“La IA acelera el conocimiento y el progreso, pero también las brechas con países desarrollados”
Claudia Bascur, vicerrectora de Transformación Digital de la Universidad Andrés Bello, junto con Danilo González, director del Centro de Bioinformática y Biología Integrativa, y Martín Montecino, director del Instituto de Ciencias Biomédicas de esa casa de estudios, fueron parte del quinto capítulo de Sesiones Board, “Los grandes hallazgos científicos de 2024: ¿hacia dónde se mueve la ciencia en Chile y el mundo?”, en que analizaron el presente y futuro científico al son de la Inteligencia Artificial. ¿Qué nos falta en el país para alcanzar un nivel mundial?
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“Ser optimista no significa ser ingenuo. Hay que normar la inteligencia artificial y será relevante tener una manera de identificar y de revisar sus desarrollos para que tengan un límite ético, especialmente en el tema bélico”.
Las palabras de Claudia Bascur, vicerrectora de Transformación Digital de la Universidad Andrés Bello (UNAB), ponen sobre la mesa una de las grandes discusiones del año: cómo preservar que una herramienta como la IA, capaz de reducir brechas de conocimiento, recursos y accesibilidad en todo el planeta, no termine convirtiéndose en un enemigo de la humanidad. Algo similar a lo que ocurrió con el descubrimiento de la reacción nuclear en cadena, que terminó con la bomba atómica que devastó a Hiroshima y Nagasaki en 1945.
La comparación no es antojadiza. El científico británico-canadiense Geoffrey Hinton, galardonado con el Nobel de Física este 2024 y conocido como el “padre” de la Inteligencia Artificial por su trabajo en Google, es hoy un cauteloso espectador de los alcances que ha alcanzado el conocimiento generado por las máquinas.
“Hinton se asusta, renuncia a Google y les advierte: ‘He creado algo que bien usado puede ser maravilloso, pero mal usado puede ser fatal’, contó Claudia Bascur en el marco del encuentro “Los grandes hallazgos científicos de 2024: ¿hacia dónde se mueve la ciencia en Chile y el mundo?”, organizado por la UNAB en el campus Casona de Las Condes y en el marco de su proyecto BOARD, que desarrolla de manera colaborativa con La Tercera, Pulso y Duna.
En este diálogo, en el que participaron también los académicos UNAB Danilo González, director del Centro de Bioinformática y Biología Integrativa, y Martín Montecino, director del Instituto de Ciencias Biomédicas, se hizo un repaso por los descubrimientos que marcaron la entrega de los Premios Nobel en Física, Química y Medicina 2024.
Los tres trabajos galardonados tienen un punto en común: el uso de IA para generar un nuevo conocimiento. El Nobel de Química, entregado a los investigadores David Barker, Demis Hassabis y John Humper, reconoció la creación de un mecanismo que permite reconstruir proteínas sobre la base de aquellas que han sido atacadas por un virus; una innovación que ayudará a formular mejores vacunas y fármacos para enfrentar las próximas pandemias, explicó Danilo González.
El Nobel de Medicina, en tanto, recibido por los estadounidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun, “ha establecido un cambio de paradigma”, destacó Martín Montecino, a través del descubrimiento de un microARN que permitirá hacer un mejor seguimiento y detección temprana de enfermedades.
“En Chile hay una ciencia excepcional”
Que la IA sea capaz de acelerar el conocimiento científico y sus hallazgos podría producir un salto cuantitativo en el desarrollo nacional. ¿Cómo estamos por casa? se preguntaron los expertos.
Claudia Bascur destacó las enormes potencialidades de su uso en el mundo educativo: desde el factor humano hasta el desarrollo científico como tal. “Podemos detectar con tiempo cuando un estudiante quiere dejar su carrera y actuar a tiempo para poder apoyarlo, personalizar el contenido educativo según las necesidades de cada alumno, pero también hacernos cargo de otros temas como la optimización energética y de procesos”.
En Chile, agregó Martín Montecino, ya se hace buena ciencia. Sin embargo, la cantidad de datos a analizar es tal que “ni con 10 mil tesistas trabajando día y noche podríamos completar la tarea”. Ahí es donde la IA juega un papel fundamental para dar el gran salto y compensar la falta de masa crítica que tenemos en el país.
Esas son las buenas noticias. Las no tanto: para generar IA es necesario inversión. En Chile, al área de Investigación y Desarrollo se le destinó en 2023 un 0,36% del PIB. “En los países de la OCDE es un 2,5%”, subrayó Danilo González.
“Necesitamos tener el control tecnológico”, agregó el investigador, “con implementaciones computacionales de envergadura. Hay que acelerar el paso. Es necesario convencer a la comunidad política de que es urgente establecer condiciones computacionales de vanguardia que nos pongan en la punta de la IA en todos los ámbitos”.
La preocupación por una IA generada desde Chile y con infraestructura nacional es importante, ya que la tendencia mundial es a cerrar el acceso a los nuevos desarrollos al resto de los países, lo que podría abrir una nueva gran brecha de conocimiento.
“La cantidad de energía que se va a estar consumiendo en el mundo para hacer funcionar los computadores que nos proveen IA va a alcanzar sobre el 20 por ciento de la energía generada en el mundo”, expuso Martín Montecino.
“Países como el nuestro, que tienen la posibilidad de ofrecer energías renovables, tienen la oportunidad de establecer alianzas estratégicas para acceder a bases de datos que hoy se están restringiendo. Con eso podemos permitir que el mundo político se entusiasme un poco más con la investigación y poder consensuar aumentos presupuestarios”, aseguró el científico.
“En Chile hay una ciencia excepcional, en la UNAB hay una ciencia excepcional”, concluyó Claudia Bascur. “Hay un tema de política pública sobre cómo nos pensamos como país al futuro. La IA acelera el conocimiento y el progreso, pero también las brechas con países desarrollados van a crecer”.
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