Crisis del sistema: ¿Qué pasará con los afiliados si quiebra una Isapre?
Se calcula que el 40% de sus afiliados debería pasar a Fonasa por ser mayor de 60 años, tener preexistencias o padecer una patología en tratamiento. Los seguros complementarios caducarían los contratos y evaluarían la nueva situación de las personas. Héctor Sánchez, director del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello, ve como muy probable una quiebra en el sistema y describe aquí algunas aristas de la crisis.
Sus problemas se venían anunciando desde hace un tiempo, pero no fue sino hasta la semana cuando el país se enteró de una crisis económica inédita en la industria de las isapres, que amenazaría con la desaparición de algunas o todas del escenario sanitario. Dejó perplejos a muchos, porque, se suponía, era un sector que generaba ganancias millonarias.
Héctor Sánchez, director del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello (UNAB), explica que hasta 2019 las cifras estaban relativamente bien, incluso 2020. Pero la pandemia y las medidas adoptadas para proteger a la población cambiaron el panorama. En 2020 se suspendieron los incrementos en los planes de salud por dos años (2020 y 2021); en ese período simultáneamente aumentaron las licencias médicas y la Ley 21.350, que ayudaría a frenar las demandas judiciales de parte de los usuarios por ajustes en los precios (cuyas costas pagan las isapres), se volvió en su contra hace unos días, cuando la Corte Suprema acogió recursos de protección y anuló el alza de los planes que habían hecho estas instituciones, en el 7,6%, lo máximo que les permitía la ley. No sólo para quienes ganaron en su demanda, sino para la totalidad de los afiliados al sistema. Ahora las isapres deberán devolver lo cobrado de más en los meses de junio y julio en forma de excedentes.
Así las cosas, la Asociación de Isapres afirmó que es muy posible que más de alguna de ellas quiebre, considerando que en los últimos 18 meses el sistema tuvo un déficit de $222 mil millones. Se espera que salga una solución de la mesa de diálogo iniciado recientemente con la ministra de Salud, María Begoña Yarza.
El director del ISP de la UNAB detalla acá la historia de situación y cómo podría afectar a los más de tres millones de afiliados.
¿PODRÍA QUEBRAR UNA ISAPRE PRÓXIMAMENTE?
“Sí, hoy están en condiciones varias de ellas, las que se han financiado exclusivamente con aportes de capital. Y estos aportes siempre tienen un límite: Uno, que la empresa tenga algún futuro; dos, que haya condiciones de certeza jurídica en el desarrollo de su actividad, y tres, que la autoridad muestre una voluntad de aplicar el marco jurídico legal, es decir, que haya certeza jurídica para el desarrollo de la industria. Si esas condiciones no se dan, los dueños podrían perfectamente suspender los aportes de capital e ir a la quiebra”.
QUÉ VIENE LUEGO DE LA QUIEBRA.
“Previamente bajan los indicadores de solvencia ante la Superintendencia de Salud y ésta tendría que intervenir la Isapre por un tiempo; si ve que esta institución no tiene posibilidad alguna, intentará licitar la cartera, aunque si la situación de la industria en general es tan compleja, no va a tener a quién licitar la cartera. A continuación, en ese minuto, los afiliados tienen que pasar a Fonasa”.
¿HABRÁ OTRAS ISAPRES A DONDE MIGRAR?
“Las que queden van a ser muy prudentes a la hora de aceptar carteras mayores de la institución que desapareció. Si la acepta, dejarán preferentemente ingresar a aquellas personas que son de bajo costo, es decir, menores de 60 años y quienes no tengan preexistencias, ni patologías en tratamiento”.
QUÉ PASARÁ DESPUÉS CON QUIENES QUEDEN SIN ISAPRE.
“Se irán a Fonasa y si deciden atenderse dentro de la libre elección deberán realizar copagos. Los demás lo harán en el sistema institucional y pasarán a engrosar las listas de espera, que hoy alcanzan a dos millones de personas en consultas médicas y exámenes de diagnóstico, y más de 330 mil en cirugías”.
CUÁNTOS AFILIADOS PODRÍAN VERSE PERJUDICADOS.
“Son más de tres millones los afiliados al sistema de isapres. Entre las instituciones más grandes estas tienen 400 mil y 500 mil beneficiarios. De ellos, el 60% va a encontrar una solución, porque es gente joven y sana, y contratará seguros complementarios. El problema lo tiene el 40% restante, los afiliados cautivos, porque no los recibirán ni en isapres ni en seguros complementarios”.
