Dumbphones: por qué cada día más personas están dejando de usar teléfonos “inteligentes”

Dumbphone The Light Phone co
Con más de 26,7 millones de teléfonos móviles en Chile, la necesidad de desconexión digital cobra fuerza.

En un mundo dominado por la hiperconectividad, crece la tendencia de volver a dispositivos básicos que limitan distracciones y promueven una vida más equilibrada. Desde la decisión del Presidente Gabriel Boric de usar un teléfono sin apps hasta el auge de marcas como Light Phone, la desconexión digital se convierte en un fenómeno global que puede tener impacto en la sociedad chilena.


Sorpresa causó que el presidente Gabriel Boric sacara de su bolsillo un “teléfono almeja” o, en sus palabras, “de los antiguos, sin internet” durante el Congreso Futuro, el evento donde cada año se habla de los desafíos de estos tiempos. Sin quererlo, Boric levantó la discusión sobre cómo nos relacionamos de manera sana con estos aparatos.

El Mandatario es parte de una tendencia que ha sido denominada como “dumbphone”, concepto que describe a los dispositivos sin aplicaciones, como antónimo de los teléfonos inteligentes.Sin redes sociales u otros distractores, volver a un aparato básico parece ser la solución para algunos ante la era de la hiperconectividad.

Según la Subtel, para abril de 2024 había 26,7 millones de teléfonos móviles, es decir, más aparatos que personas, pues la cifra supera por lejos los 19,6 millones de habitantes del último Censo de 2022.

Agreguemos a este escenario que nos caracterizamos por malos hábitos de uso. Conceptos como “dependencia” y “utilización excesiva” resumen nuestro trato con el móvil. Un estudio de nomophobia.com de septiembre pasado reveló que un 76% de los chilenos se considera dependiente del celular, mientras que el 64% de los encuestados admite pasar demasiado tiempo en su smartphone. Números que son palpables en la calle, con los amigos o familiares.

Con esta perspectiva a la vista, el resurgimiento de los dumbphones responde, a ojos de Mailyn Calderón, directora del Magíster en Gestión de Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones de la UNAB, a “una necesidad creciente de desconexión y a un ‘detox digital’”.

Maylin Calderón
El resurgimiento de los dumbphones responde, a ojos de Mailyn Calderón, a “una necesidad creciente de desconexión y a un ‘detox digital’”.

Calderón resalta que, en términos de software, un dumbphone está diseñado para ser “ligero y eficiente”, con una interfaz simple que permite funciones esenciales como llamadas, mensajes de texto y alarmas, sin aplicaciones complejas ni multitareas como estamos acostumbrados.

“Esto optimiza el uso de recursos como la memoria y la batería, asegurando que el rendimiento sea rápido y estable”. Una experiencia, a su parecer, más enfocada y libre de preocupaciones, permitiendo que el usuario se concentre únicamente en lo esencial: conectarse con los demás.

Dumbphones modernos

“Si te sientas en una estación de metro, nueve de cada diez personas están deslizando la pantalla. Este fenómeno no es porque sí, no es un accidente”, señala Kaiwei Tang, CEO de Light Phone, que desde 2014 lidera en Brooklyn, Estados Unidos, una compañía “dumbphone”.

Bien lo sabe Tang, que trabajó como diseñador y desarrollador de teléfonos durante una década para marcas como Motorola, BlackBerry y Nokia. Tras ver el desarrollo interno, se aburrió y decidió labrar su propio camino.

“Es así por diseño”, señala, ante lo adictivo que puede ser scrollear por horas la pantalla, y detalla algo que todos sabemos, pero que no dimensionamos. Las aplicaciones “necesitan ganar dinero a través de la interacción. Dicen que las apps son gratis, pero en realidad, nada lo es”. Si lo pensamos, Google o Facebook ofrecen sus servicios a cambio de los datos personales de los usuarios. Esa información es una mina de oro para generar anuncios específicos que aparecen incluso mientras ustedes leen este artículo.

Kaiwei Tang
Kaiwei Tang recalca que “no se trata de volver al pasado, sino de elegir cómo queremos usar la tecnología”, ante el crecimiento del mercado de teléfonos minimalistas en un mundo hiperconectado.

Light Phone, con tres modelos hasta la fecha, propone algo diferente: un teléfono con llamadas, mensajería, calendario, podcasts, GPS, pero sin publicidad ni recolección de datos.

Tang se pregunta por qué, si uno tiene diferentes zapatos dependiendo de la ocasión, o si existen vehículos para cada terreno, cuando se trata de teléfonos inteligentes no hay variedad. Es cierto que existen diferentes sistemas operativos para los smartphones, pero en sí son el mismo producto, sin escapatoria.

Tras dejar su trabajo como diseñador, sin encontrar sentido a sacar nuevos modelos cada seis meses, encontró un propósito en buscar una opción diferente sin que eso signifique ser alguien aislado en las montañas. La propuesta de Light Phone es “que la gente use la tecnología sin que la engañen para que pase cinco horas deslizando el dedo por la pantalla”, dice Tang.

