Pandemia dispara los residuos hospitalarios: ¿Son peligrosos? ¿Y qué hacer con ellos?

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Ilustración: Gabriel Ebensperger

Desde jeringas, mascarillas a desechos radiactivos. Según datos de la autoridad, los residuos especiales han crecido en 106% durante la pandemia. Un tema tabú que a muchos centros de salud no les gusta tratar pero que es un problema real. Por su parte las universidades ya están haciendo lo suyo:un proyecto piloto liderado por la Universidad Católica del Norte, la UNAB, y la Universidad Católica de la Santísima Concepción busca mejorar la gestión de estos procesos.



La pandemia ha concentrado la atención de todo el mundo por el temor a los contagios y la enfermedad. Sin darnos cuenta, durante más de un año, mascarillas, hisopos nasofaríngeos, mascarillas y guantes se empezaron a desechar por montones. Si a todos estos elementos, que hoy consideramos cotidianos, les sumamos los ya habituales que se recogen a diario en los recintos de salud del país, la imagen puede ser abrumadora.

Con el sistema sanitario funcionando al límite, la recolección de Residuos de Establecimientos de Atención de Salud (REAS) se ha transformado en una montaña que no para de crecer y cada vez más difícil de gestionar.

De acuerdo con datos entregados por el Ministerio de Salud, la generación de Residuos Especiales (que contiene o puede contener agentes patógenos en cantidades suficientes como para causar la enfermedad), creció en un 106% y los Residuos Peligrosos (cuyo manejo representa riesgos para la salud pública y/o efectos adversos al medio ambiente, y que presenta alguna de las siguientes características de peligrosidad: toxicidad, inflamabilidad, reactividad y corrosividad), aumentaron en un 19% durante 2020 respecto del año anterior. Las cifras van en línea con las entregadas por la Superintendencia de Medio Ambiente para 2021: la cantidad de REAS eliminados en rellenos sanitarios autorizados se ha incrementado en un 300%, comparado con los años anteriores.

El manejo y tratamiento de las REAS es uno de los tantos temas donde, literalmente pocos quieren asomar la nariz. Desde 2009 que en el país existe una regulación que exige la existencia de un plan de manejo para cada institución. Dentro de lo que plantea la normativa, está el registro de la estimación de peso diario generado por categoría de REAS y el registro de contenedores con residuos que ingresan al sitio de almacenamiento, la categoría de residuo, la cantidad almacenada, la fecha de ingreso a la sala de almacenamiento, además de la fecha de envío y cantidad despachada a eliminación.

Y si hablamos de “residuos peligrosos”, la normativa plantea un registro en el Sistema de Declaración de Residuos Peligrosos (SIDREP), que a través del sistema de “Ventanilla Única”, permite a los generadores y destinatarios de desechos declarar las cantidades de residuos peligrosos vía portal web. “La generación e ingreso en los sistemas informáticos de estos datos se realiza de manera rudimentaria, llevando las estadísticas en papeles o planillas por separado y siendo apuntada posteriormente de forma manual, situación que puede ocasionar pérdida de información o errores involuntarios en el registro de esta”, explica Juan Antonio Munizaga, doctor en Ingeniería Ambiental de la Universidad Católica del Norte y director de un plan piloto desarrollado en conjunto por la UNAB de Viña del Mar y la U. La Universidad Católica de la Santísima Concepción, en colaboración con el Hospital San Pablo de Coquimbo y Hospital Clínico Regional de Concepción Dr. Guillermo Grant Benavente, que busca, a través de la tecnología, mejorar la gestión de residuos hospitalarios.

EL SILENCIO DE LOS DESECHOS

“Con la pandemia se han ido generando muchísimos más desechos hospitalarios, sobre todo por las altas tasas de ocupación por COVID-19 y en el ámbito de los desechos de las REAS no hay un levantamiento fidedigno en general, con indicadores que permitan establecer si su manejo está siendo efectivo o no. Hay un contexto legal donde se debe informar la cantidad y tipo de desechos, pero no hay un seguimiento fino como para determinar quién produce más desechos, cuándo y cómo y con esa información poder tomar decisiones”, explica Juan Felipe Calderón, doctor en ciencias de la ingeniería informática y profesor asistente de la Facultad de Ingeniería UNAB.

