Día del Patrimonio: La historia de la Ballenera de Quintay y La Casona de Las Condes
Mientras en todo Chile se celebra el día de los Patrimonios, organizado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio desde hace 23 años, y que se llevará a cabo los próximos 28 y 29 de mayo en todo el país, Juan Manuel Estrada, director de Centro de Investigación Marina Quintay, nos revela la historia de la antigua ballenera y la historiadora Solène Bergot nos cuenta los orígenes de la antigua casa patronal de Las Condes, ambos monumentos a cargo de la Universidad Andrés Bello.
Desde la localidad pesquera de Quintay, Juan Manuel Estrada, investigador UNAB y director del Centro de Investigación Marina Quintay (CIMARQ) explica que la antigua Ballenera se fundó el año 1942 con el apoyo de la empresa Indus, de capitales nacionales. “El espacio estaba destinado fundamentalmente a la caza y procesamiento de ballenas. El objetivo del negocio era obtener aceite y grasa y se cazaban ballena franca y cachalotes.”, cuenta Estrada.
Luego entraron capitales japoneses y con ellos barcos de mayor velocidad para cazar ballenas rorcuales y otras más grandes, como la ballena azul. “En la planta de Quintay se llegó a procesar del orden del 1% de lo que se capturaba al año en el mundo. Era la ballenera más grande de Chile y funcionó así hasta 1967“, apunta Estrada desde su oficina del antiguo galpón de faenamiento y que ahora sirve para reuniones de los pescadores de la caleta y actividades académicas.
“Quintay es un lugar de tránsito de ballenas. Siempre converso con los pescadores y ellos normalmente avistan ballenas a 10 o 15 millas de la costa. En esos tiempos los paradigmas eran bien distintos a los que existen ahora. La ballenera era un símbolo de progreso de la región de Valparaíso junto con el complejo de Puchuncaví-Ventanas. Claramente ese paradigma cambió. En nuestra sociedad entendemos que son animales que desarrollan conductas complejas, lazos familiares”, nos cuenta Juan Manuel Estrada.
La UNAB se hizo cargo del inmueble a partir de 1993. Estrada apunta que partieron como un pequeño centro de Investigación para dar apoyo a las actividades de investigación y docencia de la carrera de ingeniería en acuicultura. “Con el correr de los años nos dimos cuenta de que había varias problemáticas que eran importantes de abordar desde un punto de vista práctico. Hoy lo que tratamos de hacer es contribuir a la sustentabilidad de los ecosistemas y a la conservación de los recursos, ya sea a través de medidas de manejo adecuadas, estableciendo vedas de acuerdo con el ciclo reproductivo real y efectivo de los organismos, por ejemplo, el repoblamiento de erizo, quizá nuestra especie más emblemática, y otros como el lenguado, el congrio, el chorito, la ostra chilena y las algas marinas, focalizado siempre en recursos nativos”. Así, las antiguas instalaciones de faenamiento y muerte ahora son un espacio donde “se crea vida, para repoblar y recuperar tanto poblaciones como contribuir a la recuperación de ecosistemas”.
Estrada plantea que UNAB tuvo una visión de largo plazo, pues la ex ballenera era considerada una ruina fiscal que fue rehabilitada, reconstruyendo módulos y manteniendo la arquitectura original, apunta mientras, desde su oficina, visualiza la chimenea original y los hornos donde antes se cocinaban los trozos de ballena y preparaba aceite. “Ahora ahí hay un salón multiuso donde se realizan actividades de la comunidad de Quintay, clases de yoga, reuniones con autoridades, centro de capacitación para pescadores artesanales, laboratorios de biotecnología marina y auditorios de clases”.
En 2015, la ex ballenera de Quintay fue declarada Monumento Histórico Nacional. Estrada apunta a que se recuperó la salud estructural de los muros, que estaban en muy mal estado, se hicieron los arcos de madera originales con madera traída de Concepción. “Lo que hemos logrado con el concurso de los técnicos, los investigadores, los estudiantes, los pescadores, la comunidad, es cambiar un paradigma”. Más información en https://cimarq.unab.cl/
LA CASONA DE LAS CONDES
Por constituir una valiosa representación de la arquitectura colonial en la Zona Central de Chile, la Casona de Las Condes fue declarada Monumento Histórico en 1982. Solène Bergot, historiadora y académica del Departamento de Humanidades de UNAB, cuenta que el lugar se comenzó a configurar como una hacienda en el siglo XVI. “Eran tierras indígenas y los conquistadores empezaron a repartir las tierras alrededor de Santiago para ir consolidando su presencia en el país. Su primer dueño fue Antón Díaz, de quien se dice fue compañero de expedición de Pedro de Valdivia y él solicitó 16 cuadras en 1559″, detalla Bergot. En los años siguientes, el territorio se fue consolidando, se utilizó para pastizales en la zona precordillerana con un sentido estratégico “de paso fronterizo y de control del territorio”, añade la historiadora.
La Casona de las Condes, hoy sede del Campus Casona de UNAB, fue la casa patronal de la hacienda San José de la Sierra, latifundio que abarcó gran parte del sector oriente de Santiago. Luego de Díaz, la casona fue propiedad Martín de Zamora, Pedro Torres y Pedro Fernández Concha, quienes agregaron hectáreas y construcciones al fundo hasta contar con dos casas, dos viñas, un molino, una capilla y miles de hectáreas de terreno. “Era una hacienda muy valiosa. De hecho, cuando se cambia de dueños, vemos las variaciones de precio y son montos enormes para la época” explica Bergot.
La historiadora identifica a la familia Torres como la que probablemente ordenó la casa en la estructura que actualmente tiene y que es reflejo de la arquitectura colonial. La construcción tiene estructura en forma de H con naves edificadas en adobe sobre base de piedra, con techumbre de madera y tejas. Sus muros de adobe tienen un espesor de 120 centímetros, recubiertos de cal. En el interior, los pisos son de arcilla cocida, con vigas, pilares y dinteles de roble, ciprés y patagua.
En manos de los hermanos maristas entre 1983 y 1985, la casona sufrió daños por el terremoto de 1985. Actualmente como parte de la Universidad Andrés Bello, cuenta con más de 47 mil metros cuadrados construidos, donde la casona antigua y la capilla han sido restaurados a su estilo colonial. “El hecho de que haya sido declarada monumento nacional obliga a la sociedad a conservar estas construcciones, para que tampoco queden congeladas en el tiempo, sino que adquieran otros usos, sigan vivas y a disposición de toda la comunidad universitaria, porque es un gran campus y la casona es el corazón. UNAB se ha preocupado de esto. Es interesante que una institución privada tenga en bien cuidar este patrimonio que es de todos”.
Más información https://infraestructura.unab.cl/campus-unab/campus-casona/
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