¿Por qué el virus sincicial está atacando con más fuerza?
La mayor crisis sanitaria después de la pandemia se está generando por un virus extremadamente contagioso que invade nuestro sistema respiratorio, afirman especialistas de la Universidad Andrés Bello y Clínica Santa María. Es estacional, está presente todos los inviernos, pero este año superó todas las cifras anteriores. La causa: la inmunidad tardía o la llamada “deuda inmunitaria” a la que nos expuso el nulo contacto con virus durante las restricciones por el Covid-19. Lactantes y adultos mayores conforman la población en riesgo.
Cuando se habla del principal virus que circula hoy en Chile, el sincicial, se hace referencia también a una ‘deuda inmunitaria’ o a una ‘inmunidad tardía’. Ambos conceptos quieren decir que debido a las restricciones por la pandemia del Covid-19 no tuvimos contacto con virus y, por tanto, principalmente los niños no han generado las defensas suficientes. Y así, este Virus Respiratorio Sincicial (VRS) está atacando este año de una manera inusual. Peor que antes de la pandemia y bien anticipadamente. Las principales víctimas: niños de hasta 4 años y mayores de 80, con seis lactantes fallecidos hasta el cierre de esta edición.
“Generalmente los niños se contagian en su primer año de vida -explica la Dra. Carolina Otero, inmunóloga y académica de la Escuela de Química y Farmacia de la Universidad Andrés Bello (UNAB). Por tanto, los niños mayores que ya tuvieron el virus poseen sus propias defensas naturales. Entonces, debido al encierro eso no ocurrió y los niños están vírgenes en ese sentido, a esto se refiere la deuda inmunológica”.
Esto hizo que el VRS, que antes atacaba preferentemente a infantes de hasta 2 años, hoy enferme también a los de 3 y 4 años. Amén de los adultos mayores, cuyo sistema inmunológico se hace más débil con el paso del tiempo, y de las personas inmunodeprimidas por patologías crónicas.
También se adelantó: si en el pasado aparecía a inicios del invierno, hoy, sin que la estación haya comenzado aún, tiene colapsadas las urgencias y las camas pediátricas del país, y a las autoridades de Salud completamente abocadas a tratar de superar la crisis con alerta sanitaria mediante.
“La verdad es que necesitamos harta paciencia porque nos queda para rato todavía -dice la Dra. Otero-. Vienen el resto de junio, julio y agosto, que son meses crudos. Se ve complicado el panorama”.
El gran problema es que el VRS no sólo gatilla un cuadro clínico grave en ciertas poblaciones, sino que puede ser mortal, acota la Dra. María Jesús Hald, epidemióloga y directora de Educación Continua de la Facultad de Medicina de la UNAB. “Se presentó en la época estacional en la que también hay una comorbilidad epidemiológica con otras enfermedades, cuando tenemos altas tasas de influenza que no habíamos visto en años anteriores, incluso ni en épocas prepandémicas. Entonces, esta cocirculación viral hace que aumenten las consultas respiratorias, que se incrementen los cuadros graves y colapse el sistema. Hoy son los niños de 1 a 4 años los que tienen mayor tasa de consultas respiratorias en Chile”.
¿Quiénes son los más vulnerables?
El semestre pasado el VRS también causó estragos en el hemisferio norte. Al igual que nosotros, allí debieron lidiar con la simultaneidad de varios virus, con una alta demanda de camas críticas pediátricas y hospitalizaciones de niños. Este virus es altamente transmisible y contagioso, y, además, no cuenta con vacuna, por lo que lo único que queda es evitar el contagio.
“Hoy, el sincicial es una de las primeras causas de infección de las vías respiratorias en los lactantes a nivel mundial, y acá, según lo que informaron las muestras analizadas por el ISP, es el de mayor circulación. Después siguen el adenovirus, la influenza y el coronavirus, en ese orden”, indica la Dra. Hald.
Su alto grado de contagiosidad determina que más del 50% de los niños adquieran el virus durante el primer año de vida y el 100%, antes de los 3 años, detalla el Dr. Jaime Lozano, médico broncopulmonar infantil y jefe de Pediatría de Clínica Santa María. “En recién nacidos y lactantes las manifestaciones pueden ser irritabilidad, disminución de la actividad, pausas al respirar, apneas, cambio de coloración de la piel (cianosis o palidez) o respiración quejumbrosa. Alrededor de un 3% de los casos requiere de hospitalización por insuficiencia respiratoria”, afirma.
