Para los expertos el futuro de la energía es un dilema. Lo llaman así, el dilema de la energía, y se agarran la cabeza pensando en cómo enfrentaremos el hecho de que el crecimiento poblacional viene emparejado con el mayor desarrollo de países emergentes, lugares donde eso significa conectarse a la red de electricidad –probablemente por primera vez– y, por lo tanto, un mayor consumo global. Nos choca escuchar que aún hay 1.500 millones de personas en el mundo que no tienen acceso a la electricidad, pero cuando lo tengan habrá que compartir algo que aún no poseemos.
"Sabemos que de aquí a 2050 la necesidad de energía se va a duplicar. Si no queremos que haya cambios dramáticos en el clima necesitamos reducir a la mitad las emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera. Parece una ecuación sin solución porque generamos energía fundamentalmente a partir de quemar combustibles fósiles. Esto se puede atacar de dos maneras: tratando de favorecer las energías renovables al máximo, aunque la matriz energética mundial tiene mucha inercia y las renovables siguen siendo bastante marginales dentro de ella. Tratando de hacer buen uso, ahorrando al máximo para disminuir la necesidad", advierte Guido Di Toto, gerente general de Philips Lighting para Sudamérica. Según Di Toto, ya estaba ampliamente demostrado que la implementación de una solución de eficiencia energética se traduce en una reducción del consumo inmediata, que en el corto plazo la eficiencia energética es la estrategia fundamental: "Dentro de eso hoy la iluminación representa aproximadamente el 15% del consumo global de energía. Si lográramos transformar a led toda la iluminación global podríamos tranquilamente reducir eso a un 7 u 8%. Como empresa líder, en Philips asumimos la responsabilidad de acelerar la implementación de led y hacer la transformación lo máximo posible".
Además de estar al frente del proyecto de iluminación pública de Buenos Aires, Guido Di Toto por supuesto es argentino y se declara orgulloso del resultado. Invita a pasearse por sus avenidas, a ver cómo se ven monumentos como el Obelisco y la Catedral o la Casa Rosada, todos iluminados por Philips. Pero no es solo que Buenos Aires se vea mejor, la renovación de su sistema de alumbrado público les ha permitido obtener un 50% de ahorro de energía. De una cantidad aproximada de 120 mil luminarias distribuidas por todo el espacio público –la mayoría de ellas lámparas de sodio de alta presión–, desde 2014 ya se han reemplazado unas 91 mil por luminarias Philips con tecnología led. La luz blanca que esta entrega favorece el reconocimiento facial y la correcta percepción de los colores, no solo a simple vista sino que también de las cámaras de vigilancia. También permite a los conductores divisar mejor los semáforos a distancia y mejorar la atención y reacción en la conducción.
Incluso si la acción hubiera sido solo migrar a led ya estaríamos hablando de avances inéditos en nuestra región. Pero además el sistema de iluminación integral de Buenos Aires –City Touch– es capaz de monitorear cada uno de los 91 mil puntos de luz, permite verificar su funcionamiento y programar posibles reemplazos o mantenimientos. "Nodo es nuestro último lanzamiento en lo que a iluminación pública se refiere. Philips ve la iluminación pública conectada como el sistema nervioso de una ciudad inteligente. Por un lado tenemos el cerebro, que serían los centros de control, desde donde se monitorea centralizada o descentralizadamente una ciudad. Este sistema nervioso es lo que nos permite llegar a cada punto de este cuerpo que sería la ciudad. La iluminación ya estaba cubriendo todo el espacio público. Conectarla y controlarla remotamente es solo la punta del iceberg. Nos permite hacer una mejor gestión, ahorrar, mejorar el mantenimiento, pero eso es simplemente lo básico. A partir de tener una red de datos conectada a la luminaria, agregando sensores, puedo empezar a medir la calidad del aire, si tengo espacios para estacionar y comunicar a los vehículos dónde están los más cercanos; puedo poner un micrófono para detectar accidentes, disparos, para alertar a la policía o las ambulancias", explica Di Toto.
Funciones como esas ya están siendo probadas por Philips en ciudades como Los Ángeles (EE.UU.). En Buenos Aires por ahora se trata de focalizarse en la eficiencia de la gestión del alumbrado público, de monitorear permanentemente cualquier falla en el sistema, de reducir los tiempos de respuesta del mantenedor correspondiente. Pero el futuro puede traer muchísimas mejoras más, como luminarias de carretera que bajan intensidad en las horas de menos tráfico y que se activan para dar más luz en la proximidad de los vehículos.
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¿Hacía dónde apunta el futuro de la iluminación?
La función de una luminaria seguirá siendo dar luz. Pero el no conectarla a una red de datos será desaprovechar un enorme potencial, especialmente en el caso del alumbrado público dado el territorio que cubre. Hoy todavía no todos estamos totalmente convencidos de que esto va para allá. Yo digo, por lo menos preparémonos para el futuro que viene. Instalar una luminaria con un zócalo Nema que permite eventualmente la conexión de un nodo y un sistema City Touch no cuesta más, es ínfimo el costo. En una luminaria que puede costar 200 dólares, es un dólar más. Nada. Dependiendo de la envergadura del proyecto estamos con periodos de retorno razonables, que van de entre 3 y 6 años. La población pide conectividad e interactuar con las infraestructuras y lo pedirá cada vez más. Será natural e intuitivo y será obsoleto no hacerlo. No me cabe duda.