El doctor Munizaga, desde el ámbito de la ingeniería medioambiental, plantea que la mayoría de los establecimientos de atención de salud en Chile, la gestión de REAS se basa principalmente en la recolección, transporte y eliminación de residuos mediante la incineración y esterilización, así como también, eliminación de residuos asimilables a residuos domiciliarios en rellenos sanitarios autorizados. “La deficiente gestión interna en dichos establecimientos resulta en una escasa recuperación y reciclaje de materiales, provocando que se depositen anualmente miles de toneladas de plásticos, vidrios y residuos peligrosos en rellenos sanitarios, vertederos y en algunos casos, en lugares que no están adecuados ni permitidos para tales fines”, explica.

Dentro del panorama nacional, el Hospital San Juan de Dios, uno de los más grandes del país, a través de su jefe de Gestión Operacional, Xavier Carballal, explica que “para evitar potenciales focos de contagios, no recicla ningún producto que esté bajo la categoría de REAS. No obstante, y como forma de contribuir a las políticas medioambientales, mantiene un contrato con una empresa externa que gestiona de forma segura los desechos, los trata, recicla o elimina según la regulación vigente”. Desde el centro asistencial, apuntan que en el último año se han generado un total de 296,6 toneladas, entre residuos especiales (los con mayor incidencia), patológicos, peligrosos, fármacos, radioactivos y citotóxicos. El HSJD recicla alrededor de 35,6 toneladas anuales de Cartón y 780,6 toneladas de residuos asimilables a domiciliarios, que son retirados por otra empresa contratada para estos efectos.

Por su parte, Jaime Alarcón, jefe de Contratos de Clínica Universidad de los Andes, recinto que también estuvo dispuesto a hablar sobre su manejo de residuos hospitalarios, explica que la gestión de residuos es un gran reto para cualquier institución de salud. “Es necesario que la trazabilidad contemple los registros internos, es decir, cuando nuestro personal retira los residuos desde los servicios, se registran cada una de las bolsas y recipientes, para luego contrastar esto con las cantidades a enviar en camión para tratamiento y disposición final”, indica Alarcón.

Según sus datos, en la Clínica Universidad de los Andes se generan aproximadamente al año una cantidad de 650 toneladas de residuos, donde se incluyen residuos domiciliarios, especiales, peligrosos y reciclaje. “Contamos con una gestión integral de todos estos residuos a través de la empresa internacional Veolia Chile, la cual traslada nuestros desechos hacia sus plantas de tratamientos, trabajamos a diario en la gestión de nuestros residuos, recuperando durante el año 2021 el 4,8% de recolección de reciclaje del total de nuestros desechos, Entre los que se incluyen el papel, cartón y plástico PET”, sostiene Alarcón.

TECNOLOGIZAR LOS DESECHOS

El proyecto “Seguimiento y evaluación para la optimización de la gestión de residuos en establecimientos de atención de salud mediante una plataforma tecnológica”, es el piloto que busca dar un salto de calidad en un ámbito fundamental para el buen funcionamiento de todo el sistema sanitario.

La iniciativa se está llevando a cabo junto a investigadores de la Universidad Católica del Norte, Universidad Católica de la Santísima Concepción y Universidad Andrés Bello en el IX Concurso FONDEF IDeA - Investigación Tecnológica 2020 de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile, con un financiamiento total de 418 millones de pesos. Aunque fue adjudicado a fines del año pasado, recién se pudo iniciar en junio, por los retrasos que provocó la pandemia, y tiene un horizonte de dos años, “en los que se espera desarrollar la plataforma informática y la visualización de indicadores para la gestión y luego con eso probarlo y generar reportes de cómo está la gestión de cada uno de los hospitales pilotos y decirles cuál es su situación y cómo se puede mejorar”, explica Calderón desde UNAB.

Tal como en otras industrias, el plan pretende integrar la tecnología y la automatización para mejorar procesos hasta ahora hechos a mano y así generar información necesaria para alimentar una plataforma informática que estará conectada a una infraestructura de sensorización. El doctor Munizaga explica que por ejemplo “se pretende incluir estaciones de control y pesaje mediante básculas en los puntos de almacenamiento y mediante un sensor de identificación obtener el peso y origen del residuo generado, de esta manera, optimizar el proceso de generación de información”.