Hay que tener claro, añade el facultativo, que lo que se contagia no es la enfermedad, como muchos piensan, sino el virus. ¿Qué quiere decir esto? Que el virus tiene un comportamiento diferente según el grupo etario al que se pertenezca. Un adulto con VRS, que en él cursó como un resfrío, no debe acercarse a un niño porque éste sí puede hacer un cuadro serio. “Cualquier persona que esté con un resfrío simple, con un poco de secreción nasal cristalina y a lo mejor un poco dolor de garganta, podría estar con una infección por virus respiratorio sincicial y contagiar a un hijo pequeño -precisa-. El moco cristalino no es agüita o alergia, es un moco rico en virus, muy contagioso. Si el papá o la mamá que están al cuidado del lactante tienen moco o les duele la garganta, deben usar mascarilla para cada atención y, aun con la mascarilla puesta, no hablar encima de la guagua y menos toser o estornudar”.
Del mismo modo que el coronavirus, los aerosoles -o gotitas que emite el infectado- ingresan por la nariz, la conjuntiva ocular y la boca. Por ende, las guaguas parten con una infección respiratoria aguda de las vías aéreas superiores, moco cristalino, algo de tos y obstrucción nasal, y no más que eso.
“Pero en los días siguientes el virus logra bajar, descender hacia la tráquea y después hacia los bronquios, inflamándolos; y esa inflamación causa la obstrucción de los bronquios”, describe el Dr. Lozano.
Las secuelas del VRS en un niño pueden incluir un daño broncopulmonar que después se vuelva crónico. “Sobre todo los lactantes, que no han terminado de desarrollar y formar bien su sistema broncopulmonar, podrían quedar con lesiones -asevera la Dra. Hald-. Son pacientes más propensos a los síntomas bronquiales obstructivos recurrentes. Esas lesiones después se pueden transformar en asma y en uso de corticoides. Lo mismo pasa con la neumonía, que también deja secuelas a través de la atelectasia de los bronquios”.
¿Cuándo consultar en un servicio de urgencia? “Hay que sacar la ropa y observar si se hunden las costillas al respirar en cada ciclo, o si se hunde la parte arriba, el cuello o parte del esternón. También, si presenta aleteo nasal y quejido al respirar”, apunta el Dr. Lozano.
Los cuidados del menor enfermo incluyen aislamiento y la reincorporación de todos los hábitos higiénicos que adoptamos en pandemia: lavado estricto de manos, cambio de ropa y de zapatos al ingresar a la casa, y uso de mascarilla.
Si se trata de menores de un año, en lo posible, mantenerlos en casa, recomienda la Dra. Otero. “Si reciben comida y están hidratados, es mejor no llevarlos a los servicios de urgencia, porque están llenísimos y son un verdadero zoológico de virus”.
¿Cómo afecta a los adultos mayores?
Alrededor de un 30% a un 40% de las neumonías en adultos mayores son provocadas por virus. De ellos, el virus respiratorio sincicial es uno de los más relevantes en cuanto a la contagiosidad y el daño que puede causar en personas de esas edades, indica el Dr. Pablo Gallardo, jefe de Geriatría de Clínica Santa María.
“Los adultos mayores son una población vulnerable, y un cuadro de VRS afecta principalmente a personas con enfermedades crónicas, a enfermos de asma, EPOC o patologías cardiacas que hacen que el compromiso vital sea muy crítico”, comenta.
Lo grave es que en los más vulnerables el VRS puede ocasionar la muerte. Por ello, si el adulto mayor está con contacto con niños -principales vectores del virus-, lo correcto es que use mascarilla si no puede aislarse.
En el adulto mayor la enfermedad por VRS se presenta de manera parecida a la de un niño. Sin embargo, aunque ya tiene el bronquio completamente desarrollado, puntualiza la Dra. Hald, puede tener como consecuencia que sus ramas alveolares bronquiolíticas queden con ciertas necrosis que disminuyan sus capacidades pulmonares máximas de inspiración.
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