Formación docente para los desafíos reales del aula escolar

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Las académicas Janet Carlson (U. de Stanford) y Sarah Schneider Kavanagh (U. de Pensilvania) en dependencias de la USS.

Uno de los retos urgentes que enfrentan las facultades de Educación de las universidades chilenas es cómo preparar a futuros docentes para tomar decisiones complejas en tiempo real en sus clases. De visita en Chile, dos académicas norteamericanas Sarah Schneider (U. de Pensilvania) y Janet Carlson (U. de Stanford) proponen potenciar la “formación docente basada en la práctica”. Ambas participaron en un reciente seminario internacional realizado en la Universidad San Sebastián.



“Ser profesor es un trabajo muy complejo y difícil. También es muy gratificante”, señala Sarah Schneider Kavanagh, académica de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos).

Con varias investigaciones sobre formación inicial y desarrollo profesional de profesores, estuvo en Chile junto a Janet Carlson, profesora de la Facultad del Centro de Apoyo a la Excelencia en la Docencia de la Universidad de Stanford, para exponer los avances y nuevas formas para preparar a los docentes del futuro.

Lo cierto es que la formación de profesores es un eje central de las políticas educativas en todo el mundo, bajo un contexto en el que las condiciones para enseñar y aprender están cambiando.

Por esta razón, las expertas estadounidenses promueven la formación docente basada en la práctica, que prioriza el aprendizaje a través de la experiencia directa en entornos de enseñanza reales o simulados. Un enfoque que las universidades chilenas buscan replicar en sus carreras y que expuso la realidad local en un seminario internacional sobre el tema, organizado por las facultades de Educación de las universidades San Sebastián, Diego Portales y de los Andes.

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El reciente seminario internacional sobre formación docente basada en la práctica fue organizado por las facultades de Educación de las universidades San Sebastián, Diego Portales y de los Andes.

Avanzando hacia nuevas formas de evaluar

Dentro de las universidades en Estados Unidos que han adoptado la formación docente basada en la práctica como parte central de sus currículos están la Universidad de Michigan, Washington, Pensilvania y Stanford.

Sarah Schneider Kavanagh ve una ventaja en el caso chileno frente al norteamericano, dado su tamaño y organización a nivel educacional, lo que podría ser un escenario ideal para experimentar nuevas formas de enseñar. Ello, en contraparte con su país de origen, donde debido a la estructura descentralizada de la educación, existen más de 2.000 programas de formación docente, lo que hace difícil estandarizar enfoques eficaces a nivel nacional. Schneider aboga por un enfoque riguroso en la formación, adaptado a diversos contextos.

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La académica Sarah Schneider Kavanagh (U. de Pensilvania).

En ese sentido, uno de los mayores retos en la formación docente es cómo preparar a los docentes jóvenes para enfrentar decisiones complejas en tiempo real dentro del aula.

“La docencia te plantea un montón de dilemas realmente complicados que tienes que resolver sobre la marcha”, afirma Schneider, agregando que el método que defiende contribuye a preparar a los profesionales para que tomen “decisiones rápidas, inteligentes, reflexivas y sensatas con los niños”, de modo que puedan potenciar sus habilidades.

En la misma vereda, Janet Carlson plantea que para un mayor avance de este sistema de formación se debe pensar en la integración de otros enfoques clave, como la justicia social y la relevancia cultural, evitando tratar la práctica central de forma aislada, lo que permite a los docentes conectar el currículo con las realidades culturales y sociales de sus estudiantes.

Impresiones de la educación chilena

Carlson, en su segunda visita a Chile, observa que ya existe una fuerte conexión entre la formación universitaria y la práctica en las escuelas, lo cual facilita la implementación del enfoque basado en la práctica. Según ella, trabajar con los estudiantes es esencial para completar el ciclo de formación docente.

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Janet Carlson, profesora de la Facultad del Centro de Apoyo a la Excelencia en la Docencia de la Universidad de Stanford.

