Dormir/Observar

CAB

La CAB es un museo habitable ubicado en lo que fue la casa principal de la antigua factoría maderera Puerto Yartou, en Tierra del Fuego. Es una experiencia única, pues exhibe el patrimonio cultural a través de una exposición fotográfica, y ya el solo hecho de alojar en esta casa es parte de una ruta hacia al pasado. Rodeado de naturaleza inmaculada, la CAB además cuenta con una app especial, donde a partir de textos, imágenes, videos y audios se entiende el guión museográfico y se puede complementar la visita a este hermoso lugar.




Silencio absoluto, paz intachable a nuestro alrededor. Suelos boscosos pisan los pies, aves, guanacos, armadillos, zorros, pingüinos... a lo lejos. La Casa-Museo Alberto Baeriswyl (CAB) se encuentra en la ribera sur occidental de Tierra del Fuego, al frente de la isla Dawson y a 180 km al sur de Porvenir. Es un proyecto precioso, que rescata el patrimonio de todo lo que fue una antigua factoría maderera que funcionó entre 1906 y 1940 llamada Puerto Yartou, fundada por Alberto Baeriswyl en días cuando el Gobierno de Chile cedía terrenos nacionales a personas que quisieran explotar o trabajar aquellos territorios, con el afán de que los chilenos hicieran patria y echaran raíces en distintos suelos, muchos de ellos alejados de las grandes urbes. Además de rescatar la historia de esta factoría y de su gente, por cierto, el proyecto funciona también como plan hotelero, rescatándose así la casa principal de Puerto Yartou. "¿Por qué es una casa-museo? Porque es un museo habitable, esta es una casa donde puedes quedarte a dormir, tienes una cocina que funciona, una sala de estar; eso es lo interesante de este concepto, que mezcla cultura con turismo de interés especial", detalla María Luisa Murillo, directora de arte y proyectos de la CAB.

Este ha sido un trabajo arduo. María Luisa junto a su familia llevan 10 años construyendo y entendiendo todos los entretelones de la zona y de lo que fue Puerto Yartou, para abrir, hace dos años, este retrato cultural de lo que comenzó el bisabuelo de Murillo, Alberto Baeriswyl. "Este proyecto partió por un tema de rescate patrimonial, recuperar la memoria de este lugar que estaba a punto de caer. El Ministerio de Tierras y Colonización de esa época –principios del 1900– le cedió 30 mil hectáreas a mi bisabuelo para que hiciera este proyecto, lo cual se daba como préstamo. Entonces decidimos rescatar la casa principal de esta antigua factoría maderera e implementamos esta casa-museo. Él empezó con este emprendimiento, tuvo su auge, fue el emprendimiento más grande de Tierra del Fuego, con mucho comercio con Argentina, hasta que después de la crisis del 29 que llegó tardíamente a Chile, y la implementación del Canal de Panamá, se fue todo a pique. A finales de los años 80 todo quedó absolutamente abandonado", describe Murillo.

María Luisa es fotógrafa, y en 2004 viajó a este lugar por un trabajo que retrataba pueblos abandonados. De este modo nació la idea de crear un proyecto mixto de esta categoría. En la actualidad, María Luisa y su familia son propietarios de un comodato de 1.200 m2 para la creación de este proyecto cultural. Su mamá creó una fundación en paralelo enfocada en el rescate de la memoria del lugar y también para recaudar fondos para su elaboración.

La casa

Esta casa principal tiene 360 m² con forma de T. Es una construcción de lenga de estilo colonial patagónico, muy simple que se relaciona con la arquitectura vernácula, se hizo con lo que hay en el lugar. Es una fachada lisa que tiene dos alas. Alrededor había 50 construcciones, de las cuales quedan tres.

Allí el visitante se encuentra en un lugar rodeado de silencio y naturaleza, con vestigios de historia, es un viaje solitario. Los extranjeros, de hecho, que no están acostumbrados a tanto silencio y paz, se emocionan cuando llegan a esa esfera.

Tiene 4 habitaciones y está ambientada con el estilo de 1920. María Luisa y su equipo tenían un inventario de la época y con eso fueron reuniendo piezas, comprando mobiliario y restaurándolo para el lugar, situando los objetos lo más certeramente posible a lo que fue en realidad. "Casi todo lo compramos en Santiago y en regiones y lo llevamos en camión a Punta Arenas. Está todo puesto a imagen de lo que era. Hay un par de papeles murales en los recintos que son originales, hay que pensar que antes el Estrecho de Magallanes era la entrada a Chile, entonces todo venía de Europa y los papeles murales eran pintados a mano. Trajimos papeles murales de Alemania, otros ingleses –tratando de emular los papeles originales–. Los recintos más importantes, que son el salón, la galería y el comedor, tienen papel mural, al igual que las habitaciones".

El baño es común, a la antigua, grande, con dos lavamanos. Hay otro baño para turistas que van por el día. "Este es un turismo muy respetuoso, muy pequeñito, no queremos invadir de gente el lugar, intentamos impactar lo menos posible en el medioambiente y ver cómo se pudo recuperar el lugar luego de la explotación maderera", destaca.

La muestra fotográfica consta de 50 originales en papel, retocados con un escáner profesional respetando mucho su impronta antigua. Todas se montaron en fine arts, en papeles libres de ácidos. En el salón principal se aprecia quiénes hicieron Puerto Yartou, un poco de historia; en el comedor las fotografías hablan sobre la quesería –que también la hubo– y de un almuerzo muy icónico que se hizo por esos años. La galería, por su parte, habla de la industria maderera, las maquinarias, cómo se producían las maderas, como se hacía la tala del bosque, etc. "Nuestro turismo no es de lujo material, es más reflexivo, el proyecto habla más de un lujo inmaterial. La casa funciona a la antigua, es una casa de campo. Vamos a buscar agua al río que se bombea manualmente, la electricidad se genera a través de un motor que se prende 4 horas al día. El calor es a leña, cada habitación tiene una Bosca y se calienta el agua así también". cab-patagonia.cl 

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