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Aire Spa: relajo urbano

Ese poder del agua que los griegos y romanos conocían tan bien, revisitado con intenciones de rescate patrimonial y revalorización del territorio. Es Aire, un spa urbano que ya se ha instalado en Barcelona, Almería, Nueva York y Chicago, y próximamente en Santiago.

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Nadie daba un peso por estos lugares. Una antigua bodega de carne junto al mercado que abastecía de comida a Barcelona en el siglo XIX. Un edificio que alguna vez fue fábrica y depósito textil en el barrio de Tribeca, en Nueva York. Otro edificio industrial en Chicago, con experiencias fallidas de reutilización, sobre todo discotequeras. Una construcción histórica frente a la Plaza Mayor de Almería, al sur de España. Todos eran espacios subterráneos, sumamente oscuros, algunos tan fríos que podían servir como frigorífico natural, en completo abandono.

Ahora, convertidos en balnearios o spas urbanos llamados Aire, la gente se inscribe en listas de espera para pasar un tiempo en ellos.

"Hicimos el primero en Barcelona hace aproximadamente seis años. Utilizamos la cimentación, toda la parte sumergida, que nadie quería, para disponer esta colección de piscinas y vasos de agua, a diferentes temperaturas y tratamientos, bajo el concepto del relax, de encontrarte contigo mismo, de meditación, introspección, de calma dentro de la movilidad urbana de hoy", recuerda el arquitecto español Luis Alonso, cuya oficina -Alonso, Balaguer y Arquitectos Asociados-, con más de tres décadas de experiencia, ya puede considerarse especialista en infraestructuras relacionadas al deporte y el bienestar.

El éxito fue automático. Los socios propusieron desarrollar otro Aire en Almería. Mientras se daba inicio a ese proyecto, Alonso sugirió pensar en grande y llevar la idea a Nueva York. La reacción de ellos fue '¿pero tú qué has tomado hoy?'. "Mi mujer es neoyorquina, hemos hecho varios proyectos allá, conozco la ciudad y sabía que este concepto no existía en la sociedad estadounidense en general. Afortunadamente convencí a los socios y hace dos años inauguramos el Aire de Nueva York con el mismo éxito".

Alonso no cree haber inventado nada. Reconoce que el concepto del balneario urbano era común entre los griegos hace 21 siglos, que posteriormente los romanos lo desarrollaron en sus famosas termas, túneles subterráneos para entregarse a la calma, a la quietud y a una temperatura estable; que los árabes y turcos cultivaron ampliamente la cultura del agua y sus bondades. Con los renders del Aire que se construirá próximamente en Chicago sobre su escritorio, asegura: "Nuestra interpretación tiene un futuro extraordinario porque la sociedad actual nos mantiene en niveles de tensión y estrés permanentes, porque nos vemos obligados al máximo aprovechamiento de nuestro tiempo y energía. Eso genera una necesidad, un ansia de tranquilidad, de recuperar conceptos que han funcionado históricamente, precisamente porque el agua es uno de los elementos más gratificantes para los seres humanos". Combinada con tratamientos también practicados por siglos -como la vinoterapia- y nuevas tecnologías, las listas de espera vienen como consecuencia natural. Acá está por comprobarse también: "Llevo meses buscando la ubicación idónea en Santiago de Chile. En este momento hay tres posibilidades claras. Espero que se decida próximamente".

A Luis Alonso le preguntan con frecuencia por qué se instaló en Santiago teniendo despachos en siete ciudades y proyectos en diez países. Él responde que lo atrajo el potencial de cosas por hacer, la falta de cultura de ocio. "Pero además este tipo de concepto tiene otras ventajas: se convierte en una experiencia. La gente esta ávida por ellas. Ya no pagamos tanto por objetos materiales como por experiencias. También tiene una componente de transversalidad de edad: hay muy pocas actividades que puedas disfrutar con tres generaciones, que puedas hacer con tus padres y tus hijos; el esquí podría ser otra. Incluso últimamente le estamos agregando una componente cultural, introduciendo conciertos de música clásica en directo. Poder estar 'en remojo', oyendo un concierto de guitarra clásica es algo difícil de explicar. Me gustaría muchísimo desarrollar este concepto en Santiago, contribuir a ll

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