Usar un dumbphone no es sinónimo de estar en contra de las herramientas. “No es que no quieran usar la tecnología. El hecho de que su Presidente use un dumbphone no significa que esté tratando de tomarse un descanso, quizás busca ser más productivo. No necesita una mini computadora diseñada para interactuar en todo momento, para estar informado las 24 horas del día”, argumenta.

De hecho, si miramos de cerca el Light Phone III, modelo adaptable a cualquier país, es un teléfono minimalista diseñado para reducir las distracciones digitales y enfocarse en lo esencial. Incorpora una cámara trasera de 50 MP, una frontal de 8 MP, y una batería de 1.800 mAh. Es compatible con 5G, Bluetooth 5.0, GPS y NFC, permite el uso de doble SIM, y solo incluye aplicaciones básicas como teléfono, mensajes, alarma, calendario, notas de voz y navegación.

Dumbphone
Un dumbphone está diseñado para ser “ligero y eficiente”, con una interfaz simple que permite funciones esenciales como llamadas, mensajes de texto y alarmas, sin aplicaciones complejas.

Con una oferta de lanzamiento de 399 dólares, cercano a los 400 mil pesos chilenos, y más de 100 mil usuarios, el 65 % de sus clientes se encuentran entre Estados Unidos y Canadá, otro 20 % en el Reino Unido y países europeos, y otro 15 % se encuentra en Asia y Sudamérica.

Una empresa pequeña, en comparación con la combinación de Apple, Google y Samsung, pero que crece sin ningún tipo de publicidad, solo crecimiento orgánico, de la mano de quienes aspiran a desconectarse un poco.

¿Desconectarse es un privilegio?

Aún sin cifras locales, el informe “Feature Phone Market Report 2025″ de Cognitive Market Research señala que el mercado global de teléfonos básicos generó 2.351 millones de dólares en 2024 y crecerá un 1,7% anual entre 2024 y 2031, donde la región latinoamericana representa más del 5% de los ingresos mundiales, abarcando el espectro de móviles como Light Phone hasta modelos clásicos como Nokia.

El informe expresa que países como Brasil, México, Argentina y Chile “contribuyen significativamente al crecimiento del mercado, apoyados por el aumento de la inversión”. A pesar de lo grandilocuente de las cifras, parece que desconectarse en estos tiempos no es algo que todos puedan hacer.

Para el doctor en filosofía y escritor argentino Tomás Balmaceda, estar libre de pantallas es un privilegio. Y lo fundamenta: “Este sistema hace que haya personas que no puedan desconectarse ni un segundo, que tengan que estar al tanto de todo”. Balmaceda agrega que, quizás un presidente de un país o un ejecutivo de una compañía podrían descansar, pero no alguien cuya forma de vida “está muy vinculada con el trabajo”.

Tomás Balmaceda
Tomás Balmaceda dice que “la desconexión también es un acto de resistencia”, sobre el tiempo y la atención en un mundo digitalmente saturado.

Balmaceda conecta sus ideas con este fenómeno del dumbphone. Para quien también se ha dedicado a escribir sobre tecnología en el país trasandino en las últimas décadas, considera que este resurgir es “una llamada de atención sobre el modo de vida que tenemos”, sin olvidar que quien lo puede poner en práctica “es alguien que tiene ciertos privilegios que no todas las personas tienen”.

Ante la misma pregunta, Marc Masip, psicólogo español experto en adicción a las nuevas tecnologías, considera que se ha instaurado el smartphone como algo “tan necesario y tan imprescindible, sobre todo en edades tempranas, que ya hemos normalizado ver el uso abusivo, dependiente o de adicto del móvil como algo normal”.

Masip, que creó Desconecta, un programa terapéutico para adicciones tecnológicas fundado en Barcelona y con sedes en Madrid y Málaga, reconoce la dificultad de desconectarse en un mundo digitalizado. Tras ver la experiencia con sus pacientes, considera que ellos logran notar que se puede vivir sin un teléfono inteligente. “Una adicción siempre viene de un origen humano y la tecnología, el móvil o las redes sociales hace de altavoz de este malestar”, sintetiza.

Kaiwei Tang, de Light Phone, propone matices sobre la desconexión, entendiendo que son muchos los que han hecho del dispositivo una herramienta de trabajo. Sin embargo, el desarrollador, también piensa en aquellos que, cuando deben descansar, deciden seguir mirando la pantalla. “En mi opinión, los smartphones están diseñados para gritarte, para llamar tu atención y así ganar dinero”, dice.

El filósofo Balmaceda resume el fenómeno como la cultura de la notificación, que tienen una “preeminencia en nuestras vidas”, al estar diseñadas para atraer la atención. Aquí, el argentino establece un punto relevante: “Hemos multiplicado la cantidad de tareas y estímulos, pero el tiempo del día que tenemos y la cantidad de atención que le podemos prestar sigue siendo finito y no parece que eso vaya a cambiar”.

