Opinión | Programas de Bachillerato: puente para una educación superior más equitativa
Analizando las estadísticas de ingreso de los últimos 17 años, los programas de Bachillerato han aumentado en un 92% su admisión, ya que "juegan un rol fundamental para permitir una mejor transición desde la vida escolar hacia la universitaria", dice María Cecilia Gamboa, directora del programa de Bachillerato en Ciencias, sede Santiago, de la Universidad Andrés Bello.
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Históricamente, la educación ha sido entendida como una herramienta transformadora, que permite desafiar las desigualdades sociales existentes bajo la premisa que una población bien educada simboliza un camino hacia la prosperidad socioeconómica y cultural de los países. Es así como en los últimos treinta años, los diferentes gobiernos de nuestro país han intentado promover un mayor acceso a la educación en todos sus niveles, incluida la educación superior, con el fin de revertir las profundas desigualdades existentes en nuestra sociedad.
En términos de acceso, la educación superior ha experimentado un importante avance, gracias a -entre otras cosas- las políticas educativas, la expansión de las instituciones privadas y la incorporación de la gratuidad. Sin embargo, Chile sigue siendo un país desigual, sobre todo en relación con la calidad.
Por otro lado, las oportunidades de progresar durante una carrera y la posibilidad real de finalizar los estudios superiores de forma exitosa son un tremendo desafío para muchos jóvenes que llegan a las instituciones universitarias con una preparación débil en su educación secundaria. Así lo descubrirán miles de jóvenes que acaban de rendir la PAES.
En Chile, la tasa de deserción universitaria es la más grande de la OCDE, con un valor cercano al 30%. Por lo tanto, cabe preguntarse, ¿qué pasa con nuestros estudiantes? Pues bien, se han descrito tres razones principales para explicar este fenómeno: problemas económicos, de vocación y de rendimiento académico.
Dos de las tres razones (vocación y rendimiento) podríamos asociarlas a falencias que traen los jóvenes desde sus establecimientos de educación secundaria. Es bien sabido que las diferencias educacionales en los colegios de nuestro país son abismantes y, por lo tanto, el acceso a la educación superior es claramente desigual como también lo es la preparación de los estudiantes para enfrentar el mundo universitario.
En este contexto, los programas de Bachillerato juegan un rol fundamental para permitir una mejor transición desde la vida escolar hacia la universitaria, entregando a los estudiantes más y mejores herramientas, tanto académicas como sociales, para enfrentar la vida universitaria.
El objetivo de los programas de Bachillerato es, precisamente, ayudar en la búsqueda y definición vocacional de los estudiantes. Además, les permite al mismo tiempo conocer la universidad, los docentes y las dinámicas académicas dentro del mundo universitario. Es decir, le entrega al estudiante una mezcla muy valiosa de conocimiento, experiencia y madurez, además de permitirles ingresar a una carrera mediante una vía alternativa.
Quizás es por todo esto que, analizando las estadísticas de ingreso de los últimos 17 años, los programas de Bachillerato han aumentado en un 92% su admisión.
Ante un escenario en el que estudiantes no tienen claridad de su vocación, no conocen los perfiles profesionales de las carreras, no tienen experiencia socio-cultural y, lo que es peor, no tienen las competencias académicas para enfrentar con éxito la educación superior, es allí donde el Bachillerato se vuelve un promotor de movilidad social, que permitirá al alumnado sobrepasar las barreras iniciales de entrada tanto académicas, como culturales y sociales, entregando una posibilidad real de alcanzar una carrera profesional.
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