¿El bajo crecimiento llegó para quedarse? Qué hacer con una economía que no fluye
Un aumento de un 1,8% del PIB no minero es lo que proyecta el Banco Central para la economía chilena en la próxima década, una cifra muy por debajo de lo que necesita un país en vías de desarrollo. Cambios como mejorar el nivel educacional de la fuerza de trabajo o generar un ambiente que favorezca la inversión son algunas de las medidas que señalan los expertos de la UNAB y Chile 21.
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Como el agua verdosa de un charco perdido en medio del bosque. La economía chilena está estancada y lo peor de todo, con escasas probabilidades de cambiar de estado. Las expectativas también se han enturbiado, con pronósticos que han ido decayendo a lo largo del año.
El Informe de Política Monetaria IPoM de septiembre del Banco Central de Chile estimó que el Producto Interno Bruto, el PIB del país, crecerá en un rango del 2,25 y 2,75% para este año. El mismo reporte de marzo de este año ilusionaba con un crecimiento estimado de hasta un 3%.
Pero lo más desolador quizás pueda ser la proyección del PIB tendencial no minero que hizo la misma entidad. Según sus cálculos, este solo promediará un 1,8% la próxima década, es decir, entre 2025 y 2034.
Este panorama es confirmado por el Barómetro de la Economía Chilena, estudio mensual desarrollado por el Instituto de Políticas Públicas IPP de la Universidad Andrés Bello UNAB, que considera distintas estadísticas públicas de interés que afectan directa e indirectamente la vida de las personas.
“Sigue de forma constante, ordenada y racional 20 variables que son importantes para la economía: desempleo, inflación, remuneración real, Imacec, deuda neta del Gobierno, entre otras y calculamos todos los meses si empeoran, si mejoran, si siguen igual, en qué situación están”, explica Gonzalo Valdés, investigador del IPP UNAB y uno de los autores del estudio.
“Eso nos permite tener una visión más integral de la economía. Y también seguir estadísticas de cómo cambian las cosas. Por ejemplo, el último mes, el 75% de los indicadores empeoraron y cuando miramos hacia atrás y vemos la serie de tiempo nos damos cuenta de que la economía lleva varios meses estancada”, sentencia.
“Cuando empezó la recuperación, después de haber controlado la inflación, se esperaba que la economía volviera a su senda pre estallido. Pero la verdad es que nunca volvió. Vemos que la recuperación ha sido parcial. No estamos mal pero tampoco estamos bien”, explica Gonzalo Valdés.
El crecimiento esperado para Chile en la próxima década es poco. Especialmente considerando que es un país en vías de desarrollo con ingresos medios. “Si Japón, Estados Unidos o Alemania crecen a una tasa de 1,8% está perfecto. Pero para Chile, crecer lo mismo que un país desarrollado es quedarse atrás”, explica Gonzalo Valdés.
El investigador del IPP señala que el bajo desempeño económico se hace especialmente preocupante porque los niveles de deuda pública, lo que se utiliza para financiar programas sociales, han aumentado por sobre el crecimiento económico. “Vamos a empezar a tener problemas de gasto”.
¿Por qué nos estancamos?
No solo Chile se desaceleró. El crecimiento global también lo hizo. Según el Fondo Monetario Internacional FMI, este alcanzó su nivel más bajo a fines de 2022, con un 2,3%. Según sus proyecciones actuales, el crecimiento para este año y el próximo se mantendrá en torno a 3,2%.
“Vamos en un tren que va más lento, pero dentro de este, nosotros también nos hemos ido moviendo a los vagones que están más atrás”, explica Benjamín Villena, académico e investigador del Instituto de Políticas Económicas de la Facultad de Economía y Negocios FEN UNAB.
Pero esta no es la causa más importante del bajo crecimiento económico del país. A juicio del especialista hay una serie de reformas económicas que deberían haberse implementado. La primera tiene que ver con la calidad de la educación. Este factor que incide directamente en la productividad, el motor de crecimiento del país.
“La gran mayoría de las empresas chilenas son empresas con muy baja productividad. Son trabajadores con bajos niveles de capacitación”, señala Carlos Ominami, economista, ex ministro de Economía del Gobierno de Patricio Aylwin y presidente de Chile 21.
“La evidencia de la cual disponemos nos dice que nuestra fuerza de trabajo no tiene ciertas habilidades. No tiene una comprensión de lectura sólida. No hay dominio de ciertos conceptos matemáticos relativamente básicos”, dice Benjamín Villena.
“Se ha invertido mucha cantidad de recursos para financiar la educación pero no ha habido una preocupación comparable por aumentar la calidad o dar mayor financiamiento a lo que se llama investigación y desarrollo, que logra combinar la creación de conocimiento con actividades productivas”, señala.
Carlos Ominami señala que uno de los propulsores del crecimiento de Chile ha sido el desarrollo exportador, pero este impulso hoy se ha venido acabando, porque no se han agregado nuevos “motores”.
“Han pasado cosas interesantes pero pequeñas, como la industria del vino o de los salmones, pero no son suficientes para generar un impulso exportador mayor”, dice.
Benjamín Villena agrega, que no hemos tenido reformas adecuadas en el mercado laboral para facilitar la contratación de personas, reducir la informalidad y de paso abordar la falta de ahorro previsional.