Marc Masip
“Un teléfono sin distracciones es una herramienta, no una adicción” propone Marc Masip.

Para él, los dos bienes más escasos en esta era tecnológica son el tiempo y la atención, sobre todo, cuando las notificaciones “unifican o ponen en el mismo nivel a todo”. Es la estrategia detrás de estas corporaciones, que hacen una gran inversión para analizar la psicología de las personas. Por eso, volver a utilizar dumbphone sería una forma de compensar cómo volver a “disponer o distribuir mejor ese tiempo”.

Adicciones y detox

Si pensamos en los grupos etarios más impactados por la sobreexposición, Calderón cita un estudio de Common Sense Media, que indica que los adolescentes pasan alrededor de 7 horas y 22 minutos al día frente a pantallas recreativas, sin contar el tiempo dedicado a tareas escolares. La creciente popularidad de los dumbphones refleja una necesidad real de reducir la sobrecarga digital, más que una simple moda pasajera.

Cuando Marc Masip se enteró de que, según un estudio de la Unicef de 2023, el 58% de los niños y adolescentes chilenos obtiene su primer celular con internet antes de los 10 años de edad, el psicólogo es enfático: “Para mí, antes de los 16 años no tiene ningún sentido que lo tengan, porque no lo necesitan para nada para funcionar en su vida, ya sea sus estudios, la familia o los amigos”.

Al igual que en sus presentaciones TED, Masip reitera que el smartphone es “la heroína del siglo XXI”, y que su uso abusivo cumple los mismos estándares que genera la adicción de una droga.

Misma opinión comparte Pilar Palacios, directora de la Clínica de Atención Psicológica del Campus Casona de Las Condes UNAB, quien resume: “El celular tiene que ver con la activación rápida de los circuitos del placer”.

Pilar Palacios
Pilar Palacios resume: “El celular tiene que ver con la activación rápida de los circuitos del placer”.

En su trabajo con la juventud, Palacios relata que le ha tocado ver cómo se genera una conducta adictiva al cumplirse dos criterios importantes: “Se va necesitando cada vez más el smartphone y, cuando no lo tienen, empiezan a buscarlo y no pueden separarse de él”.

Lo cierto es que la responsabilidad del libre uso del móvil en jóvenes recae en sus padres o cuidadores, quienes también tienen la necesidad de estar comunicados con ellos. Masip enfatiza que se les ha entregado a los niños la idea de que la vida real ocurre dentro de la pantalla. “Hemos estado pendientes de esto y, bueno, pues aquí tenemos los problemas”, sugiere.

El psicólogo catalán complementa que, al pasar más tiempo en la vida virtual que en la vida real, se intensifica una disfunción de lo que es la vida real y se tienen menos habilidades para relacionarse. “Es importante entender que, si queremos que estén en la vida real, no es por capricho, es porque realmente lo necesitan”, define.

Ambos especialistas no demonizan el aparato tecnológico, sino que se refieren a los límites necesarios para su uso, así como en la educación y convivencia entre lo digital y lo real. También, ven en el dumbphone, por sus características libres de aplicaciones, una forma de detox y de mejor relación. “Yo creo que son las aplicaciones las que están generando dolor, sobre todo las redes sociales”, dice Masip.

Por su lado, Palacios, de la Universidad Andrés Bello señala que hay que acabar con la costumbre de los adultos de pasar una pantalla a los más pequeños como forma de distracción, en vez de “conversar con ellos, educar, poner reglas, saber qué es lo que les está pasando”. Hay una tarea importante que es lograr una relación sana con la tecnología, sobre todo por el fácil acceso, ya que no es solo el teléfono, puede ser un tablet o un computador.

Dumbphone
El dumbphone se instala como una de las formas para controlar la adicción digital y usar la tecnología de manera más eficiente.

Ante una discusión extensa que seguirá creciendo hacia el futuro, el filósofo Tomás Balmaceda nos recuerda que el celular pasó a ser un elemento imprescindible, transversal a toda clase social. Ante la adicción adolescente, propone que la prohibición no debe ser la solución, e invita a ver a Australia como caso laboratorio, donde a partir de mayo regirá una ley que impedirá que los menores de 16 tengan redes sociales. “Miremos ese experimento”, propone.

Tang, de Light Phone, propone que hay un movimiento para alejarse de la distracción para recuperar “la humanidad”. Usar un dumbphone no trata de cerrarse al resto del mundo, pero sí tener un balance.

El CEO toma como ejemplo la comida saludable. No se trata de dejar las hamburguesas o volverse vegano, sino encontrar una mejor relación con las notificaciones, nuevos videos, o la fotografía que posteó otra persona, y que provoca el sentimiento de estarse perdiendo algo. “Alejarse de esta máquina trae consigo muchos beneficios mentales saludables”, sentencia.

Ante un mundo que avanza más rápido de lo que podemos prever, el dumbphone se instala como una de las formas para controlar la adicción digital y usar la tecnología de manera más eficiente, aprovechando todas sus ventajas sin dejar que nos controle a nosotros.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.