para evaluar y dar feedback de alta calidad a los estudiantes, lo cual les permite entrenar mejor sus debilidades.
En el caso de la formación de educadores también se está utilizando la IA para entrenar cuestiones más complejas como es el “Debriefing” educativo, técnica conversacional que ayuda a reflexionar a las personas tras eventos reales o simulados, para que aprendan más y mejor, convirtiéndose en una estrategia metacognitiva.
La IA también se presenta como un desafío regional. Federico Ferrero, presidente de la FLASIC, quien también es dueño del sitio web Simulamos con información gratuita del tema, señala que la evidencia producida por investigadores latinoamericanos ha permitido avanzar en cómo implementar su uso en simulación. “Creo que es un camino a seguir que vamos a tener que seguir profundizando en los próximos años”, manifiesta.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.