Más allá del IMC: Por qué los kilos de más ya no (siempre) son sinónimo de obesidad
El reinado de la fórmula matemática estándar para medir el Índice de Masa Corporal (IMC) no ha llegado a su fin, pero los profesionales de la nutrición reconocen que en los últimos años este parámetro se ha quedado corto. ¿Cómo se evalúa hoy a las personas? De masa muscular, de dietas menos restrictivas y del sobrevalorado culto a las proteínas conversamos con tres nutricionistas. Spoiler: hacer ejercicio es lo único que no pasa de moda.
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La fórmula matemática del Índice de Masa Corporal -parámetro estándar para determinar si nuestro peso se encuentra en rangos normales- es simple: peso (kg)/ [estatura (m)]2. Si una persona mide 1,60 metros y pesa 70 kilos, debe hacer esta operación: 70/(1,62). Su IMC, entonces, es de 27,3. Esto significa que tiene sobrepeso.
Pero ¿qué pasa si esa misma persona va normalmente al gimnasio y tiene una gran masa muscular? Esos kilos “de más” según el IMC, ¿requieren reducirse?
La respuesta es no. O si queremos ser más precisos: depende de cada persona, porque los parámetros estandarizados están pasados de moda en el mundo de la nutrición.
“El enfoque ha tenido un cambio durante las últimas décadas, y yo diría que particularmente en los últimos diez años ha sido más potente: pasamos de un modelo más bien prescriptivo de recomendaciones a la población, a un modelo mucho más personalizado y basado en la evidencia científica”, dice Natalia Contreras, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello.
“Hoy día, los nutricionistas más bien nos enfocamos en comprender las necesidades individuales de los pacientes, considerando diferentes factores como estado de salud, actividad física, preferencia alimentaria, estilo de vida, entre otros, con el fin de poder diseñar un plan de alimentación que sea más sostenible en el tiempo y que mejore su calidad de vida”, agrega la docente de la UNAB.
Y explica: “Yo no diría que el IMC está obsoleto, pero sí que nosotros, como profesionales de salud, tenemos especial cuidado en no tomar esta métrica como la única, porque sabemos que puede influir de manera más sensible en algunas personas con tendencia a trastornos de la conducta alimentaria”.
El IMC es la relación del peso con la estatura, pero no mide ningún otro componente. A nivel poblacional aún sirve, ya que es un parámetro de medición muy sencillo de utilizar para tener una cierta información de base. Sin embargo, tiene algunas desventajas. Por ejemplo: no distingue la composición corporal de los pacientes y, por lo tanto, tampoco la diferencia entre masa grasa y masa muscular.
Algo que reafirma Lissette Duarte, nutricionista de la Clínica Santa María: “Se recomienda complementarlo con otros indicadores, como la circunferencia de la cintura y con mediciones de la composición corporal”.
En eso hay consenso universal: la medición del abdomen es esencial.
“En términos generales tenemos dos tipos de grasas: visceral y subcutánea. La visceral es la que se da principalmente en la zona profunda del abdomen, y un aumento de esta grasa está relacionada con aumento del riesgo de enfermedades crónicas como hipertensión, hígado graso, insulinoresistencia, etcétera”, explica la nutricionista Vanessa Villanueva, de la Clínica Dávila.
Según comenta la docente de la UNAB Natalia Contreras, actualmente “los nutricionistas se están equipando con instrumentos que miden composición corporal de manera simple y avanzada para poder entregar un enfoque más integral al paciente y un estado nutricional más completo”.
Estas herramientas van desde el tradicional caliper -esas típicas “pinzas” que miden el grosor de los pliegues cutáneos para estimar el porcentaje de grasa y músculo- hasta tecnologías avanzadas que permiten saber en detalle esta distribución en todo el cuerpo.
Las balanzas con bioimpedanciómetro bipolar, por ejemplo, tienen una especie de manillas con corrientes eléctricas. “Para explicarlo en palabras simples, lo que hace es establecer la resistencia de nuestro cuerpo en relación a esa corriente eléctrica. Y esa resistencia está dada por la cantidad de masa muscular y masa grasa”, explica Natalia Contreras de la UNAB.
También hay otras herramientas mucho más avanzadas, como el InBody, analizador de composición corporal que entrega una categorización o una clasificación por segmentos. “Y también mide el metabolismo basal para poder establecer o iniciar el tratamiento nutricional”, dice la experta de la UNAB.
¿Adiós a las dietas?
“Existen hartas dietas de moda o nuevas tendencias alimentarias que son bien prometedoras en relación a la pérdida de peso. Sin embargo, si somos responsables, la evidencia científica nos dice que para lograr una pérdida de peso y mantenerla en el tiempo la manera más eficaz de hacerlo es logrando un balance energético negativo”, comenta Natalia Contreras.
“El balance energético negativo es comparar lo que tú comes, toda tu ingesta en calorías, versus lo que tú gastas. Por lo tanto, hoy día la tendencia es que a ese balance energético no solamente entreguemos una dieta hipocalórica, sino que complementemos con aumentar el gasto energético con el fin de potenciar ese balance negativo”, agrega.
