El programa que mira los problemas de salud mental como algo más que una enfermedad

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Según la OMS, la depresión y la ansiedad suponen un altísimo costo para la economía mundial. También señala que el 20% de los niños y adolescentes sufren algún trastorno mental.

Las respuestas a los trastornos mentales deben ser abordadas desde múltiples miradas, no sólo desde el punto de vista médico: influyen también el empleo, la educación y las condiciones de viviendas, dice Rodrigo Casanueva, coordinador del Programa de Investigación en Salud Mental Global, iniciativa del Instituto de Salud Pública de la UNAB que busca modificar los protocolos de atención y, al mismo tiempo, tener alcance mundial.


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¿Los problemas de salud mental se van a resolver sumando más psicólogos, más psiquiatras y más centros de atención? No, esa no es la solución.

La pregunta y la respuesta corren por cuenta de Rodrigo Casanueva, magíster en Salud Pública y en Psicología Clínica, y coordinador del naciente Programa de Investigación en Salud Mental Global de la Universidad Andrés Bello.

“Nosotros abogamos por un cambio de paradigma. Vale decir que las estrategias que necesitamos para dar solución al sufrimiento de la gente en cuanto a la salud mental tienen que ser abordadas desde diferentes ángulos, y en ese sentido la multisectorialidad o multidisciplinariedad son valores que poco a poco han ido creciendo en el campo de la salud mental, pero no están tan arraigados en términos de la construcción de políticas públicas o en el diseño de programas a nivel gubernamental”, dice a LT Board el investigador.

El Programa de Investigación en Salud Mental Global —que la UNAB impulsa a través de su Instituto de Salud Pública— pretende transformarse en un núcleo de desarrollo e innovación a nivel local e internacional que facilite la comprensión, prevención y tratamiento de problemas de salud mental en Latinoamérica.

Rodrigo Casanueva
“Hay determinantes sociales de la salud que pueden gatillar una condición de salud mental. Me refiero a cuestiones como empleo, condiciones de vivienda y educación", explica Rodrigo Casanueva.

“La OMS nos señala que, como patología, la depresión y la ansiedad suponen un altísimo costo para la economía mundial, del orden de más de un millón de dólares al año; también muestra que el 20% de los niños y adolescentes sufren algún trastorno mental, y que el suicidio es la segunda causa de defunción entre las personas de 15 a 29 años”, explicó Héctor Sánchez, director del Instituto de Salud Pública de la UNAB en el webinar de lanzamiento del programa.

Un problema de esta magnitud, agregó Sánchez, repercute en el ausentismo laboral porque se incrementan las licencias médicas, “y eso tiene un impacto la productividad y en la calidad de vida de las personas”.

“Indudablemente este es un problema que había que enfrentar de forma orgánica, así nació el programa de Salud Mental Global que un grupo de profesionales expertos, con un background nacional e internacional, están encabezando con el objeto de avanzar en investigación”, agregó.

Según la autoridad del Instituto de Salud Pública de la UNAB, a partir de estas investigaciones se generará un conocimiento que permitirá crear espacios de capacitación, formación y entrenamiento permanente para los equipos de salud; y se desarrollarán modelos para identificar cuáles son las mejores estrategias que contribuyan a la solución a los problemas de salud mental.

“Y, en función de eso, vamos a diseñar y promover propuestas de políticas públicas en salud mental para Chile y otros países de América Latina”, anunció.

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En el Programa de Investigación en Salud Mental Global UNAB se generará conocimiento que permitirá crear espacios de capacitación, formación y entrenamiento permanente para los equipos de salud.

Más que variables psicológicas

Según detalla Rodrigo Casanueva, es vital y urgente entender que las demandas asistenciales en temáticas de salud están relacionadas con factores sociales: “Hay determinantes sociales de la salud que, sin duda, impactan en las personas y que pueden incluso gatillar una condición de salud mental, o aportar al agravamiento de alguien que tiene una condición ya desarrollada: me refiero a cuestiones como empleo, condiciones de vivienda y educación, temas que en el mundo de la investigación no están del todo bien estudiadas”.

Esta mirada multidimensional, lamentablemente, no se ha masificado. “En las programaciones se sigue valorando con un peso absolutamente mayor las atenciones que los distintos profesionales de salud mental dan como atención clínica en el box, por sobre actividades que tienen que ver con comunidades vecinales o con otros actores comunitarios”, comenta.

Claramente, explica Casanueva, la iniciativa de la UNAB está conectada con los requerimientos de la población: “Se trata de una relación que tiene que ser virtuosa, que debe ponerse al servicio de las necesidades de la población y, en ese sentido, tener contacto con el Ministerio de Salud, el Ministerio de Desarrollo Social, el Mineduc, etcétera; es inevitable”.

