Hugo Hopenhayn: “Una economía donde el nivel de educación es menor, va a tener peores empresas”
El destacado economista argentino es un convencido que son la empresas los motores clave para el crecimiento: de ellas depende la efectiva gestión de recursos, la innovación y el despegue hacia el desarrollo. ¿Cómo estamos en América Latina? “En economías desarrolladas no hay muchas empresas familiares. Cuando las firmas pasan del padre al hijo, puede que el padre fuera muy ingenioso y se le ocurrió hacer esa firma. Pero no hay ninguna razón por la cual el hijo es el más idóneo”, dice a modo de ejemplo.
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Hugo Hopenhayn es uno de los economistas argentinos más respetados a nivel mundial. Profesor titular de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), visitó hace unos días Chile en el marco del XXVI Encuentro de Economía y Finanzas Internacionales, organizado por la Universidad Andrés Bello, el Banco Central de Chile, la Universidad Torcuato Di Tella de Argentina, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, LACEA y el Becker Friedman Institute for Economics de la University of Chicago.
El encuentro tenía como tema central la productividad, que ha sido una de las preocupaciones centrales de su trabajo. En uno de sus artículos, titulado “La productividad de las naciones”, ha afirmado que el gran desafío de los estudiosos del desarrollo económico es explicar la disparidad del ingreso per cápita de los países.
Pero ese reto, lejos de disuadirlo, lo atrajo. De hecho, se siente identificado con las palabras del premio Nobel de Economía Robert Lucas. “Decía que cuando uno mira el problema del desarrollo económico y la disparidad de ingresos en el mundo, no puede dejar de pensar en eso. Es decir, no puede pensar en otra cosa”, señala.
Lucas, Hopenhayn y muchos otros han intentado tratar de explicar qué factores pueden estar detrás de estas de estas grandes disparidades, aproximándose a través de sus investigaciones. El economista argentino se ha dedicado, entre otros temas, a entender la dinámica de las firmas o empresas. Y con sus investigaciones nos entrega pistas que nos acercan a una respuesta.
“Cuando uno piensa en la productividad de la economía y piensa en los agregados –el capital, el trabajo— se abstrae de lo que hay abajo de todo eso, que son las firmas. En realidad, la producción se hace en las empresas y el resultado de todo eso es el agregado que vemos”, explica.
La selección natural de las empresas
Hopenhayn se vale de la teoría de las especies de Charles Darwin para hacer un paralelo con la población de empresas que existen en una economía. Así como en las especies, las firmas nacen, crecen o decaen y eventualmente mueren. De este modo, la dinámica de las empresas tiene un notable parecido al proceso de selección natural.
“Uno agarra frases, la saca de contexto y piensa que Darwin está hablando de la economía, no de los animales, no de las especies. Inclusive se refiere a la palabra economía cuando señala cómo las especies compiten por recursos para sobrevivir. Y que la competencia de recursos lleva a que el más apto sea el que predomine y que tiendan a desaparecer las especies que no son capaces de adaptarse a su medio”, explica.
“Esa selección de firmas y el hecho de que crezcan las mejores y se achiquen las que no son tan buenas, también puede ser un factor importante que contribuye precisamente al crecimiento y a la productividad de la economía”.
“A través de las empresas es que se define cómo se asignan los recursos. Son las que contratan y a su vez –también es un factor importante— invierten y toman decisiones de innovación. Las buenas empresas, bien manejadas, van a contribuir a que se asignen mejor los recursos, por tanto, a que estos sean más productivos porque van a estar asignados a aquellos lugares donde tienen mayor productividad”, comenta el economista.
Por eso, de los factores que inciden en la productividad de la economía, uno es la cantidad de empresas que hay en ella. “Por ejemplo en Argentina, desde 1996, el número de firmas per cápita bajó un 20%, porque ha habido muy poca entrada de firmas, poca iniciativa empresaria, pocos emprendimientos. Si uno mira esta caída del 20%, eso puede explicar una caída del 7% de la productividad agregada. Es muy grande. Explica en parte el estancamiento de Argentina, aunque hay otras cosas más allá de eso”, señala.
La creación de nuevas empresas también es importante. “De esas nuevas especies van a salir cosas buenas; de otras, no. La mayoría de las firmas se muere muy rápido, pero las que sobreviven tienden a crecer en el tiempo y ese crecimiento es la fuerza de la selección natural”, indica.
A modo de ejemplo, Hugo Hopenhayn comenta que las empresas entrantes en Estados Unidos tienen en promedio 20 empleados. Pero las firmas en países de menor desarrollo económico son más numerosas y más chicas. En Argentina, una empresa formal empieza con alrededor de 10 personas.
“La típica empresa de nuestra economía crece mucho más lento y el umbral al que llega es mucho menor que al que llega una firma en los países desarrollados. Y ese es un factor que puede contribuir a la menor productividad. Es como si la fuerza de selección natural no operara tan bien en nuestra economía, arrastramos un montón de firmas que por ahí no son productivas”, dice.
Pero ¿por qué nuestras empresas no podrían ser tan productivas? Hopenhayn señala un estudio en Portugal que reveló que la compañía de un empresario que tiene 15 años de educación -versus la de uno que tiene solo seis años- a los 10 años de existencia era 270% más grande.
