Los Juegos Olímpicos no sólo son importantes en términos deportivos, sino históricos. Cada versión ha sido expresión de los contextos de su tiempo, de sus ideales y conflictos. Así también ocurre con los avances en materias de mujeres y de su inclusión en todos los espacios de la sociedad.

Los primeros JJ.OO. modernos -Atenas 1896- fueron masculinos. El deporte se consideraba asunto de hombres y si bien había mujeres que lo practicaban, se decía que la competencia y el esfuerzo físico no eran ideales propios del comportamiento femenino. Aunque la segunda versión -París 1900- admitió a algunas atletas, ellas constituyeron el 2,2% de los convocados.

En respuesta a esa discriminación, un grupo de mujeres lideradas por Alice Milliat fundó la Federación Internacional Deportiva Femenina y creó los Juegos Mundiales Femeninos, realizados para atletismo en 1922 y 1926. Gracias a esto, durante las décadas de 1920 y 1930 aumentó su participación en deportes como esgrima, natación, tenis y fútbol. La masificación de atletas femeninas obligó al Comité Olímpico a abrir los JJ.OO. para las mujeres.

En Chile, la primera en integrar una delegación olímpica fue Raquel Martínez Monreal para Berlín 1936. Tenía récord nacional en 100 metros planos y récord sudamericano en salto largo. Desde entonces, se sumaron paulatinamente más chilenas, entre las que destacó Marlene Ahrens, única compatriota que ha obtenido una medalla olímpica -plata en Melbourne 1956- y primera mujer abanderada por Chile en Roma 1960. La chilena que ha participado en más versiones es Kristel Köbrich, quien desde Atenas 2004, ha asistido a seis JJ.OO.

El tiempo ha pasado y el deporte femenino se ha incluido en plenitud. El desfile inaugural de París 2024 realizó un pionero homenaje a las grandes mujeres de la historia francesa, para incentivarnos a rescatar la memoria del aporte femenino a la sociedad. Los juegos contarán con 5.250 hombres y 5.250 mujeres. El deporte incentiva valores universales: perseverancia, esfuerzo, disciplina, trabajo en equipo, entre otros. Inculcarlo constituye una gran oportunidad para formar mujeres líderes para el futuro.