“También queremos acercarnos —para generar una relación de diálogo— a las comunidades, asociaciones y a quienes están en lugares concretos, en las trincheras; es decir, los proveedores de servicio, los diferentes profesionales de salud mental que están en los consultorios, en los policlínicos, en los servicios de urgencias y en los hospitales”, explica.

Cristián Montenegro
Este programa, comentó Franco Mascayano, está en diálogo con la crisis actual del campo de la salud global, donde la mayoría de las iniciativas se originan en el Norte Global, en donde se ubican los países de altos ingresos.

Un proyecto que busca posicionarse desde el sur global

“Tenemos una misión con este programa que también está en diálogo con la crisis actual que existe en el campo de la salud global, y que básicamente refiere a que la mayoría de las iniciativas, investigaciones y programas de entrenamiento suelen ser originados en el Norte Global, en donde se ubican los países de altos ingresos”, comentó durante la charla online Franco Mascayano, director del Programa de Investigación en Salud Mental Global, magíster en Salud Pública, doctor en Epidemiología, investigador asociado al New York State Psychiatric Institute (NYSPI) y profesor Asistente en Columbia Psychiatry y Columbia Mailman School of Public.

Y detalló: “Ahí se origina la mayoría de la evidencia que manejamos, sin incluir de forma transversal ni de forma totalmente democrática a los núcleos de trabajo del Sur Global (…) Nos pareció importante ubicar esta iniciativa en este espacio del Sur Global y proponer una misión semejante a la misión de muchos núcleos y de muchos institutos del Norte Global”.

Cristián Montenegro, magíster en Salud, Comunidad y Desarrollo, doctor en Metodologías de Investigación Social y senior lecturer del King’s College London, e investigador de este proyecto, complementó la idea.

“Hay un proceso que lleva unos 10 años en la literatura y en salud global que es de mucho cuestionamiento a la asimetría entre los actores del sur y los actores del norte, y no es una asimetría solamente en términos de recursos, sino también del control de lo que se determina que es evidencia, es decir una asimetría también en un nivel epistemológico”, dijo.

Y agregó: “Y hay otra forma de dominación o de poder que forma parte de esta complejidad, que es el predominio de una perspectiva biomédica en el campo de la salud mental global. En ese contexto, perspectivas de otras disciplinas como la sociología, la antropología, la historiografía y la ciencia política, que son clave para entender especifidades locales, han sido marginadas o tienen un papel muy secundario”.

Franco Mascayano
En el campo de la salud mental global la sociología, la antropología, la historiografía y la ciencia política, que permiten entender especificidades locales, han sido marginadas o tienen un papel secundario, opina Cristián Montenegro.

Un estudio en marcha

En estos momentos, el Programa de Investigación en Salud Mental Global lleva adelante una investigación liderada por Rodrigo Casanueva. Se trata de un estudio cualitativo para entender las experiencias de migrantes con psicosis temprana que se han atendido en nuestra red de atención pública, “experiencias asociadas a los ingresos, a los procesos diagnósticos y al tratamiento”.

“En general son bastante escasas las investigaciones que tienen que ver con las perspectivas de quienes padecen condiciones y ocupan servicios de red asistenciales. Eso también debería ser una prioridad”, dice el responsable del estudio.

Lo que se intenta es explorar los relatos de estas personas, cómo vivieron esas experiencias y, por supuesto, saber si han experimentado elementos asociados a estigma y discriminación que hayan alterado su permanencia en los tratamientos o su acercamiento a los equipos de salud involucrados.

“Además de entender las experiencias de los migrantes, el estudio también incluye un ítem que intenta entender las experiencias que nos podrían aportar quienes proveyeron los servicios como: los profesionales y otros proveedores de servicios de salud mental. Es una mirada complementaria para entender de una manera más integral el fenómeno”, complementa Rodrigo Casanueva.

“Este es un estudio de metodología cualitativa (…) Lo estamos desarrollando colaborativamente con colegas de la Universidad de Columbia y la Universidad de Nueva York. Pero lo interesante es que el estudio es liderado por la UNAB”, explica.

Finalmente, el investigador resume la importancia de este trabajo: “En general, los fenómenos migratorios a nivel mundial se han dado desde el sur al norte. Pero este fenómeno de sur a sur, que en Chile estamos experimentando hace no más de una década, y particularmente ligado al impacto y necesidad de servicios asistenciales, es bastante inexplorado”.

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