Debido a la emergencia sanitaria en China, diversos extranjeros han buscado salir lo más rápido posible de sus ciudades. El temor es razonable: el coronavirus ha contagiado a más de 60.000 personas, y aún no hay un tratamiento claro para la llamada "neumonía de Wuhan". Uno de los últimos ejemplos es la evacuación brasileña, que el pasado sábado sacó a 40 personas del territorio chino.

El 23 de enero, la puesta en cuarentena de la ciudad de Wuhan, la zona cero del brote, junto con otras 15 en la provincia de Hubei, dejó a millones de personas sin posibilidad de salir. En el epicentro de la epidemia se encuentra Philippe Klein, un médico general francés que trabaja desde hace seis años en una clínica internacional. "De un día para otro, todo se detuvo. Imagina una ciudad china de 11 millones de habitantes, con todos sus embotellamientos, su vitalidad los siete días de la semana, sus ruidos: todo eso se detuvo. Es algo sobrenatural", indicó a La Tercera.

Klein tomó la iniciativa de abandonar las salas de su clínica, poniéndolas a disposición del gobierno chino. Sin perder el tiempo, empezó a realizar visitas médicas a domicilio para sus pacientes, evitando así que se contagiaran con los microbios del hospital. En su auto particular, el doctor recorre las calles de Wuhan sin temor a enfermarse él mismo: "Un médico vive cotidianamente con muchos microbios, y nos protegemos de la mejor manera que podemos: somos científicos. Si tuviese que tener miedo, no podría ayudar a mis pacientes".

En Ningbó, a 600 km de Wuhan, se mantiene encerrado en su departamento John Anderson Valencia, un profesor de inglés y youtuber colombiano que emigró a China por las oportunidades laborales. Anderson recuerda que el 27 de enero escuchó un rumor sobre un virus que se expandía por Wuhan, pero no le prestó mucha atención. "Se decía que iba a ser algo más bien pasajero", señala.

La sorpresa llegó cuando un día le entregaron una tarjeta, con la cual empezaron a registrar sus entradas y salidas. Comenzó a notar menos afluencia en las calles. "Fue muy abrupto cuando el primero de febrero bajamos del edificio y ya estaba todo cercado con madera. Entonces nos dimos cuenta que había comenzado la restricción respecto a la cuarentena", comentó a este medio.

Mike Day es estudiante de Ciencias Computacionales en la Universidad de Shanghái. Llegó desde Haití gracias a una beca, y como muchos estudiantes de la ciudad, vive dentro de la residencia universitaria. Hace una semana el gobierno chino declaró en cuarentena su campus. Los estudiantes no pueden abandonar el recinto libremente, además de estar prohibidas las visitas, explica a La Tercera. "Si queremos comprar comestibles u otras necesidades tenemos que pedirlo online para que nos lo entreguen a las puertas de la universidad", dice.

Limitaciones de circulación

En este último tiempo, Klein ha asumido un rol de apoyo en las evacuaciones por avión, donde atiende a aquellos extranjeros que no pueden embarcar por manifestar síntomas de contagio. Esto, yendo de un lado a otro de la ciudad, realizando visitas en casas y hoteles. El cansancio diario ha sido de cierta forma recompensado: algunos de los pacientes que atendió al principio han podido volver a sus países de origen. "Hoy por hoy, además de una persona de origen belga que dio positivo en un test de Covid-19, puedo decir que toda esa población está bajo control y segura", asegura.

Debido a su profesión, Klein goza de cierta libertad de circulación: "Me ha permitido hacer las compras, también para mis amigos que se han quedado". En los mercados de la ciudad, asegura, no se ven signos de escasez.

Anderson sí ha sufrido limitaciones de circulación, ya que se instalaron guardias en la planta baja de su edificio, con órdenes de dejarlos salir solo cada dos días. Llegado el momento, solo permiten que un miembro de la familia vaya a buscar suministros. Es por esto que puede pasar hasta cuatro días sin poder salir de su edificio.

Incluso, cuando logra salir, debe demorar lo menos posible para aminorar el riesgo de contagio. El 6 de febrero encontró en WeChat –una de las redes sociales más usadas en China– un mapa en donde se indican casos confirmados de contagio: habían seis alertas a pocas cuadras de su hogar.

"Al salir a buscar provisiones, estoy exponiéndome a un potencial riesgo, confiando en la Divina Providencia", señaló en su canal de YouTube, llamado "Language arts and culture", donde realiza videoblogs diarios sobre su estado.

Para Day, uno de los ámbitos en que más se ha visto afectado es el emocional:  "Llevo una semana sin poder ver a mis amigos, y apenas me alejo de mi edificio, ya que debo estar encerrado para prevenir contagiarme del virus. Debo admitir que constantemente tengo miedo de ser infectado (...) A veces no puedo dormir sabiendo que puedo contagiarme si no tomo las precauciones correctas", agregó.

