La flanquean dos robles añosos -de ahí su nombre-, en medio de un campo que antes fue ganadero y que se fue reforestando con cuidado para crear un condominio con poca urbanización y buenas áreas de conservación.
A 15 minutos de Pucón, al lado del Trancura, surge esta casa, una de las primeras de Saltos de Marimán, terminada en 2005 por Aguiló + Pedraza Arquitectos.
“Yo creo que fue la primera o la segunda casa puesta en este campo, era como un objeto en el medio de la inmensidad”, cuenta Rodrigo Pedraza, uno de los socios. Dice que no es tan grande como parece, tiene 165 m² “engañosos”, pero se ve enorme porque tiene alturas de 7 a 8 m en el centro.
Pensada para una pareja de médicos que buscaba una segunda vivienda, Pedraza recuerda que ella contaba durante los tijerales que “era la casa para sus segundos 50 años. Era bien bonita la sensación que tenía de su casa. Ellos la ocupan en el verano, van –o iban– harto, casi 1 vez al mes, y tiene una mezcla muy agradable para ir todo el año. En invierno es exquisito, un superbuén destino para vivir la segunda etapa de la vida porque es un sitio al límite con otro campo… siempre tendrá esa vista de los árboles y los campos sureños y a la vez Pucón, que tiene de todo, está cerca”.
Esta idea tipo galpón, con el gran alero, ¿nace de ustedes, del dueño?
Fue como una agenda oculta; las cosas que tienes que están en el imaginario. Más que un galpón, partió con la idea de construir un fuselaje, una analogía de un bote chilote que das vuelta. Entonces todo lo que haces por fuera es para que cuide la casa de la lluvia, y por dentro aparecen las maderas. Básicamente es una piel exterior de piedra pizarra, no solo el techo, también los muros. Tiene esa continuidad, como una sola piel. Si miras por dentro, hay una estructura de fierro muy esbelta y da la sensación de que la carcasa está flotando sobre el resto de la casa.
¿Y ese gran espacio anterior que queda protegido por la carcasa?
Esa fue una petición del mandante. Es una pareja superpráctica; querían llegar a la casa, bajar las bolsas del supermercado y no mojarse por ningún lado, ni estar con paraguas, ni nada. Entonces, claro, había que techar. Dijimos ok, entendamos el auto como una pieza más y que sea parte de esta cosa compacta. Nos pareció interesante que no hubiera un techito, una obra menor, o lejos.
...Acrecienta la sensación de refugio, ¿no?
Claro, y también es como ¡un ferry!, como que metes el auto a la casa. Aparte de lo práctico.
CREAR HISTORIAS
Como cuenta Rodrigo, esta fue una de las primeras casas que hicieron recién titulados y fue una buena escuela. “Por eso le tenemos harto cariño, te enfrentas por primera vez a los problemas, hay dramas constructivos, y esas cosas no se olvidan más”.
¿Qué aprendieron de ella?
Aprendes que un par de cm hacen una diferencia radical... Fue una casa superpensada para el Sur, por eso el fuselaje, pero fallamos en que se metió el agua por el piso de uno de los dormitorios, hubo que arreglar eso. La profesión tiene sus etapas. Cuando la hicimos con mi socio, Diego Aguiló, éramos unos cabros. Cuando uno parte y se titula, uno sabe poco y les tiene miedo a pocas cosas también. Y esta casa tiene mucho de eso, hay una intensidad de operaciones, es bien barroca, tiene muchas ventanas, quizás es algo de la ‘efervescencia de la ignorancia’, como le llamamos, que es un campo muy fructífero para la imaginación.
¿Y ahora cómo la ves, pasados los años?
Han pasado 15 años, ahora quizás uno es más conservador, más asertivo y la miras con otros ojos, pero me gusta lo que veo. Es una casa que marcó mucho, no es que se haya copiado, pero hay muchas versiones de ella. Eso también fue bonito, marcó un cierto lenguaje que se ha usado harto.
Dentro llama la atención el puente, ¿también tiene que ver con la idea del bote/barco?
El puente tiene que ver con que es una casa superalta, y así se compactaba más y le daba más sentido. Es un recurso arquitectónico muy deseado; tiene algo superseductor, los niños, los nietos, hablan del puente, se construyen relatos, son como los altillos y las buhardillas, se van cargando de historias que le dan un sentido, un valor.
Estas fotos las tomamos no hace mucho, para ver cómo estaba la casa. A veces uno deja de ver los proyectos y cuando los ves de nuevo ¡uno se pone a llorar! Otras, vuelves y te emocionan aun más. Esta casa tiene esa gracia, porque tienen una gama de materiales nobles. La piedra en 100 años más va a estar exactamente igual, no cambia de color, cuando llueve brilla, es como un espejo. La madera, como no lo llega agua, está impecable. Es una casa que ya tiene historia.
Ideas que inspiran. Evocando un bote chilote invertido, esta casa fue pensada para resguardar de la lluvia y convivir con el paisaje del Sur.