Columna de Álvaro Bellolio: Caso Brinks y la urgencia de un cambio institucional

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Álvaro Bellolio es director de la Escuela de Gobierno del Instituto de Políticas Públicas de la UNAB.

"El caso Brinks pone en evidencia la fragilidad de nuestros sistemas. La capacidad de una organización criminal para infiltrarse en una empresa de transporte de valores y ejecutar un robo con tal precisión, demuestra una sofisticación no vista y más preocupante aún, la facilidad con la que estos grupos operan", dice el director de la Escuela de Gobierno del Instituto de Políticas Públicas de la UNAB.


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El reciente robo ocurrido en la sucursal de Brinks en Rancagua, donde una banda organizada sustrajo más de 12 mil millones de pesos, expone una realidad alarmante: la sofisticación y creciente audacia del crimen organizado en Chile. Este hecho plantea que la institucionalidad no ha podido enfrentar con la contundencia necesaria esta creciente amenaza delictual.

Los datos recientes confirman que 2024 se perfila como el año con más homicidios en la historia, superando las ya alarmantes cifras de 2022 y 2023. Esta situación se enmarca en un aumento generalizado de los delitos de mayor connotación social, como los robos con violencia, que han experimentado un incremento sustancial desde 2022. A pesar de algunos esfuerzos, principalmente discursivos, los resultados aún son insuficientes y tanto la percepción como la realidad de inseguridad sigue en ascenso.

El caso Brinks pone en evidencia la fragilidad de nuestros sistemas. La capacidad de una organización criminal para infiltrarse en una empresa de transporte de valores y ejecutar un robo con tal precisión, demuestra una sofisticación no vista y más preocupante aún, la facilidad con la que estos grupos operan, utilizando armamento de guerra y estrategias militares en su accionar.

El avance del crimen organizado y la creciente tasa de homicidios exigen una respuesta que vaya más allá de las reuniones y promesas. Es momento de que el Gobierno y las instituciones responsables tomen decisiones firmes y efectivas. No más justificar la violencia y, sobre todo, no más minimizar la inseguridad. Necesitamos un cambio radical en las acciones de cómo enfrentamos la seguridad en nuestro país, porque la vida de nuestros ciudadanos está en juego.

Es urgente que las autoridades implementen medidas que refuercen las capacidades operativas y preventivas de las fuerzas de seguridad en base a una estrategia clara. Solo así podremos frenar la escalada de violencia y devolver la tranquilidad a nuestras calles.

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