“Una de las cosas que veo que es más fuerte en Chile es la cantidad de esfuerzo y tiempo que se dedica a la práctica, el puente entre el aula universitaria y las escuelas”, relata, y añade que hay que avanzar considerando la presión detrás de aquellos profesionales.

En un contexto de preocupación por la salud mental, la académica de la U. de Stanford propone un sistema donde los docentes sean tratados como profesionales y se autoevalúen o esta evaluación sea entre pares. Un enfoque cooperativo haría de esto una experiencia de aprendizaje y no una actividad evaluativa simplemente. “Si pensamos en que se realice a nivel colegiado en lugar de a nivel de autoridad, eso podría convertirse en una instancia de aprendizaje en lugar de una experiencia punitiva”, sostiene Janet Carlson.

Tecnología educativa y la interacción humana

Otro tema en contingencia es cómo los avances de la Inteligencia Artificial están provocando que se potencien otras habilidades en las aulas.

Aunque la tecnología educativa jugará un papel importante en el futuro, Schneider Kavanagh, de la U. de Pensilvania, advierte que es crucial que esta no reduzca la interacción humana. Argumenta que los docentes deben aprender a integrar la tecnología sin que esta reemplace las interacciones significativas entre estudiantes y profesores.

“Me preocupa que implementemos nuevos productos de tecnología educativa de maneras que reduzcan la interacción entre personas”, describe, mientras que Carlson comparte estas impresiones y apunta a la importancia de integrar la tecnología educativa como una herramienta útil en el aula en lugar de una amenaza. “En vez de preocuparnos de que nuestros estudiantes hagan trampa, debemos aprender a usarlo a nuestro favor”, ejemplifica. Sugiere usar herramientas como Chat GPT para mejorar el aprendizaje, no como un enemigo y destaca la necesidad de formar a los docentes en estas nuevas competencias.

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Víctor Ruiz, decano de la Facultad de Educación de la U. San Sebastián.

Pensando la situación nacional

Víctor Ruiz, decano de la Facultad de Educación de la U. San Sebastián, expone que las casas de estudio están en las primeras fases de implementación de este modelo basado en la práctica y destaca las ventajas de este enfoque: “Los profesores ven que estas prácticas son esenciales y este enfoque les da un sentido de competencia fuerte que los motiva a seguir trabajando como profesores y no desertar de la profesión docente”. Ruiz afirma que lo anterior fortalece el sentido de competencia en los docentes y ayuda a reducir la deserción profesional, un desafío importante en la educación.

Recordemos que estudios recientes dan cuenta que el 20% de los profesores del sistema escolar del país se retira en sus primeros 5 años laborales, mientras que otro 30% se retira al cumplir 10 años de docencia.

El decano Víctor Ruiz señala que, después de la pandemia, varios desafíos se han agudizado en la educación, como las brechas de conocimiento y la necesidad de crear aulas seguras para el aprendizaje. Además, sostiene que estos retos exigen a los docentes un alto nivel de compromiso y la disposición de seguir mejorando continuamente sus prácticas pedagógicas.

“Hay brechas de conocimiento que tenemos que acortar y trabajar. También lograr ambientes de aula nutritivos, lo que demanda de los profesores no solo un fuerte compromiso con sus estudiantes, sino también una invitación a seguir mejorando, a seguir reflexionando sus prácticas”, argumenta.

La formación basada en la práctica tiene como uno de sus objetivos hacer que los profesores puedan fundamentar sus acciones tanto en la teoría como en las necesidades específicas de sus estudiantes.

Un equilibrio entre teoría y práctica que permitirán tomar decisiones pedagógicas fundamentadas y efectivas. A ello se suma la colaboración interuniversitaria y comunitaria para hacerse cargo del flagelo. Reflejo de ello es el mencionado seminario para enfrentar los desafíos comunes y compartir buenas prácticas que contribuyan a la mejora continua.

Ruiz sentencia que, para avanzar en datos empíricos de este tipo de formación, es necesario contar con el respaldo de otras instituciones de educación superior y del Ministerio de Educación para expandir estos espacios de colaboración.

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