De la casa que María Cecilia empezó a habitar en 1993 prácticamente no queda nada. Ya llevaba diez años aquí, en El Arrayán, cuando decidió hacer un remodelación total, crecer, y mucho. Son las piedras y maderas recicladas, junto a centenares de objetos antiguos, las que crean la ilusión de que la casa llevara muchos más de los 15 años que tiene sobre este cerro. "Soy supercachurera y toda mi casa es de cachureos. No me gusta decir antigüedades porque suena muy fino, lo que a mí me gusta son los cachureos. Los consigo en el Persa principalmente y otras partes donde hay ferias que se instalan los fines de semana. Donde haya dentro de Santiago voy, y fuera de Santiago las busco", cuenta María Cecilia.

Su casa está hecha de pedazos de historia como los gaviones que revisten algunos muros. En los tiempos en que trenes llegaban a Mendoza bordeando la cordillera eran necesarios ciertos túneles, y estos eran cubiertos con madera de roble para evitar el deslizamiento de las piedras. "Nosotros encontramos personas en San Felipe que tenían madera de estos gaviones, ellos las tienen cortadas, lijadas y adaptadas para cubrir murallas". Para María Cecilia el reciclaje es importante, especialmente cuando se trata de madera antigua y noble. "Seguramente vienen de demoliciones, pero las maderas de mi casa las conseguí con la misma gente del Persa. Generalmente ellos tienen en sus casas terrenos llenos de cosas. Ahí encontré mis puertas, por ejemplo", cuenta ella. Los conoce desde hace tanto tiempo como el que lleva coleccionando enlozados. Cada vez que recibían un jarro, un lavatorio o una bacinica la llamaban para decirle que fuera a verlo. Eso pasó hasta hace algún tiempo, cuando la colección de enlozados llegó a 400 piezas y ya no tenía dónde seguir guardando cosas.

Condiciones privilegiadas

La casa de María Cecilia está a una altura considerable, el terreno se emplaza en terrazas y a continuación sigue el cerro, que encontró en estado totalmente salvaje, lleno de quillayes, bollenes, muchos cactus y especies cuyos nombres no conoce. Ella hizo las terrazas y se dedicó a cultivar una gran variedad de plantas, pero especialmente rosas. "A veces he hecho productos de los pétalos, porque son totalmente orgánicas, solo reciben agua y sol. Parece que pasa algo en este cerro, se me dan de una manera impresionante, gigantes, muy bonitas. Las amo, creo que es por eso también que crecen tan abundantes. También tengo muchos árboles frutales, damascos, ciruelos, peras, higos, naranjos, limones, mandarinas, almendros, nogales".

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