También está el tema de la “permisología”. “Casi cada repartición pública ha generado algún tipo de control sobre la actividad económica y eso ha hecho que tengamos un bosque de permisos que hoy día hacen muy difícil la inversión”, dice Carlos Ominami.
“Faltan elementos de coordinación importantes para poder facilitar los proyectos de inversión. Tiene que haber una inclinación a favorecerlos, no frenarlos”, comenta Benjamín Villena.
“La guinda que corona este lamentable cóctel de cosas es la inestabilidad política que hemos tenido en los últimos años. Y sumado a eso, está el tema de la pandemia, que evidentemente desordenó aún más el sistema político”, sostiene Benjamín Villena.
“Nos llevó a tomar medidas económicas, como el retiro de fondos de pensiones, que nos han hecho las cosas más difíciles. De haber tenido un sistema político más robusto, una institucionalidad más sólida, posiblemente habríamos podido sortear el problema de la pandemia de manera más efectiva”, complementa.
¿En qué se traduce el bajo crecimiento?
Antes de los últimos 10 años, la economía chilena solía crecer por encima del promedio del mundo. Las proyecciones actuales la sitúan muy lejos de esa realidad. Pero ¿en qué se traducirá este crecimiento moderado?
“Desaparecen esos ciclos virtuosos donde todos invertíamos porque entendíamos que íbamos creciendo y eso hacía que a su vez creciéramos más. Cuando se terminan estas expectativas de transformarnos en un país desarrollado, cae la inversión”, explica Gonzalo Valdés del IPP UNAB.
Agrega además que, “hoy cae el interés por entregar el crédito barato a las personas. Lo vemos en el mercado inmobiliario. El crecimiento del valor de las propiedades no ha venido aparejado de un crecimiento de los ingresos reales”.
Por otro lado, dice que “si alguien está endeudado y tiene un problema de salud, y el país no crece y los salarios no crecen, a esa persona le cuesta más volver a pararse y salir adelante. El efecto del crecimiento en la calidad de vida de las personas es muy notorio”.
“El crecimiento afecta de forma directa la creación de empleo, a la calidad del empleo, que se creen empleos formales y a la capacidad de las personas de tener más poder de endeudarse, poder decidir qué hacer con su vida”, concluye Gonzalo Valdés.
Cómo dinamizar la economía
A pesar de este adverso futuro escenario, los economistas creen que aún tenemos esperanzas. Pero no se trata de creer que tendremos suerte, dicen los expertos, sino de coordinar los esfuerzos y ponerse a trabajar para subir el nivel de vida de todos los chilenos.
Aunque hay muchos factores involucrados, aquí hay algunos caminos que se podrían recorrer para que el país pueda fluir en materia de crecimiento:
“En Chile tenemos una excelente oportunidad de reindustrializarnos, con nuestra condición de ser los principales productores de cobre del mundo, nuestras reservas de litio, nuestra capacidad de tener energía renovable barata, la posibilidad del hidrógeno verde”, dice Carlos Ominami.
“Me parece que un cambio fundamental es generar una institucionalidad fuerte que vele por el desarrollo de mediano y largo plazo. Una institucionalidad tan fuerte como la del Banco Central o como la del Ministerio de Hacienda. Un Ministerio de Economía fuerte, con autoridad política y mucho liderazgo. Eso no existe hoy día en Chile”, sostiene.
“El Gobierno es un actor importante. No solamente para las políticas públicas y el gasto, sino también para destrabar inversiones que son complejas, porque vivimos en una sociedad cada vez más compleja donde hay muchos intereses”, señala Gonzalo Valdés, del IPP UNAB.
“Hay que tener una mirada general que permita compatibilizar de mejor forma el gasto público y el crecimiento y eso es algo que un Gobierno puede hacer. Para eso tiene que haber cierto grado de acuerdo en el mundo en el mundo político”, complementa.
“La institucionalidad democrática que tengamos en el país, es algo que a largo plazo tiene efectos importantes y en la medida que podamos construir como sociedad una democracia con políticos que se orienten a desarrollar medidas que resuelvan efectivamente los problemas, vamos a poder ir consolidando un mayor crecimiento económico”, comenta Benjamín Villena
Para Gonzalo Valdés, el Gobierno “debería tener un especial foco en levantar inversiones y no solamente inversiones, sino participar de los cambios tecnológicos fuertes que estamos viviendo”, indica Gonzalo Valdés.
“Hacer un esfuerzo también por mejorar todo lo que es investigación, la absorción de nuevas tecnologías para el desarrollo productivo”, dice el ex ministro de Economía Carlos Ominami.
Benjamín Villena, Instituto de Políticas Económicas de la FEN UNAB, postula que también es importante acumular factores productivos que tienen que ver con la inversión en activos físicos como maquinarias, construcciones, obras públicas, etcétera. “Eso no ha crecido tanto en los últimos años”, apunta.
“Que podamos generar mejores habilidades y mayores conocimientos para nuestra fuerza de trabajo. Existe una brecha muy importante en términos de habilidades cognitivas con países desarrollados, como matemáticas o comprensión de lectura”, señala.
La principal diferencia que existe entre Chile y los países desarrollados con quienes nos comparamos tiene que ver con “la calidad de los niveles educacionales, con la solidez y la estabilidad de las instituciones”, dice Benjamín Villena.
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