Trufquén - 2014

“Mi mamá es del sur; los abuelos mapuches y siempre en la casa se ahumaban alimentos de este modo. Entonces hice el cruce entre lo que se estaba usando en la greda, qué relación tenía con la gastronomía actual -la comida ancestral estaba en auge- y llegué al ahumado, sumando lo gourmet, la artesanía y lo ancestral. La idea era combinar la cultura mapuche, la alfarería de la greda tradicional y el diseño de productos”, cuenta Raúl Hernández Tralma, fundador del estudio de diseño Trufquén.

Su ahumador de alimentos del mismo nombre nació luego de más de un año de investigación y tras ser validado por chef nacionales y la escuela de gastronomía de Inacap.

Hecho a mano con Taller Barros de Pomaire, este contenedor en greda contempla también una tabla de corte y platos que siguen la misma estética pulcra y sintética de la olla.

El diseño se inspira y nace a partir de la gráfica: un símbolo de la iconografía textil que representa una olla con asas, mientras la tabla de corte reinterpreta la simbología del kultrún.

Es toda una belleza en sus formas, en el contraste del negro profundo de la greda y la luz que aporta la madera. Traduce en clave contemporánea objetos y materias primas de siempre y recoge esa herencia gastronómica contundente de nuestra tierra: el sabor de los chicharrones, el cordero y los mariscos ahumados que ya se puede uno ir imaginando magníficamente presentados en esta estupenda vajilla. www.trufquen.cl

“Antes, las longanizas, carnes, el cuero de cerdo para los chicharrones y en las zonas costeras, los choritos y moluscos se ahumaban para poder ser conservados y consumir más adelante”, cuenta Raúl. Su Trufquén, -ceniza, en mapudungún-, sirve para ahumar todo tipo de carnes, productos del mar e incluso vegetales.