“La educación del empresario es importante a la hora de definir la calidad de la empresa que está siendo creada y la capacidad que tiene de expandirse en el tiempo, la rapidez con que puede crecer. Eso sugiere que una economía donde el nivel de educación es menor, va a tener peores empresas”, explica.
Otro factor tiene que ver con la abundancia de firmas familiares. En economías desarrolladas no hay muchas empresas familiares. Por el contrario, existe un mercado de control según el cual quien esté más capacitado dirigirá la compañía. “Cuando las firmas pasan del padre al hijo, puede que el padre fuera muy ingenioso y se le ocurrió hacer esa firma. Pero no hay ninguna razón por la cual el hijo es el más idóneo”.
“En Argentina, el 65% de las firmas son familiares. En Estados Unidos, el 20% solamente. Hay estudios que analizan que cuando la firma pasa al hijo en general pierde mucha productividad. O sea, no basta con tener firmas para la productividad, sino que tienen que estar dirigidas por las personas correctas”, apunta el economista.
Adoptar tecnología: clave para el desarrollo
Para aumentar el ingreso per cápita de las naciones es muy importante tener en el horizonte la frontera tecnológica, que constantemente se está moviendo, dice Hugo Hopenhayn. ¿Qué impacto va a tener la inteligencia artificial en la productividad de cada país? ¿Cuán rápido distintas economías van a poder asimilarla y usarla?
“Si es que nos cuesta agarrarnos de la frontera, estamos muy atrás. Eso va a generar un retraso. Las diferencias en la velocidad a la cual se incorporen estas nuevas tecnologías se estableció como un factor que puede explicar como un 20% de estas diferencias de ingreso per cápita y productividad”, dice.
“Por ejemplo, en Argentina estamos con tecnología de 10 años atrás, en promedio. El movimiento de la frontera tecnológica lo medimos por la tasa de crecimiento. En el mundo los países crecen en promedio a una tasa del 2% anual. Si decimos 10 años de crecimiento del 2%, estás como un 20% abajo en ingreso per cápita”
En otras variables, la cantidad de crédito al sector privado también es esencial para aumentar la productividad económica de las naciones. “El crédito al sector privado es lo que facilita, como el aceite, que justamente las buenas firmas puedan crecer rápido y favorece ese proceso de selección que mencionaba”, dice Hugo Hopenhayn.
“Una manera de medir el crédito del sector privado es tomar el total de créditos dividido por el producto. En Latinoamérica es la mitad de Estados Unidos. Pero dentro de Latinoamérica hay mucha disparidad. Chile es el que está mejor, tiene como un ratio de dos terceras partes de lo que tiene Estados Unidos. Argentina tiene el 10%, o sea que casi no existe el mercado de capitales, no hay crédito al sector privado”, comenta.
Los atributos de Chile
Para aumentar la riqueza de las naciones, el economista argentino propone algunas medidas para facilitar la movilidad de recursos, de modo de que estos se reasignen de manera más eficiente. Una de sus ideas tiene que ver con facilitar la creación de empleos, aunque esto implique facilitar también la destrucción de los mismos, mediante reducir los costos de los despidos, lo que se traduciría en más contrataciones.
“Los costos de despido existen como mecanismos de protección al trabajador. Y aunque esto es importante, hay otras formas de hacerlo. Chile, por ejemplo, optó por crear este fondo de cesantía, que se está proponiendo que se haga en Argentina, que el trabajador pueda usar para suavizar el paso de un empleo a otro”, destaca.
Sin embargo, esta medida no funcionaría para el 30% de la población que está en empleos informales en Argentina, comenta el experto. “La informalidad es un problema serio y si uno mira los datos del mundo, el grado de informalidad está muy correlacionado con el desarrollo. Países desarrollados tienen mucho menos empleo informal”.
A juicio de Hopenhayn, la solución a esto es aumentar los beneficios de ser formal. “Si se mejora mucho más el sistema judicial y se agilizan los procesos de juicios de modo que genere una mayor credibilidad de los contratos y una mayor posibilidad de que se puedan cumplir las contrataciones, tanto laborales como las con otras firmas, transacciones, compromisos de largo plazo. Claramente eso es un factor que sería muy importante para inducir a más firmas a ser formales”.
La credibilidad y la confianza aquí pasarían a ser claves. Lo mismo que contar con la información certera y veraz que permita tomar decisiones económicas. “Chile tiene una riqueza de información”, sentencia. “Admiro la situación que tienen ustedes y el capital humano en estos momentos de los economistas. Chile supera a cualquier país de Latinoamérica. Las instituciones valoran mucho la capacidad de atraer buenos economistas”.
“Es muy importante tener gente que pueda contribuir a definir buenas políticas. Y continuidad institucional ni hablar. Chile ha tenido continuidad institucional a pesar de, obviamente, los cambios de gobierno. Pero hay cierta consistencia intertemporal. Esa estabilidad también es importante pal desarrollo. Mantener una estabilidad de reglas del juego que las firmas puedan planificar hacia el futuro”.
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