Siempre me ha llamado la atención la predilección por lo cítrico. En nuestro lado del globo es indiscutible, llámenle ensalada, todo lo marino y hasta los artículos de limpieza que podrían lograrlos bastante mejor. Pero en fin. A mí también me gusta y ahora que los limones y flia. no están amorosos en precio, esta hojita debe ser puesta en la mesa.
¿Dónde las hemos visto? En los jarrones de agua heladita perfectos para estos días de alto calor, aprovechando además sus bondades para todo tipo de malestares o sanaciones estomacales. Dicen que las embarazadas no lo deben consumir. Yo, hincha de las creencias populares, lo respetaría de ser el caso tanto como repetir interminablemente el fin de un bacanal con una tazota de agua caliente y cedrón. Me encantó y encanta ese momento.
Ahora, harto más que agua pide el cedrón. Va perfecto en ponches con espumante, hielo (harto), frambuesas (otras en llamas), cedrón y unas ginger beer. ¡Queda exquisito! Lo más playero y gozador que hay. El otro día un rey dentro del reino Undurraga, me comentaba otras posibilidades, como por ejemplo, con helado directo a la copa. Algo así como ¡adiós piña ochentera, hola cedrón dosmilveintelero! Hagan una agüita de cedrón, después hielo, trituran y mezclan. En Il Maestrale (que es lejos la heladería que más me sorprende) hay helado de cedrón, así que vamos. A modo de recomendación flash: gin, cedrón, enebro y tónica. ¡Slurp!
Mi tentación comestible con el cedrón en picarla muy delgadita, mezclarla con cebolla muy chiquitita y algo de cilantro. Eso a las almejas, erizos, choritos, ceviches. Esa misma mezcla a unas papitas nuevas, peladas, hervidas, calientes al plato con mantequilla y esta fiestoca. Es la bomba, más simple y fresco imposible. @raqueltelias