A su vez, el proyecto propone una metodología de evaluación de los procesos operativos, que utilizará un conjunto de criterios e indicadores para realizar una evaluación y control del sistema de gestión de REAS. El proyecto se aplicará de forma piloto en los establecimientos de atención de salud que participan en el proyecto: Hospital San Pablo de Coquimbo y Hospital Clínico Regional de Concepción Dr. Guillermo Grant Benavente. Además, se cuenta con el apoyo de dos empresas privadas de la región de Coquimbo, Anfibio Ltda. y Menval Ltda., que gestionan residuos de establecimientos de atención de salud.

El equipo de investigadores está conformado por el Dr. Juan Antonio Munizaga Plaza (Escuela de Prevención de Riesgos y Medio Ambiente UCN), Dr. Andrés Vallone (Escuela de Ciencias Empresariales UCN), Mg. Mauricio Castillo Montes (Facultad de Medicina UCN), Dra. Emma Chávez Mora (Facultad de Ingeniería UCSC), Dr. Juan Felipe Calderón Maureira (Facultad de Ingeniería UNAB) y Carmen Álvarez Rojas (Seguimiento y Control UCN).

“A partir de dispositivos automáticos como la sensorización de gran parte de las actividades que están involucradas en estos procesos, como la determinación de de cantidad en peso de residuos, de dónde vienen. Sensores escanean e identifican la basura mediante códigos QR”, explica el académico de la UNAB. Para Calderón también es relevante entender cómo se hace la “trazabilidad de los residuos, cómo los identificamos y cómo hacemos que los usuarios del sistema, que son los que van a inyectar datos, son capaces de interactuar con esto y que les sea fácil de usar, que no les cambie el proceso o lo mejore. En algunos hospitales están todo el día recolectando residuos, no paran. Van echando, recolectando y no se puede entorpecer su tarea. Necesitamos que las herramientas tecnológicas les sirvan para mostrar el gran trabajo que están haciendo”, plantea.

“La próxima tarea es el levantamiento de los indicadores, con una convocatoria a los actores más relevantes de los dos hospitales”, adelanta Juan Felipe Calderón desde UNAB. “La automatización y sensorización de basura es un tema bastante manejado a nivel mundial, en lo domiciliario y especial, pero en Chile estamos recién partiendo. Los desafíos más grandes son los costos involucrados, los procesos, la conectividad que van a tener esos sensores en las salas de procesos. Hay un desafío tecnológico para entregar una medición confiable, precisa, oportuna y que sea al menor costo posible. La idea es que este piloto sea replicable en todo Chile con tecnología creada en el país, con investigación y desarrollo aplicados”, indica Calderón.

EL FACTOR COVID-19

Durante los últimos dos años la pandemia por COVID-19 ha dejado grandes desafíos para la gestión de residuos. A nivel mundial, el doctor Munizaga observa que, por ejemplo, en algunas comunidades autónomas de España ha habido un incremento de REAS, en 2020, de 300 %. En la provincia de Hubei, China, se observa un incremento en un 370% de residuos médicos desde el inicio de la pandemia, con una alta proporción de plásticos.

Según el último informe publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en 2020, se informó que en países en vías de desarrollo aumentaron aproximadamente a 3,4 kilogramos por persona por día, y 2,5 kilogramos por cama por día de REAS asociados a COVID-19.

En Chile, el Departamento de Acción Sanitaria de la SEREMI de Salud de la Región Metropolitana informó que rellenos sanitarios autorizados para recibir cierto tipo de residuos hospitalarios han incrementado la eliminación de REAS en un 300 % la cantidad que ellos recibían antes de la pandemia.

En particular, de acuerdo con los casos estudiados en Chile, se observan aumentos entre 136 % y 187 % respecto a la generación de residuos especiales de 2019 respecto a 2020. Estos residuos se subdividen en: cultivos y muestras almacenadas, residuos patológicos, sangre y productos derivados, residuos cortopunzantes y residuos de animales. Uno de los casos estudiados, muestra que la generación de residuos especiales en abril de 2021, ya se habían generado igual cantidad de residuos que todo el año 2020. Los residuos peligrosos tuvieron un aumento en 2020 de 133 % respecto al año 2019, los residuos asimilables a domiciliarios se observa un aumento de 17 % en el año 2020 respecto a 2019. “Este aumento puede parecer poco significativo, pero se debe tener presente que la cantidad en peso de estos residuos es mucho mayor que el resto de las categorías de REAS”, indica Munizaga.

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