La nutricionista Lissette Duarte, de la Clínica Santa María, complementa: “La restricción calórica sigue siendo una herramienta válida para la pérdida de peso, pero las dietas restrictivas no siempre son adecuadas ni saludables para todas las personas a largo plazo. Siempre que se haga una restricción calórica debe ser supervisado por un(a) especialista en nutrición, ya que las dietas que son demasiado restrictivas pueden llevar a deficiencias nutricionales y consecuencias negativas para la salud”.
Una de las tendencias de la nutrición tiene que ver con volver a la nutrición de 50 años atrás, donde teníamos una alimentación mucho más orgánica, con alimentos de casa, comenta la docente de la UNAB. “El llamado de las GABAs, que son la guía alimentaria que establece el Ministerio de Salud, es potenciar el uso de los alimentos en casa, ir a la feria a buscar productos menos procesados”, explica
“Existe evidencia suficiente como para no recomendar los productos procesados a la población. Si su consumo es moderado, ocasional, la verdad es que no debería haber problema; sin embargo, nosotros como nutricionistas, como profesionales de la salud, no podemos salir a recomendarlos en una dieta hipocalórica para tener una pérdida de peso saludable”, explica.
Y da un ejemplo sobre el consumo de los productos light: “Si tú vas al supermercado y comparas un producto normal con azúcar, o tradicional, y lo compares con un producto light o ‘zero’ te vas a dar cuenta de que van a reemplazar el azúcar por a lo menos cinco ingredientes adicionales, entre ellos edulcorantes no muy recomendados por su relación directa en la aparición de cánceres de diferentes tipos”, dice la experta de la UNAB.
Vanessa Villanueva, nutricionista de la Clínica Dávila, coincide y dice que la recomendación actual es orientar la alimentación hacia todas las aristas que comprenden llevar una alimentación saludable: completa, variada, equilibrada, suficiente, adaptada a las necesidades (edad, actividad física, etcétera), y para poder llevar a cabo este tipo de alimentación es muy difícil que un alimento procesado o industrial nos otorgue lo necesario.
“Por lo tanto, llevar los esfuerzos hacia comidas más naturales es un buen enfoque para buscar alimentos saludables”, dice.
¿Proteínas o marketing?
A propósito del gran mercado en torno a las proteínas que se ha disparado en los últimos años, la docente de la UNAB dice que hay que ser cuidadosos en el análisis.
“Las proteínas son esenciales para el crecimiento y mantenimiento de los tejidos, juegan un rol súper importante en la saciedad y también tienen una función súper importante en la preservación de la masa muscular, por lo tanto, una dieta hipocalórica debería ser relativamente alta en proteínas”, explica
“Si queremos generar una pérdida de peso y que esta pérdida sea de masa grasa y que haya ganancia de masa muscular, deberíamos tener un consumo moderado a alto de proteínas. Sin embargo, también es importante consumirla en cantidades adecuadas y en el contexto de una dieta equilibrada”, cuenta.
“Si del 100% de las calorías que voy a consumir, un 50% son proteínas, puedo tener efectos adversos en el contexto de la salud, porque las proteínas que consumimos las encontramos principalmente en alimentos de origen animal: en carnes rojas y blancas, en el huevo y la leche. Por lo tanto, podemos también ir aumentando el consumo de grasas saturadas que puede tener efectos en la salud cardiovascular de nuestros pacientes”, explica.
Hoy día, dice la docente, la recomendación del total de las calorías es que alrededor del 15-20% sean a partir de proteínas, y que sean proteínas de alto valor biológico, pero también idealmente bajas en grasas.
“Las proteínas son esenciales para la salud, pero no son el único nutriente importante. Una dieta equilibrada debe incluir una variedad de nutrientes (proteínas, carbohidratos y grasos) y micronutrientes (vitaminas y minerales). En la mayoría de los casos, las proteínas de la dieta se pueden obtener adecuadamente a través de alimentos como las carnes, pescados, huevos, legumbres y productos lácteos. Los suplementos de proteínas pueden ser útiles para ciertas personas, pero no son necesarios para la mayoría si tienen una dieta equilibrada”, dice Lissette Duarte, de la Clínica Santa María.
“En la cultura fitness se ha asociado de que el consumo de proteínas a una mejor salud o mejor rendimiento físico o a disminuir la sarcopenia o pérdida de masa muscular en el adulto y, por lo tanto, yo diría que va más enfocado a esta línea más que una pérdida de peso; por eso las empresas y el marketing han tomado esta imagen para generar productos que puedan vender”, dice Natalia Contreras, de la UNAB, “pero tenemos infinidad de otros altos en proteínas que son ultraprocesados que vienen con por lo menos 10 ingredientes que la mayoría de la población desconoce su origen”.
Y da una recomendación final: “No necesitamos de fuentes extras de proteínas para cumplir los requerimientos y mantener una alimentación sana, incluso una pérdida de peso en una dieta hipocalórica, basta con una dieta equilibrada”.
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