FHASSO / 2015
Seamos sinceros. Las camas para nuestros amigos peludos suelen ser poco originales: a ras de suelo, un paralelepípedo u óvalo con un borde y una colchoneta, todo de polar u otra tela sintética. Como si no existiera en el universo otro modo de pensar una camita para el ser más mimado y adorable de la casa.
En Fhasso le dieron una vuelta más a la tuerca e idearon esta cama, linda, ecológica, simple y que no cae tampoco en el otro extremo de la desproporción de los objetos de lujo para mascotas.
Está hecha de bambú orgánico, material resistente, durable y sostenible porque es de rápido crecimiento. Confeccionada a mano por comunidades rurales de Vietnam en un sistema de comercio justo con pequeños negocios de artesanos. Su forma de huevo, capullo-contenedor, es neutra, al igual que el acabado que viene en dos colores: milk y slate, ambos naturales y luminosos que resaltan la veta de este maravilloso pasto (el bambú no es una madera).
Está pensada para gatos o perros pequeños como maltés, pomeranio, yorkie, y viene dentro con un suave cojín de plush que lo mantendrá calentito y a gusto.
¿Qué más se le puede pedir? La funda del cojín es lavable y el precio es similar al de un velador, una silla; un mueble de buen material, no estratosférico.
De paso le dará al ambiente donde se ponga ese toque natural y ligero del bambú. Aporta en estética y no resta como la mayoría de las camas de mascotas. ¡Guau!
Ojos de amor
¿Por qué es imposible resistirse a esa mirada de nuestros peludos?
Ya sabíamos que jugar y acariciar las mascotas producía la liberación de todas las hormonas de la felicidad en nosotros: oxitocina, endorfina y dopamina. Pero ahora un estudio de la Universidad de Azabu, Japón, revela que esas largas miradas de amor entre tu perro y tú liberan oxitocina no solo en ti, sino también en tu perrito. No lo imaginaste... es amor real y también correspondido.