 "En Wuhan soy útil"

Hasta ahora, no son pocos los países que han dispuesto aviones para evacuar a sus ciudadanos de Wuhan: Japón, España, Francia, Reino Unido y Australia, entre otros, han trasladado a más de mil personas desde el epicentro de la epidemia.

Pero a diferencia de gran parte de sus compatriotas, e incluso de su misma familia, el doctor Klein decidió quedarse en la ciudad, a pesar del alto riesgo de contagio al que está expuesto. "Mi trabajo es acá en Wuhan, donde soy útil. Les pedí a mi esposa y a mi hijo partir, porque veía que el virus se acercaba a mí, y no los quería poner en peligro a ellos", cuenta.

Su familia , junto con otros 200 expatriados en mayor parte europeos, se encuentra actualmente en Carry-le-Rouet, un balneario al sur de Francia. El gobierno francés dispuso un recinto en esta localidad, con el fin de poner en cuarentena a los evacuados de Wuhan.

Day nunca imaginó que la situación sería tan grave. Una semana antes de la cuarentena, su familia le ofreció viajar a Estado Unidos, pero se negó. "Mi vida está en Shanghái, tengo tantas cosas aquí que no puedo sólo despertar un día e irme. Además, todos los países dejaron de recibir los vuelos que venían desde China. Entonces, aunque quisiera volver a casa, no podría porque no me aceptarían. Estoy atrapado", admite.

A pesar de los esfuerzos que ha hecho el gobierno colombiano para expatriar a sus ciudadanos de Wuhan, según indicó Anderson en uno de sus videos, esto no le sería de gran ayuda: El youtuber no puede llegar a Wuhan. "Salir ahora a otra ciudad es imposible. Si encontramos carreteras, viajes en buses o en avión, no se puede, todo está bloqueado. Cualquier intento de ir a las ciudades principales para ser recogido es en vano".

 El español que logró escapar

La cuarentena en Wuhan dejó atrapado a Pedro Morilla, el director deportivo del equipo de fútbol local Wuhan Shangwen. "El día 23 la preocupación se apodera de nosotros, nos ponemos en contacto con nuestro club para que nos confirmen la medida y se lo comunicamos al consulado de España en Beijing", relató a La Tercera.

Morilla vivía en la misma urbanización que su equipo. En total 12 personas, entre los que se encontraban dos niños, que por su edad están dentro de la población de más riesgo de contagio. A través de un transporte gestionado por el consulado, lograron llegar al aeropuerto, donde abordaron el avión a España, con escala en Reino Unido para dejar a otro grupo de repatriados.

Una preocupación para Morilla era la salud del equipo que dejó atrás, pero que por ahora han corrido con suerte. "Gracias a Dios, en nuestro entorno que es el club, más de 700 futbolistas y 100 empleados no ha habido ningún caso hasta el día de hoy", declaró.

Cuando llegó a Madrid, el gobierno español puso a Morilla y sus acompañantes en cuarentena, donde pasaba las horas "haciendo deporte en una sala preparada para ello, leyendo, practicando juegos de mesa, en tertulias con nuestros compañeros, viendo fútbol y películas, las visitas diarias de 20 minutos de nuestros familiares". Respecto a la vida en el hospital y el cuerpo médico, asegura no tener ninguna queja, y que pudo hacer vida normal como las personas sanas que eran.

El grito de Wuhan

Este jueves, Morilla salió de la cuarentena, y camina libremente por las calles de Madrid. Para cuando todo esto pase, el español pretende volver a Wuhan. Bajo su mando tenía 22 entrenadores españoles y 40 chinos, que trabajaban con una cantera de más de 700 futbolistas. "Aparte se creó hace tres años el primer equipo, y el objetivo para este año era el ascender a la segunda división china para dar el salto finalmente a Superliga. El proyecto deportivo es muy ilusionante y estaba en un momento de expansión. Regresaremos con toda seguridad", afirmó.

A pesar de la adversidad, Mike Day mantiene la esperanza: "Tengo que quedarme aquí y tener fe en el que el gobierno chino, los doctores y científicos lucharán contra este flagelo".

A causa del confinamiento y la difícil situación de la capital de Hubei, se han viralizado videos donde se escucha a los habitantes gritando "Wuhan, jiayou" desde sus departamentos. La expresión literalmente significa "Wuhan, échale combustible", pero en los contextos deportivos quiere decir "Wuhan, ¡sigue fuerte!". "Hay que escuchar los millones de personas que lo gritan en sus balcones para creerlo, es algo que da escalofríos", afirma Klein.

El doctor añade su admiración por la fuerza del pueblo chino frente a la adversidad. "La epidemia despertó un coraje increíble, una disciplina y solidaridad sorprendente. Imaginemos un instante una situación de confinamiento idéntica en un país europeo. Sin duda no podríamos manejar la crisis del mismo modo, y esto debería hacernos cuestionarnos, porque habrá otras crisis en el futuro", concluyó.