QUÉ OCURRIRÁ CON QUIENES TIENEN SEGUROS COMPLEMENTARIOS. “En Chile, estos son individuales en su mayoría, voluntarios y de corto plazo. Una persona, ya sea que esté en isapre o Fonasa, debe declarar al seguro cuál es la cobertura básica que tiene para contratarlo, y de acuerdo con ésta se determina la cobertura del seguro. Pero si la isapre desaparece, desaparece también su plan, y tendrá que declarar ante la compañía su cambio de situación. Dependiendo de las circunstancias, le subirán el precio o le podrían decir que en esas condiciones no lo volverán a asegurar. Si un seguro le cubría, por ejemplo, el 80% de lo que no cubría la isapre, lo más probable es que si se pasa a Fonasa le cubra entre el 20% y 40 %”
¿EN MANOS DE QUIÉN ESTÁ LA SOLUCIÓN AHORA?
“De la Superintendencia de Salud. Si no busca una solución muy rápido, podría perfectamente darse que en las próximas semanas o en los próximos dos meses haya una quiebra de alguna isapre importante. La Corte Suprema le dijo a la Superintendencia que eso deberá hacerlo en un tiempo prudencial, no le fijó un plazo, sino que sencillamente le traspasó el problema. Por lo tanto, es el superintendente quien tendrá que resolver y él va a determinar en qué momento esta situación podría resolverse a través de una circular que establezca las nuevas condiciones bajo las cuales se pueda aplicar la Ley 21.350″.
POR QUÉ ES IMPORTANTE LA LEY 21.350.
“En 2021 se llegó a un acuerdo con las isapres en el Parlamento y se dictó la Ley 21.350, que autorizaba el aumento de precios y que, supuestamente, iba a terminar con la judicialización del sistema, porque se le entregaba a la Superintendencia la responsabilidad de desarrollar un modelo de evaluación de incremento de los costos para poder fijarle a la industria un techo en eso. La Superintendencia hizo este trabajo y llegó a un guarismo a fines del año pasado: 7,6% como incremento máximo aplicable el año 2022. Las isapres se acogieron a este guarismo, prácticamente todas al mismo monto, porque estimaron que el costo que había calculado la Superintendencia estaba por debajo de los incrementos de costos reales que habían tenido. Y aquí empiezan los problemas adicionales, porque, contrario a lo que pensaron los legisladores, siguió la judicialización, es decir, las personas siguieron sin aceptar el incremento en los precios, aunque estuviera regido por esta ley. Y, de hecho, la intendenta de Fondos de la Superintendencia les dio la razón a los afiliados, en el sentido de que no se podía aceptar el reajuste porque las isapres no habían expresado en forma suficiente sus razones, lo que la ley 21.350 no exige en forma explícita. Lo mismo pasó la semana pasada, cuando la Corte Suprema estableció que la Ley 21.350 está mal aplicada en términos reales porque las isapres sí debían explicar a los afiliados cuáles eran las razones del incremento y no bastaba con que hicieran una alusión a los criterios que había utilizado la Superintendencia para explicarlo”.
POR QUÉ PODRÍA QUEBRAR UNA INDUSTRIA QUE SE SUPONE QUE GENERA UTILIDADES MILLONARIAS.
“Tiene una lógica distinta. Las isapres no son seguros de largo plazo. No guardan fondos para cubrir los siniestros futuros de las personas, tienen la obligación con ellas sólo mientras dure el contrato y le estén pagando mes a mes. Por lo tanto, este seguro se financia con las cotizaciones mensuales que va recibiendo. Y esa es una de las críticas que desde el punto de vista académico siempre hemos hecho al sistema, que es un seguro de corto plazo. Un seguro de vida, por ejemplo, de cada 100 pesos que el asegurado paga hay una cantidad de plata que la compañía está obligada a guardar para cuando aquél esté viejo o fallezca y deba desembolsar el monto acordado. En el caso de las isapres no es así, éstas miden sus resultados en función del ejercicio en un año en particular. Entonces, todo el dinero que ingresó el 2020 vs. todos los costos que tuvo el 2020 marca el resultado. Y si es positivo, por ley la sociedad anónima reparte a lo menos un 30% de utilidades entre sus accionistas, y con el 70% restante decide qué inversiones va a hacer. No es que las isapres tengan una alcancía a la cual le van poniendo dinero cada vez que van ganando”.
CUÁLES SON LAS CIFRAS QUE REVELAN LA CRISIS.
“En 2019, las utilidades fueron de más de $9 mil millones. En 2020, de más de $18 mil millones. Pero en 2021 las pérdidas fueron de $137 mil millones, y en el primer semestre de 2022 llegaron a $76 mil millones. Se proyectan pérdidas de entre $80 mil millones y $100 mil millones para el segundo semestre. Por lo tanto, en dos años serán más de $300 mil millones de pérdidas”.
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