Con restos de frutas y hongos: así la industria agroalimentaria combate el cambio climático
Distintas foodtechs y empresas agrícolas, a través de los centros de investigación y desarrollo, están generando diferentes iniciativas para mitigar su huella de carbono. Una estrategia imprescindible dentro de una industria que podría no dar abasto ante la sobrepoblación mundial y los desafíos climáticos que impactan la producción.
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Unos microorganismos que se demoran 15 días en convertir los residuos en compost -en vez de los seis a nueve meses que tarda el proceso natural- podrían permitir a las empresas hacerse cargo ellas mismas de sus residuos orgánicos en vez de deshacerse de ellos en vertederos.
Esa es una de las tantas armas poderosas con las que cuentan en el programa Agrosimbiosis, que ejecuta el Centro de Biotecnología de Sistemas (CSB por sus siglas en inglés, Center for Systems Biotechnology) de la Universidad Andrés Bello y que tiene un aporte de Corfo de $1.650 millones.
Su objetivo es desarrollar proyectos de innovación y desarrollo I+D que ayuden a empresas de la agroindustria a aumentar su competitividad implementando tecnologías que optimicen sus procesos productivos de forma sostenible y con menos emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo a mitigar el cambio climático.
“Es un centro de investigación y desarrollo; lo que hacemos es adaptar nuestro portafolio de soluciones a las distintas empresas. O sea, si estas tienen algún dolor, nosotros tratamos de resolverlo”, explica Pilar Parada, directora del CSB UNAB.
Agrosimbiosis conecta a distintas empresas a través de la ciencia y la tecnología de manera de transformar los subproductos de una en materia prima de otra con el objetivo de producir más, pero con menos emisiones.
“Medimos las emisiones con una técnica que se llama análisis de ciclo vital. Lo medimos antes y después de nuestra intervención, entonces aportamos a la productividad con menos emisiones de una forma medible”, dice Pilar Parada.
El programa cuenta con cuatro líneas de investigación: optimización del suelo y uso del agua, agricultura sostenible, bioproductos para la agroindustria y valorización de residuos. En esta última se inserta el proyecto de compost acelerado.
Junto con el Centro Tecnológico de Cataluña Eurecat, uno de los coejecutores del programa es la empresa Univiveros, que genera muchos residuos de sus podas. Agrosimbiosis toma esos residuos, los mezcla con los de otras empresas y agrega microorganismos de manera que estos los transformen en abono fermentado que pueden reutilizar en sus propios campos.
Hoy día esos residuos llegarían a los vertederos. “Estamos en una carrera contra el tiempo. Hay una problemática física de dónde vas a seguir botando esa basura”, explica Pilar Parada.
“Además, está el problema que tienen los vertederos de generación de gas metano, que tiene un poder calorífico muchísimo mayor, 25 veces mayor que el CO2″, afirma la investigadora UNAB.
Por eso, la cruzada por disminuir los residuos a cero cobra vital importancia. “Es fundamental y para eso estamos trabajando en el proyecto Agrosimbiosis”, concluye.
Suplementos ricos en fibra y micronutrientes
De todos los alimentos que se producen en el mundo, un 40% se desecha. Por eso, combatir el desperdicio de alimentos para evitar la emisión de gases de efecto invernadero como el metano también fue una de las motivaciones que tuvieron Domingo Chong y Mateo Rubio al pensar en fundar la foodtech Cáscara Foods.
“Hicimos una especie de barrido de ingredientes que podíamos usar y que estaban siendo subutilizados y así llegamos al desperdicio que se genera en la agroindustria. Muchas empresas pierden parte de la fruta que utilizan, ya sea por razones estéticas o por el mismo procesamiento”, cuenta Domingo Chong.
El proceso que realizan es el upcycling o suprareciclaje, que significa rescatar recursos que terminarían en la basura, y que por medio de la tecnología se convierten en un nuevo producto que puede incluso tener mayor valor que la misma materia prima rescatada.
Mensualmente recuperan entre 8 mil y 10 mil kilos de subproductos de manzanas, arándanos y frutillas, entre otros. Con esa materia prima crean diversos productos para suplementar una alimentación balanceada, con foco en la salud digestiva.
Por eso, en 2019 fueron distinguidos con el Premio Nacional de Innovación Avonni en la categoría “Alimentación Saludable”.
Si bien en un principio debieron tocar muchas puertas, hoy se les hace más fácil porque ayudan a las empresas a deshacerse de un mayor volumen de residuos. “Lo ven por un lado medioambiental y también como un negocio, al final estás generando una nueva línea de ingresos”, dice Domingo Chong.
“La industria sabe que las cosas se están moviendo hacia la sostenibilidad, entonces igual existe un interés, aunque no sea inmediato y urgente”, agrega.
Cultivar proteínas en 48 horas
Domingo Chong señala que la industria alimentaria es la más relevante a nivel mundial no en el sentido meramente económico, sino porque es la que se encarga de algo tan vital como es la comida de las personas. “Cada vez el crecimiento de la población es más grande entonces la necesidad de alimentos también lo será”, dice Domingo Chong.
También lo cree Javier Olave, uno de los fundadores, junto a Eduardo Zavala, Claudio Pedreros y Freddy Boehmwald, de la foodtech Done Properly, que desarrolla ingredientes bioprocesados haciendo uso de los procesos y las propiedades de los hongos.
Se espera que en 2050 existan alrededor de 10 billones de personas en el planeta. “No es sostenible que la solución de alimentar a todas estas personas esté en el mundo del agro, por lo cual tiene que nacer una disrupción tecnológica antes de que sea tarde”, afirma Javier Olave.
En Done Properly apuestan por liderar esa revolución convirtiendo los desechos industriales de la elaboración de cerveza para producir un aditivo saborizante llamado Raise, capaz de reemplazar la sal, el azúcar y mejorar el sabor de los alimentos.
Su otro producto, Mico, es una proteína a base de micelio de hongos elaborado con avanzada tecnología de fermentación, que utiliza hasta 20 veces menos de agua, 150 veces menos tierra y solo toma 48 horas de producción.
De este modo, Done Properly aborda problemas significativos en la industria alimentaria como la generación de residuos y la emisión de gases de efecto invernadero asociados a la producción industrial. En 2020 recibieron el Premio Nacional de Innovación Avonni en la categoría “Agro del Futuro”.
“Ese es el tipo de tecnología que el mundo necesita. No es una necesidad que nosotros veamos acá en Chile en particular, sino que es una necesidad que se hace cargo de problemáticas globales”, dice Javier Olave.
Ante la pregunta sobre por qué la industria agroalimentaria debería hacerse cargo del cambio climático, Javier Olave responde: “Por su continuidad operacional. Si quieren seguir operando, tienen que preocuparse”.
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