La Fábrica de Renca: un ejemplo de innovación y regeneración urbana a nivel local

La Fábrica de Renca
La Fábrica de Renca es una corporación de desarrollo que funciona en base a un modelo de asociación público-privada, comunitaria e internacional. Foto: LinkedIn La Fábrica

"Este proyecto demuestra la capacidad de una comuna de reinventarse desde sus propias capacidades, levantando un espacio donde la producción de conocimiento, el emprendimiento y el bienestar se convierten en una transformación comunal profunda", comenta Beatriz Mella, directora del Centro CIUDHAD de la Universidad Andrés Bello



¿Puede la reconversión de un espacio cambiar la forma en que imaginamos una comuna? Esto es lo que ocurrió con un antiguo supermercado local conocido como La Fábrica de Renca, el cual ha sido acondicionado desde 2020 para convertirse en un centro de desarrollo de capacidades de innovación comunal.

Lo más destacable de este proyecto es que demuestra la capacidad de una comuna de reinventarse desde sus propios recursos, levantando un espacio donde la producción de conocimiento, el emprendimiento y el bienestar se convierten en una transformación comunal profunda.

La Fábrica de Renca es una corporación de desarrollo que funciona en base a un modelo de asociación público-privada, comunitaria e internacional. Tiene un fuerte enfoque en la innovación pública, y articula colaboraciones para promover el desarrollo sostenible en una comunidad históricamente marginada. Desde 2020, La Fábrica ha canalizando más de 300 millones en aportes privados y donaciones al comercio local, a través de la Red de Almaceneros de Renca y plataformas como Locales Conectados y Mi Barrio, Mi Almacén.

En el plano social, ha generado programas de pasantías y visitas para estudiantes de enseñanza media, conectándolos con el mundo productivo local, y fomentando competencias para el emprendimiento y el desarrollo de los jóvenes. Además, cuenta con un Hub de Innovación, que incluye un laboratorio de fabricación digital orientado al desarrollo local.

En su entorno cercano, negocios tradicionales han comenzado a adaptarse a las nuevas dinámicas cotidianas, ya que la revitalización del sector ha atraído a un flujo diverso y nuevo de personas. Esta adaptación del comercio, junto con proyectos de mejoramiento del espacio público, han creado una sinergia virtuosa que impulsa tanto la economía local como la identidad del barrio.

¿Cuál es la relevancia de este tipo de desarrollos comunales para otros contextos, comunas y ciudades?

Este no es un ejemplo aislado. Existen en otros países proyectos emblemáticos de regeneración urbana impulsados por hubs de innovación y desarrollo comunitario. Por ejemplo, BASE Milano, en Italia, revitalizó los antiguos espacios industriales de la fábrica Ansaldo, transformándolos en un epicentro cultural y de emprendimiento creativo. De manera similar, en Turín, los Officine Grandi Riparazioni (OGR), que alguna vez fueron talleres ferroviarios, se han convertido en un centro de innovación cultural y tecnológica. En ambos casos, la clave no fue solo restaurar un edificio, sino activar un ecosistema urbano donde la creatividad, la economía local y la vida comunitaria se potencian mutuamente.

Si nos planteamos la transferencia de estas experiencias a nuestros contextos nacionales, tenemos una realidad mucho más desafiante, con complejidades de un entorno urbano marcado por la desigualdad y la falta de inversión histórica. En el caso de Renca, a pesar de estos desafíos, el proyecto ha logrado generar un impacto significativo. La incorporación de servicios como una óptica comunitaria, una farmacia municipal y una sucursal bancaria vincula directamente este espacio con el bienestar de los vecinos, dando respuesta a necesidades urgentes de acceso a servicios primarios.

Mirando hacia el futuro, las oportunidades para potenciar aún más este espacio son evidentes. Arborización en sectores cercanos es necesaria no solo por la sombra, sino que, junto a la implementación de jardines de bajo consumo hídrico, genera sombra y mejora el microclima local. La instalación de estacionamientos para bicicletas, ciclos acondicionados para mercancías y scooters eléctricos fomentaría la movilidad sostenible. La inclusión de, por ejemplo, un gimnasio y una biblioteca municipal —con un enfoque especial en la infancia, que ofrezca talleres tipo guardería temporal— enriquecería la oferta de servicios y diversificaría los perfiles de quienes pueden acceder a este tipo de centros de producción o Hubs de innovación.

Aunque La Fábrica de Renca está en sus etapas iniciales y aún requiere esfuerzos tanto del sector público como del privado para alcanzar su máximo potencial, un gran valor radica en su capacidad de inspirar. Más que un proyecto local, es un modelo transferible, capaz de demostrar que la verdadera transformación urbana ocurre en la convergencia entre la innovación, el emprendimiento y el cuidado comunitario.

Las lecciones que deja este caso y que pueden inspirar a otras comunas y ciudades comienzan con algo fundamental: poner en el centro las necesidades de la comunidad. Cada territorio tiene su propia identidad y desafíos, y cualquier transformación debe partir desde ahí. Otro aspecto clave es la colaboración. Cuando el sector público, privado y la sociedad civil trabajan juntos, se crean redes de apoyo sostenibles que pueden impulsar cambios reales y duraderos.

Por último, la versatilidad del espacio. Un lugar que integra distintos usos —desde el emprendimiento hasta el cuidado comunitario— no solo es más dinámico, sino que también responde mejor a la vida cotidiana de las personas. Estos principios muestran que la regeneración urbana no es solo una cuestión de infraestructura, sino de transformar con y para quienes habitan las ciudades.

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